Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS


Disponible en Apple TV y Prime Video.


Este film, aunque supuestamente es el quinto (y último) de los musicales clásicos USA genéricamente titulados “Melodía de Broadway”, en realidad no lo es, siendo su título español Melodías de Broadway 1955 una ocurrencia del distribuidor español, dado que la traducción del original, The band wagon, se antojaba poco brillante y más bien complicada (¿”El vagón de la banda”? ¿”El carro de la banda”?...). Las anteriores y verdaderas cuatro “Melodías” fueron, por orden cronológico, La melodía de Broadway (1929), La melodía de Broadway 1936 (1935), La melodía de Broadway 1938 (1937) y La nueva melodía de Broadway (1940). Resulta curioso que algunas de esas “melodías” incorporaran en su título (también en el original en inglés) un año, que resultaba ser siempre el posterior al de su estreno, costumbre que esta quinta y apócrifa “melodía”, en España, haría suya, pero en este caso con “dos” años: aparece en el título como Melodías de Broadway 1955, cuando su fecha de estreno fue 1953.

Es cierto que, por lo demás, esta falaz (en España) “melodía” guarda ciertos puntos de contacto con las verdaderas, como el hecho de que la trama narre el más bien convulso montaje  de una obra de teatro musical, e incluso mantenga a alguno de sus actores, como es el caso de Fred Astaire, que ya estuvo en La nueva melodía de Broadway (1940). Por supuesto, el hecho de que el título español no se corresponda con las “melodías” originales no le resta un ápice de interés a este por lo demás estupendo musical.

Y eso que el musical de Hollywood, ya en los años cincuenta, había evolucionado en las temáticas y estéticas de los años treinta, sobre todo, pero también de los cuarenta, unas temáticas y estéticas en las que preponderaba el vistoso espectáculo de luces y colores (o blanco y negro) sobre las historias más bien inanes, romances blancos en los que la bella y el galán, tras algunos escarceos y algunas mínimas complicaciones, terminaban cantando, bailando y amándose para siempre. Los años cincuenta, quizá a causa de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, pero también por otras influencias (el existencialismo, por ejemplo), devino en una variante en los musicales que se hicieron más adultos, más introspectivos, más intelectualizantes; estamos hablando de Cantando bajo la lluvia, de Brigadoon, de Siempre hace buen tiempo, de Un americano en París, de Carmen Jones. Todas ellas eran, son, grandes películas musicales de inolvidables números bailables y cantables, pero también todas ellas tienen un punto de reflexión del que carecían, generalmente, sus homólogos de las décadas anteriores. Por supuesto, en los cincuenta siguieron existiendo los musicales de temáticas febles, pero ya no fueron los únicos, y desde luego fueron batiéndose en retirada sobre todo a partir de comienzos de los sesenta y el golpe sobre la mesa que dio West Side Story (la de verdad, la de Wise y Robbins, no la de Spielberg), que cambió el canon del musical para siempre.

Basada en el musical homónimo, The band wagon, estrenado en los teatros neoyorquinos en 1931, Melodías de Broadway 1955 también participa de ese tono “distinto” al que aludimos: la historia comienza en una subasta en la que salen al mejor postor piezas de la estrella del musical Tony Hunter, actor, bailarín y cantante ya cincuentón y en horas bajas, aunque él cree que sigue siendo el puto amo. A su llegada a Nueva York se encuentra con dos de sus escasos fans irredentos, el matrimonio de libretistas compuesto por Lester y Lily Marton, que tienen nueva comedia musical que quieren que interprete Hunter, lo que pondría de nuevo al viejo actor en la cresta de la ola. Se lo presentan al productor Jeffrey Córdova (sic), quien cree ver en la obra una versión del Fausto de Goethe y decide producirla, dirigirla e interpretarla. Córdova intenta fichar a la diva del ballet clásico Gabrielle Gerard; aunque lo consigue, la relación de la mujer con Tony, desde el principio, resulta más bien tormentosa, con los egos de ambos campando a sus anchas, por lo que los ensayos se convierten en insufribles...

Decíamos que la película se desmarca de las historias tontorronas del musical de los años treinta y cuarenta (con las excepciones que procedan, por supuesto), y en este caso una de las evidentes diferencias sería la aparición del que podríamos denominar “síndrome de la estrella olvidada”, bien que en clave de comedia, pero no demasiado lejano, conceptualmente hablando (aunque sin su locura), al del personaje de Norman Desmond en Sunset Boulevard.

Melodías de Broadway 1955 habla de la evolución del arte, del musical, desde la época clásica de los treinta y cuarenta hasta el “aggiornamento” de los cincuenta, probablemente la época dorada del musical yanqui “con contenido”: aquí tendremos no solo el duelo de egos de los protagonistas, sino toques irónicos contra las lecturas estrambóticas de artistas con ínfulas (verbigratia la forzada adecuación de la comedia musical a los parámetros del Fausto), o la más que plausible hibridación del musical con otros géneros, como la hermosa simbiosis entre el “film noir” y el cine musical, con las claves del cine negro tibiamente paródicas, en una deliciosa secuencia, llena de imaginación y creatividad.
 
Estamos entonces ante una divertida, pujante comedia musical que se ríe de sí misma e incide de lleno en el concepto de la evolución del musical, haciéndolo más maduro, más inteligente, menos “nonsense”, en una sentida reivindicación del musical: jovial, vibrante, alegre, pero a la vez también ácido, agudo, autoirónico.

Se suceden los números en estado de gracia: el mejor, o al menos el que más ha perdurado en el tiempo, es el espléndido That’s entertainment!, “¡Esto es espectáculo!”, casi un himno del musical de Hollywood, y que con el tiempo daría título a una espléndida antología cinematográfica dirigida y producida por Jack Haley Jr. en 1974. También son resaltables otros magníficos números bailables, como el inicial con el limpiabotas, electrizante, o el de la pareja protagonista danzando solos en Central Park, por no hablar del delicioso número de los tres bebes adultos.

Vincente Minnelli, que se desempeñaba igual de bien en comedia, musical y drama, consigue aquí otra de sus cimas, a la altura de Un americano en París, Cautivos del mal, Brigadoon, El loco del pelo rojo o Como un torrente, todas ellas rodadas en los años cincuenta, la mejor década del cineasta italoamericano. Y es que este director se encontraba igualmente cómodo filmando los brillantes diálogos, en los que abundan las referencias, veladas o abiertas, hacia la edad del protagonista (evidentemente un trasunto del propio Fred Astaire), como en la sabia, exquisita utilización del color, en la que Minnelli fue siempre un consumado maestro.

De los personajes del film cabría citar algunas curiosidades tales como que el rol de Jeffrey Cordova, un tipo endiosado y ególatra, está inspirado en el poderoso productor, director y actor portorriqueño José Ferrer, o el hecho de que se le adjudicara al rol de Astaire algunas de las manías de éste, como su escasa inclinación a actuar con actrices más altas que él, aunque el hecho de que el bueno de Fred consintiera en hacer humor con ello confirma que, además de grande bailando, era capaz de reírse de sí mismo, lo que lo hace más grande todavía...

Estupenda pareja la formada por Astaire y Cyd Charisse, de la que se decía que tenía las piernas más largas de Hollywood, y que, paradójicamente, se dedicó en su infancia al ballet para superar las secuelas de un ataque de polio que la aquejó durante una parte de su niñez.

(22-05-2023)


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112'

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Melodías de Broadway 1955 - by , Jun 04, 2023
4 / 5 stars
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