Parece que la idea de reunir a los superhéroes más famosos de Marvel en una sola película no ha sido precisamente mala. Al menos desde un punto de vista económico, pues esta Los Vengadores (por cierto, ¿de quién se vengan? En todo caso, luchan para salvar la Tierra, así que más bien deberían llamarse Los Salvadores; claro que ese título seguramente no es políticamente demasiado correcto…) ha saldado su debut en la taquilla norteamericana pulverizando records, logrando en el primer fin de semana más de 200 millones de dólares, prácticamente lo que ha costado hacerla.
Desde un punto de vista artístico la cosa no ha sido tan boyante, sin por ello querer decir que se trate de un fiasco. De hecho, podría decirse sin faltar a la verdad que este crisol de superhéroes sube claramente un peldaño sobre otros títulos más o menos recientes de Marvel; pongamos por ejemplo la serie de Los 4 Fantásticos. Pero tampoco llega, para que engañarse, a la excelencia de los dos grandes títulos del cine de superhéroes. Referir que son El caballero oscuro y Watchmen seguramente es innecesario, pero los citaremos por si hay algún despistado.
Joss Whedon, el encargado de poner en imágenes este blockbuster, tiene en su haber algunos créditos excelentes, como haber sido coguionista del primer capítulo de la saga de Toy Story y creador y director de varias series televisivas de culto, como Buffy, la cazavampiros, aunque también estuvo implicado en otros proyectos no precisamente brillantes (véanse Titán A.E. o Atlantis. El Imperio perdido).
Los Vengadores tiene como idea sugestiva el hecho de que funciona como secuela a todos los efectos de los últimos episodios de los diferentes superhéroes que la pueblan (iba a escribir superpueblan…); es decir, todos los protagonistas continúan sus historias donde las dejaron, desde Iron Man hasta El Capitán América, pasando por Hulk, Thor y La Viuda Negra. Así que hay una continuidad narrativa que se agradece para los que hemos visto las anteriores entregas individuales (bueno, menos la de Iron Man y La Viuda Negra, que era conjunta…), aunque quizá despiste algo a los que nos las conozcan. Dicho esto, lo cierto es que la historia de la que resulta una secuela más clara es Thor, que puso en pantalla al dios escandinavo homónimo y a su hermano Loki, el Villano de este filme, una deidad de aspecto petimetre y notable mala leche, pero también con sus puntos de humor más bien negro.
Es cierto que hay un tono de mayor complejidad en la trama, que no se sustenta sólo, al menos durante los dos primeros tercios, en las espléndidas escenas de acción, sino también en un juego de inteligencias (cfr. cuando Loki busca, con fortuna, dividir a los superhéroes y utilizar a Hulk en su propio beneficio) que se agradece: todo no va a ser mérito de los chicos de los efectos especiales y visuales.
Pero ciertamente lo que queda es un agradable entretenimiento, que es a lo que aspiraba, lícitamente, esta megaproducción, con el consiguiente resultado de reventar las taquillas de todo el mundo, sin tomar a los espectadores por tontos o subnormales, lo cual es un paso adelante, y con una historia de cierta coherencia, dentro de la inverosimilitud que se le presupone a estas tramas con superhéroes encorsetados en ajustadas mallas.
No deja de ser curioso cómo el cine norteamericano sigue insistiendo con fruición en la idea de la destrucción de sus iconos urbanos: aquí vuelven a hacer polvo Manhattan, como ya lo han hecho en tantas ocasiones anteriores (así a vuela pluma se pueden recordar títulos como Monstruoso, 2012 o Battleship); y que no se diga que es como consecuencia del trauma nacional por el 11-S, porque en Godzilla, que se rodó varios años antes de la fatídica fecha de la destrucción de las Torres Gemelas, ya se hacía cisco la ciudad más famosa del mundo. A lo mejor es una forma de exorcizar sus fantasmas…
Reparto apabullante; aparte de algunos pipiolos que sólo ponen sus cuerpos rotundos (Chris Evans, Chris Hemsworth), tenemos las curvas de escándalo de Scarlett Johansson, que es sexy y buena actriz, y un repertorio de intérpretes más que sólidos: Robert Downey Jr., cada vez mejor en el personaje de Iron Man, un cínico con corazón; Samuel L. Jackson, formidable en su papel de Furia; Stellan Skarsgard, pequeño rol que él resuelve con su habitual solvencia; Mark Ruffalo, que por fin hace reconciliar a un actor con el personaje de Hulk; y Gwyneth Paltrow, quien a este paso, en vez de por Shakespeare in love, va a pasar a la Historia del Cine por la Pepper Potts de la saga de Iron Man...
143'