La gaditana Ángeles Reiné, tras su primer largometraje, Salir del ropero (2020), que nos pareció una comedia fallida sobre la posibilidad de ser libre (también sexualmente) cuando ya nada se espera, presenta ahora otra comedia que, nos tememos, y siempre en nuestra opinión, tampoco ha dado en la tecla.
Y es que esta Héroes de barrio parecería una especie de híbrido que tiene cosas de El mejor año de mi vida, el anterior éxito comercial de Álamo Producciones (la productora del veterano Eduardo Campoy, aquí aliado, entre otros, a nuestro paisano andaluz Antonio P. Pérez, al que tanto le debe la eclosión del cine andaluz a partir de principios de este siglo XXI), pero también de un éxito ajeno, el del actual “revival” que vive el cine español con las pelis familiares con (muchos) niños, que ha puesto de moda (de nuevo: recordemos no El Álamo, sino La gran familia, por ejemplo...) Santiago Segura con la serie iniciada con Padre no hay más que uno y la que está próxima a continuarse a partir de A todo tren. Destino Asturias.
La historia se ambienta en Sevilla, en un modesto barrio de la capital hispalense. De entrada, gusta que no salga ni una vez la Giralda ni la Torre del Oro, que se huya de esa Sevilla monumental pero también de postalita. La acción se centra en Luis, un cuarentón que regenta el bar que heredó de su padre, antiguo campeón de boxeo que no tiene muy buena consideración de su hijo, al que tacha de calzonazos y hombre de poco espíritu. Luis está separado de su mujer, que vive desde hace meses con otro hombre; Luis alienta secretamente la idea de volver con su ex, aunque lo tiene difícil. Al margen de ello, adora a su hija Paula, de 9 años, una auténtica forofa del fútbol, deporte al que juega en el equipo del barrio. A Luis un día, en una de esas charlas de barra de mostrador en la que todos, metafóricamente, han pescado el salmón más grande, se le ocurre la estupidez de decir que conoce a Joaquín, el divertido (iba a escribir mítico... lo será...) jugador del Betis, y ahí se pierde: su hija, pero también sus compis futboleras, les piden fotos dedicadas, y después, ante la falta de patrocinador, que apadrine al equipo... Luis se encontrará en una vorágine en la que tendrá que intentar cumplir el deseo de su hija sin quedar como un mentiroso...
Tiene Héroes de barrio varios problemas como película, aunque también algún acierto. Entre los primeros, quizá el más estruendoso sea su guion, tan previsible, tan lleno de personajes y situaciones que hemos visto ya tantas veces, con su padre desastroso pero entregado a su hijo/a, sus vanos intentos por recuperar el amor de la amada, sus peripecias para no quedar como la chata, su conflicto generacional paternofilial... en fin, nada nuevo, con el aderezo del amigo tirando a carajote, que tampoco es precisamente innovador... Tampoco ayuda que la película, en puridad, carezca de tensión argumental: las escenas se van sucediendo sin que el espectador se sienta mayormente interesado en lo que se cuenta, sin que se consiga arrancar, salvo en escasas ocasiones, alguna sonrisa más bien forzada. Con decir que lo mejor del film está en los créditos finales, en los que aparece el mismísimo Joaquín contando chistes con su móvil (por cierto, de calidad de imagen muy cuestionable...), chistes tan malos como los que contaba Chiquito, pero contados con esa gracia desarmante del futbolista bético del Puerto de Santa María, esos chistes contados entre risas del propio Joaquín, que se ríe de sus gracias y contagia al más pintado. Si los créditos finales son lo mejor, mal vamos.
Hay, claro, algunas cosas positivas, como la modestia del empeño y el hecho de poner en el centro de la historia a personajes anónimos, a gente corriente que a lo que aspira es a vivir honradamente, ver crecer a los hijos, quizá envejecer con la persona amada. Esa humildad del proyecto y de la historia la ennoblece, aunque no sea suficiente, nos tememos, para que Héroes de barrio sea la buena película que nos encantaría que fuera.
El bastetano Antonio Pagudo, popular por su aparición en “sitcoms” famosas como La que se avecina, compone correctamente el personaje protagonista, como la pequeña Luna Fulgencio, que se está haciendo imprescindible en cualquier peli con niña, tras doctorarse en las mentadas series cinematográficas de Santiago Segura. Del resto nos quedamos con la seguridad y solvencia habitual de Antonio Dechent, creíble en cualquier papel que le echen.
De la banda sonora se encarga Alfonso Casado, que ha ganado prestigio como director musical de pelis del nivel industrial de El callejón de las almas perdidas o Jurassic World: Dominion. Sin embargo, esta su primera partitura compuesta para un largometraje nos ha parecido bastante endeble, pastelosa, escasamente creativa. Esperemos que en futuros empeños esté más inspirado...
(01-08-2022)
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