Enrique Colmena

Celebrada la nonagésimo quinta ceremonia de los Premios Oscars, los galardones por antonomasia del cine, lo cierto es que su resultado nos parece que viene a confirmar un giro que se viene produciendo en la Academia de Hollywood (valga como sinécdoque del cine norteamericano, por supuesto) desde hace algunos años hacia el audiovisual que se hace al Este de Estados Unidos (entendido ello de forma lata: desde Nueva York para acá, todo es “el Este de Estados Unidos”...), ejemplificado hace tres años con el Oscar a Mejor Película (y otras tres estatuillas más) a la surcoreana Parásitos, pero ahora haciéndolo incluso dentro de la propia Norteamerica pero fijando el foco en ciudadanos americanos de etnia asiática, como es el caso de Todo a la vez en todas partes, clarísima ganadora de la gala, con 7 Oscars, entre ellos los principales: Película, Dirección (Daniel Kwan, chinoamericano nacido en Massachusetts, y Daniel Scheinert, paliducho caucásico, ambos firmando como Los Daniels), Actriz Protagonista (la veterana Michelle Yeoh, nacida en Malaya), Actor de Reparto (Ke Huy Quan, nacido en Vietnam), Actriz de Reparto (Jamie Lee Curtis), Guion Original (los Daniels, que también dirigen) y Montaje.

Se da otra circunstancia en esta lluvia de premios, al margen del origen étnico asiático de buena parte de los actores y actrices, y de uno de los directores: Todo a la vez... era, de lejos, la más incorrecta, iconoclasta y extravagante apuesta oscarizable de toda la lista de nominados a los premios de la Academia... y se los ha llevado casi todos... Así que los provectos miembros de tan selecto club, una de dos, o se están rejuveneciendo por los nuevos socios que va incorporando, o les está dando, a la vejez, en vez de por la sopita y el buen vino, como aconseja el proverbio español, por ponerse el mundo por montera y multipremiar esta película que es cualquier cosa menos conformista, cualquier cosa menos una TV-movie de sobremesa para sestear, cualquier cosa menos el típico y tópico film clásico que Hollywood ha encumbrado a lo largo de muchas (quizá demasiadas...) ediciones. No es que Todo a la vez... sea una obra maestra, ni mucho menos, pero sí que su osadía, su brutal heterodoxia, su desmesura absoluta bien merece ser reconocida y, desde luego, va a permitir (o así nos lo parece) que, a partir de ahora, Hollywood sea capaz de acoger proyectos en principio tan disparatados como este, que salió adelante, evidentemente, gracias al poder de los hermanos Anthony y Joe Russo, los poderosos directores y productores del díptico de Vengadores, Infinity War y Endgame, que dieron casi a ciegas 25 millones de dólares a Los Daniels para gastárselo en el rodaje de este guion por el que, ciertamente, nadie en Hollywood hubiera dado ni un centavo.

Pero no solo ha sido la peli ganadora la que pone de manifiesto esa evidente y premeditada mirada del cine norteamericano hacia el Este: un poco más para acá, Sin novedad en el frente, se ha llevado 4 estatuillas (Película Internacional, Fotografía, Diseño de Producción y Música Original), siendo un film producido en Alemania, con el aditamento de Estados Unidos y Reino Unido, suponiendo la película de Edward Berger la tercera adaptación que se hace del clásico antibelicista de Erich Maria Remarque, ambientado en la Primera Guerra Mundial. Es también, por qué no decirlo, un guiño a Netflix, que está detrás del proyecto y lo distribuye a nivel mundial, siendo un nuevo gesto por parte de la Academia para reconocer a la poderosa plataforma de “streaming”, como ya lo hiciera hace unos años al premiar Roma, de Alfonso Cuarón, y así agradecer el altísimo nivel de ocupación de los equipos técnicos y artísticos de cine y televisión requerido por el enorme volumen de nuevos audiovisuales que precisa permanentemente la plataforma californiana, pero también otras similares como HBO Max, Prime Video, Apple TV...

Pero no se quedan ahí las miradas al Este: El Oscar a la Mejor Canción Original ha sido para... sorprendentemente, la candidata del film hindú RRR, titulada Naatu Naatu, en la mejor tradición del cine musical de Bollywood. Y es que, si China aporta 1.400 millones de potenciales consumidores, y justificaría por sí misma la apuesta por un producto de corte filoasiático como Todo a la vez..., India son otros 1.400 millones de criaturitas humanas, todos ellos también deseosos de consumir productos, en una de las economías emergentes más importantes de nuestro tiempo.

El resto nos parece que ha cumplido la función de completar los inevitables “pies forzados” de este nuestro tiempo, con la por lo demás tan razonable apuesta por la diversidad: la obesidad mórbida del protagonista de La ballena, galardonada con dos Oscars (Actor Protagonista, para Brendan Fraser, que aunque está gordo, lo pusieron muchísimo más para la película; y Maquillaje y Peluquería, precisamente por los afeites y prótesis que hicieron falta para poner a su protagonista “aballenado”); y la minoría afroamericana y las mujeres en Black Panther. Wakanda Forever, con un Oscar (Diseño de Vestuario).

El resto se puede considerar una suerte de pedrea: se ha premiado con un Oscar a Top Gun: Maverick, quizá para agradecer que, en buena medida, ha salvado la taquilla del cine americano del año pasado, con casi 1.500 millones de dólares recaudados en todo el mundo; también a Avatar. El sentido del agua, con el predecible Oscar de los Efectos Especiales, por igual motivo, yendo ya por casi 2.300 millones de ingresos; y a Pinocho de Guillermo del Toro, por la calidad del producto y entendemos también que por la nueva visión, escasamente tradicional, sobre el mítico personaje de Carlo Collodi, pero también para confirmar la luna de miel que la Academia mantiene desde hace años con el orondo productor, guionista y director mexicano.

Ilustración: Michelle Yeoh, flamante ganadora del Oscar a la Mejor Actriz Protagonista por Todo a la vez en todas partes.