Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS

Disponible en Filmin, FlixOlé, Prime Video, Classix y Rakuten.

Aunque El extranjero (o también El extraño) era sólo el tercer largometraje de Orson Welles, con sólo treinta años su autor ya conocía de primera mano lo que era en Hollywood el poder, la gloria, los honores... y la caída. Considerado niño prodigio desde 1938, cuando escenificó en la radio una adaptación libre y terrorífica de La guerra de los mundos, de H.G. Wells, que muchos interpretaron como algo real y que los marcianos llamarían a su timbre en cualquier momento, ese escándalo y la fama llevaron a la RKO Pictures a ofrecerle en pocos meses un contrato para hacer dos películas con total libertad de producción, guión, dirección y reparto.

Así nacieron Ciudadano Kane, un antes y un después en la historia del cine, y El cuarto mandamiento (con un título original mucho más hermoso, The Magnificent Ambersons), igualmente excelente, pero cuyo resultado no agradó a la productora, adulterando y montando la cinta a su aire. Y así, en 1946 se puede decir que Welles volvía al inicio de carrera. Eso explica la modestia aparente de su nuevo film, un simple policíaco, pero que significaba el primer acercamiento del cine estadounidense al tema del Holocausto y a la desaparición y simulación de muchos jerarcas nazis por el mundo. Todo eso recién terminada la Segunda Guerra Mundial.

La historia no nos lleva a ningún exótico país sudamericano o al norte de África. Estamos en Harper, una pequeña ciudad de Connecticut, y en ella vive un jefe y verdugo nazi (el joven Welles, avejentado con talco en las sienes...), perfectamente camuflado como jovial profesor de Historia en el instituto local. Pero hay una comisión aliada que los persigue, con un sencillo método, dejar libres a otros implicados más secundarios para que los lleven hasta los peces gordos... Y a partir de ahí se desarrolla un inteligente guión de Anthony Veiller (que adaptó un relato de Hemingway en Forajidos) y que se enmarca en el género de intriga con sutil habilidad.

Welles, como director, sigue fiel a su estilo: acentuados y expresionistas contraluces, trávellings subyugantes, sus típicos planos picados y contrapicados... y una producción que cuenta con grandes nombres, quizás por su presencia:  tenemos a un gran fotógrafo, Russell Metty, un renombrado músico, Bronislau Kaper, y  un reparto de altura junto al propio realizador: Loretta Young y Edward G. Robinson, que logra una extraordinaria interpretación del hombre bueno, humanista y bondadoso, antítesis de su odioso y falsario enemigo, que mintiendo una vez más, hasta logra casarse con la ingenua y joven Loretta...

Y así, con un cierto embrollamiento central y una tendencia a la truculencia (por la misma historia), vemos los esfuerzos del enviado, Robinson, para probar la culpabilidad del nazi y el esfuerzo  inútil para lograr su confesión. Al final sólo le señala algo con lo que no contaba: su afición enfermiza, desmedida y su interés por los relojes... lo que nos llevará a un desenlace espectacular y granguiñolesco, en la iglesia del pueblo. Y la demostración de que Orson Welles tenía la sabiduría y magisterio suficientes para sacar adelante cualquier historia.

Así, tras rodar al año siguiente la estupenda La dama de Shanghai, empezará la vida nómada de este genial autor, que le llevará por muchos países, con especial predilección por España, para vivir, visitar o rodar. Y su doble trabajo: como actor, en numerosísimos papeles que le darán ingresos suficientes para luego invertirlos en sus proyectos personales... además de influir en muchas de esas cintas que evidenciarán su estilo  inconfundible. Véase, si no, su huella en Estambul, de Norman Foster y muy especialmente en El tercer hombre, de Carol Reed, bordando el personaje del maquiavélico Harry Lime, y según dicen las malas (o buenas) lenguas, dirigiendo toda la esencial secuencia de las alcantarillas, que denotan con claridad la mano de Welles...

Años después volverá a su país para rodar una de sus obras cumbres, Sed de mal, también un policíaco, que pudo dirigir gracias a la exigencia del protagonista, Charlton Heston, para que Welles no fuera sólo actor en ella, como pretendían los productores... Película que se inicia con un famoso y espectacular trávelling que nos introduce en el clima de la historia. Luego seguirá el éxodo, sus adaptaciones de Shakespeare, sus proyectos inacabados, como su Don Quijote, sus idas y venidas por todo el mundo...

Perdida en esta vida de película de un genio, queda casi olvidada esta El extranjero, modesta pero inteligente cinta de sus comienzos y  -en cierto modo casi una prueba de humildad-  tras su fulgurante ascenso e inicio con dos obras maestras difíciles de repetir... incluso para el gran Orson Welles...


 


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95'

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El extranjero (1946) - by , Mar 19, 2023
3 / 5 stars
El reloj del campanario