CRITICALIA CLÁSICOS
Disponible en Filmin.
Mario Camus rodó, en 1987, Los días del pasado, basada en una idea de Miguel Rubio y de Manuel Matji, resuelto en guion por Antonio Betancor y el propio director. Esta película, por cronología, se convirtió en la antesala, cinco años antes, de las adaptaciones de las novelas “La colmena”, de Cela, y “Los santos inocentes”, de Delibes, a las que se uniría, poco después, la lorquiana versión teatral de “La casa de Bernarda Alba”. Al tiempo, los precedentes de la misma, ofrecían inusitada actividad del director santanderino que había dirigido al cantante Raphael (Digan lo que digan), en los inicios de su larga carrera, y a la popularísima Sara Montiel (Esa mujer), tras su pasado éxito en El último cuplé (y sus posteriores variantes), además de a otros consagrados como Julián Mateos, Alberto Closas o Raf Vallone. De otra parte, la literatura convertida en guion cinematográfico procedía de jóvenes narradores, como Daniel Sueiro (Los farsantes), Ignacio Aldecoa (Young Sánchez, Con el viento solano, Los pájaros de Baden Baden) o, en otro caso, de firmas contemporáneas tan consagradas como Joaquín Calvo Sotelo (La visita que no tocó el timbre).
Como decimos, en 1987, Camus construye un film, Los días del pasado, en el que, también bajo una primaria historia de amor, se esconde un cúmulo de connotaciones sociales y políticas referidas a nuestra más inmediata posguerra; el realizador ha tenido el acierto de ofrecérnoslas al soslayo, con el fin de no caer en reticentes tesis políticas que hubieran convertido en panfletario el asunto tratado.
Con una estructura lineal y el realismo como método más apto para la narración, organiza Camus la historia de Juana (Marisol), la maestra, y Antonio (Antonio Gades), el maquis, en el entorno provinciano de un Santander a medias entre el villorrio y la montaña; una secuencia prodigiosa en la que diversos planos se juntan para darnos las realidades geográficas donde suceden los hechos, reconcilia al largometraje con el documental, fusionándose, a fin de servir al mismo propósito. Todo lo demás, remite a momentos de nuestra historia, de nuestra infancia, a “héroes” y “bandidos” sublimados en la fantasía popular, contados de forma oral, precedentes inmediatos de esta narración cinematográfica.
Sobre el papel, antes de ser guion, había dos posibilidades para resolverlo: una, la que el film nos muestra, es decir, la historia de un amor imposible entre esta maestra andaluza, profesionalmente desplazada al norte de España, y un miembro del maquis, que opera en aquella zona; otra, haber trazado una historia de contenidos épicos, analizando el pensamiento y la acción de estos hombres, así como su lucha por la supervivencia. Está claro que Camus se ha apuntado a la primera opción, aunque dando los suficientes matices de la segunda para enriquecer la aventura con verdad y realismo; sean, por ejemplo, los problemas del avituallamiento o el planteamiento que el grupo guerrillero hace sobre el sentido de su lucha.
El sistema de vida de aquella durísima posguerra - año del hambre, racionamiento de víveres, escuela unitaria con profesor único, la sección femenina como portavoz y guía para la mujer, etc. - se incrusta en una narración que tiene mucho de “drama romántico” porque Juana, la heroína, modifica su vida solo en función del amor, por él se desplaza de sur a norte, por él se compromete y se arriesga, incluso empeña su trabajo y está dispuesta a exiliarse. Frente a esta fidelidad, Antonio el maquis, pone la libertad por encima de cualquier otro valor, no en balde ha soportado ya dos guerras y se mantiene en otra que, para él, no ha terminado; la muerte le acompaña en la tensión de un vivir nunca satisfecho. Sobre otros subtemas sutilmente apuntados, el fundamental, el que vertebra la historia, es ese amor concebido “sub especie tragediae”; será imposibilitado por unos y otros para que, juntamente con la libertad, sea un conflicto irresoluble. Presiones políticas, unas veces, presiones sociales, otras, lograrán la destrucción, física o moral, de la persona; ahora, en concreto, con la muerte de Antonio, mientras esa mujer llamada Juana, volverá a su tierra, donde seguirá asumiendo cursos monótonos y prolijos, enseñando y volviendo a enseñar, con nemotecnia de escuela unitaria, el nacimiento y muerte de los ríos de España.
109'