Pelicula:

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Hace un par de años se inició el rodaje de la llamada Trilogía del Baztan, conjunto de tres novelas policíacas de las que es autora la escritora vasca Dolores Redondo. El primero de esos tres films, titulado como la primera novela, El guardián invisible (2017), se saldó con un balance moderado: estuvo en torno a los 600.000 espectadores, cifra que, sin ser mala, palidecía al lado de la que obtuvo el anterior film de Fernando González Molina, Palmeras en la nieve, que supero los 2,7 millones de espectadores. Esa tibia acogida quizá haya influido en el hecho de que el rodaje de las dos películas que han de completar la Trilogía se haya demorado. Ahora por fin nos llega la segunda, esta Legado en los huesos, y se sabe también que la filmación de la tercera, Ofrenda a la tormenta, está completada, previéndose su estreno probablemente para la última parte del año 2020.

Hablamos de espectadores y recaudaciones porque nos parece evidente que este proyecto es, fundamentalmente, un proyecto comercial más que un proyecto artístico. Por supuesto, es algo totalmente lícito, y no solo eso, sino crucial, porque una industria audiovisual potente ha de cimentarse sobre todo en productos solventes que atraigan a grandes públicos medios, una industria que permita, de esta forma, la existencia también de otros proyectos más arriesgados, generalmente también más baratos, donde las consideraciones artísticas predominan sobre la mera rentabilidad económica.

La acción se desarrolla algún tiempo después de los hechos acaecidos en la primera parte. La inspectora Amaia Salazar está ya a punto de dar a luz al hijo que espera, y del que sabíamos estaba embarazada en el capítulo inicial; poco antes del parto la inspectora es sorprendida con el alevoso suicidio de un preso maltratador de su mujer, y que aparece en los servicios de los juzgados, donde era vigilado, muerto por su propia mano y con la palabra “tarttalo” escrita con su propia sangre en la pared. Cuando ese mismo patrón se repite con otro preso de similares características, parece evidente que hay un nexo de conexión entre ambas muertes y que puede haber otras similares. Por otro lado, la madre de Amaia, recluida de por vida en un sanatorio psiquiátrico, es trasladada a otro por intervención de un poderoso eclesiástico, el padre Sarasola, que hace ver a la familia que su institución es mucho más adecuada para gestionar la enfermedad de la mujer...

Si El guardián invisible era un film en el que decíamos que se le notaba bastante su concepción como producto industrial, otro tanto cabe decir de esta Legado en los huesos, una película formalmente irreprochable, si bien es cierto que también carece de aliento humano, salvo en su último tramo, en el que, sin incurrir en “spoilers”, el elemento personal de la inspectora se mezclará de forma importante con su ejecutoria profesional.

Legado en los huesos es una digna continuación de El guardián invisible. De hecho, la mayor parte del equipo técnico y artístico es el mismo, permaneciendo Luiso Berdejo en el guion y Fernando Velázquez en la música. Flavio Martínez Labiano ha sido sustituido en la dirección de fotografía por Xavi Giménez, pero el resto del elenco es prácticamente el mismo. Así que estamos, en puridad, ante una continuación en toda regla, realizada con similares mimbres técnicos, estéticos y humanos a la primera, un digno producto comercial, de los que ha de nutrirse toda cinematografía que aspire a ser un referente cultural y económico de su país.

Bien narrada por González Molina, que sin ser un exquisito, como tenemos escrito, es evidente que conoce bien las reglas ortográficas necesarias para contar una historia y que interese al espectador, siendo fundamental para ello el buen guion preparado por Berdejo, probablemente uno de los mejores guionistas españoles actuales, que ha sabido plasmar en un libreto para cine la compleja historia de la novela de Dolores Redondo, que juega con elementos misteriosos propios del Valle del Baztán, la localización geográfica y étnica donde suceden los hechos, con temas sugestivos como la maternidad vista de una manera poliédrica, la feminidad como elemento preponderante, y los oscuros sacrificios a antiguas deidades del terruño, impregnado todo de un telurismo que hunde profundamente sus raíces en la vieja tierra de la Navarra profunda.

Vemos a Marta Etura más segura que en la primera entrega de la trilogía, ahora más afianzada en su personaje, y su implicación personal en el tramo final está convincentemente transmitida. Del resto anotaremos la presencia de un Imanol Arias que, desde que está en la serie Cuéntame cómo pasó, no se deja ver demasiado en productos de fuste comercial como este. No se termina de entender por qué se ofreció el papel del juez Markina, de evidente origen euskaldún, a un Leonardo Sbaraglia que no hace esfuerzo alguno por disimular su acento argentino, cosa que sí ha hecho en otras ocasiones que ha trabajado en España. Por supuesto, Sbaraglia es buen profesional y saca adelante su papel sin problemas, un papel en el que (como en la novela) se le ve más interesado en el más o menos disimulado cortejo a la inspectora que en ejercer su magistratura. 

(11-12-2019)


Legado en los huesos - by , Jun 17, 2020
2 / 5 stars
En la Navarra profunda