Parece que el talento que descubrimos en Sofia Coppola como directora a raíz de Lost in translation (2003) no tiene visos de reaparecer. Sus filmes posteriores no han llegado, ni de lejos, a la sutileza de aquella película pequeña pero llena de sensibilidad: ni María Antonieta (2006), Somewhere (2010) o The bling ring (2013) han vuelto a dar en la diana.
Tampoco lo hace esta La seducción, aunque hay que reconocerle ciertos valores. Virginia, durante la Guerra de Secesión americana, a mediados del siglo XIX, cuando los confederados empiezan a ser conscientes de que van a ser el bando perdedor. En ese contexto, una niña que vive en un internado de señoritas encuentra a un desertor yanqui herido en la pierna. La chica le lleva hasta su hogar, que está regido por una estricta mujer de edad madura y otra más joven; entre ambas imparten educación y buenos modales (los de la época…) a un grupo de niñas y adolescentes para las que la llegada del hombre herido será todo un acontecimiento. Aunque en principio parecen proclives a entregar al yanqui a los soldados sudistas, apelan como excusa a la caridad cristiana para curarlo y después “ya si eso”…
La seducción es una nueva versión (Hollywood, sin ideas, está plagado actualmente de “remakes”, secuelas, precuelas, "spin-offs" y lo que se tercie con tal de seguir llenando salas y faltriqueras) de un clásico (perdón por la redundancia: todos los suyos lo son…) de Don Siegel, El seductor (1971), basado en la novela A painted Devil, de Thomas Cullinan. Lo cierto es que en la comparación con el filme de Siegel el de Coppola palidece: es lo que tiene ser uno de los grandes de Hollywood (aunque generalmente no se le reconozca), con una carrera plagada de hallazgos, aunque es verdad que El seductor no fue la mejor película de Don.
Pero El seductor era sutil y los celos que se iban despertando entre las señoritas resultaban creíbles, estaban dados con elegancia, los ibas viendo crecer cabalmente en cada una de ellas. En La seducción, en cambio, Coppola, que se mostró sobresaliente cum laude en sutileza en Lost in translation, aunque aquí lo intenta de nuevo, no lo consigue. Y que conste que tiene momentos interesantes, como la escena, a la llegada del herido a la casa, cuando Nicole Kidman lo está lavando mientras permanece inconsciente, en el que se intuye, más que se ve, el deseo creciente de la mujer, escindida entre la pasión que la devora por el macho inerme que tiene a su disposición y la represión inculcada durante muchos años como mujer recatada y sumisa al hombre de turno: padre, hermano, novio, marido, hijo. Finalmente una Bernarda Alba confederada, el personaje de Nicole Kidman quizá sea el más interesante de todos los que retrata Coppola, la mujer que actúa teóricamente bajo los postulados más rígidos de la educación femenina de la época, pero está secretamente carcomida por un deseo irrefrenable que, contra toda lógica, la hace mantener al enemigo oculto en casa. Solo cuando el objeto de su deseo pueda ser disputado por otras, la matrona, esa “alter ego” de Bernarda Alba que diera rienda suelta a su represión, decide actuar con contundencia.
Se ha dicho que La seducción sería la visión femenina del clásico siegeliano El seductor. No estoy demasiado seguro: no veo indicios claros de que esta sea una visión exclusivamente de mujer; como mucho, el hecho del carácter venal y voluble del hombre herido, que se comporta con extraños esquemas cambiantes, sin mucha coherencia, podría abonar esa tesis, pero no termino de verlo.
Filme con apuntes de interés, sobre todo en la atmósfera progresivamente viciada de deseo y lujuria, aunque manteniendo siempre las formas, me temo que La seducción no será la película que pondrá de nuevo en el mapa de las cineastas de interés a Sofia Coppola.
Película fundamentalmente de actrices, nos gusta reencontrar a una Nicole Kidman en plenitud de facultades, ya asumiendo sin empacho papeles de mujer madura; Kirsten Dunst siempre suele estar bien, aunque aquí la notamos algo desdibujada; Elle Fanning, una de las estrellas emergentes de su joven generación, mantiene el tipo frente a las mentadas estrellas. En cuanto a Colin Farrell, lo cierto es que seguimos sin encontrar motivos para apreciarlo: se supone que aquí debería ser el macho seductor que las enamora simplemente tumbado en la cama, pero ni de lejos da la impresión de ejercer ese papel. Por supuesto, en la comparación con su antecesor en el papel, el Clint Eastwood de El seductor, Farrell queda reducido a la condición de enano; y mira que Clint no es precisamente lo que se dice un actor con muchos registros…
93'