Douglas Sirk tiene un lugar privilegiado en la Historia del Cine gracias a una serie de magníficos melodramas que dirigió en los años cincuenta: Obsesión (1954), Solo el cielo lo sabe (1955), Escrito sobre el viento (1956), Interludio de amor (1957), Ángeles sin brillo (1957), Tiempo de amar, tiempo de morir (1958) e Imitación a la vida (1959), conforman un ramillete de potentes drama a los que el cineasta de origen alemán supo insuflar una fuerza y a la vez una sensibilidad poco comunes, con un brillantísimo uso del color y de las sombras, en lo que se podría denominar como “melodrama expresionista”.
Pero Sirk, como buen cineasta que trabajó en el Hollywood clásico, hizo para los grandes estudios películas de todo tipo, como este Pacto tenebroso, un thriller entreverado de drama, ambientado en el tiempo de su filmación, hacia finales de los años cuarenta. La acción se inicia con una mujer, Alison, que se despierta en el compartimento de un tren, sin que sepa cómo ha llegado hasta allí. En su casa, su marido se extraña de que haya desaparecido. Llama a la policía, aunque finalmente Alison llama por teléfono explicando que no sabe cómo ha llegado hasta ese tren. Ya de vuelta, el marido le insiste en que sería conveniente que la tratara un psicólogo, a lo que ella accede. Alison conoce a un hombre, Bruce, a través de una amiga, que empieza a sospechar que algo no parece normal en lo que está pasando con la mujer...
Pacto tenebroso es la típica historia sobre lo que en psicología se conoce como “hacer luz de gas”, táctica para hacer creer que una persona está enloqueciendo, término acuñado a partir de una obra de teatro, Luz de gas (Gaslight), que se representó por primera vez en 1938 y que pronto fue llevada al cine en dos versiones en su momento muy populares, Luz de gas (1940) y, sobre todo, Luz que agoniza (1944), esta última con dirección del exquisito George Cukor y con un notable reparto, Ingrid Bergman, Charles Boyer y Joseph Cotten. En Pacto tenebroso la figura es la misma, aunque la historia no lo es. En puridad, se trata de la conspiración perpetrada por el marido y su amante, además de otras dos personas reclutadas “ad hoc” para ello, a fin de hacer pasar por loca a la desprevenida esposa y recluirla en un sanatorio psiquiátrico o, si fuera preciso, acabar con su vida.
Lo cierto es que quizá no fuera este tipo de películas la que mejor cuadre con la sensibilidad y el talento de Sirk, que se encontraba mucho más a gusto, como hemos indicado, en el melodrama. No obstante, ello no significa que Pacto tenebroso carezca de interés, ni mucho menos: es un thriller psicológico bien trenzado, con una historia que se sigue con agrado, con una interesante gradación en la tensión narrativa y una sugestiva utilización de luces y sombras para crear una atmósfera de pesadilla. Tiene, además, algunos curiosos apuntes argumentales, como el personaje de la amante que precipita los acontecimientos con sus exigencias al marido adúltero, siendo un personaje este, el de la amante, casi un arquetipo dentro del cine negro: la vampiresa, la mujer libre y “con pasado”, aquí con evidentes connotaciones egoístas y codiciosas: “quiero todo lo que tiene ella”, le espeta a su amante, no importándole lo que tenga que hacer para conseguirlo. Desde el punto de vista del siglo XXI en el que escribimos, parece evidente que su personaje, el único realmente libre femenino (no lo es la protagonista, ni la pánfila esposa del compinche del marido), está pintado sin embargo con tintes negativos, algo que, por lo demás, era absolutamente comprensible en aquella época. Ella es el súmmum de la maldad, alguien sin resquicio para la piedad ni la compasión, que utiliza sus encantos femeninos para reeditar una libérrima versión de La mujer y el pelele, una historia de encoñamiento, como podemos decir en nuestro tiempo pero hubiera sido impensable cuando se rodó este film.
Por el contrario, el personaje central, la Alison que compone Claudette Colbert, se nos presenta como una mujer desprevenida, que no se da cuenta de que el marido la está emboscando para quitarla de en medio, una mujer poco espabilada, que vive en el mejor de los mundos posibles, una vida llena de fiestas y jolgorios que despierta la envidia de la amante de su esposo. Aunque es el personaje positivo por antonomasia (junto al de su progresivamente cortejante amigo Bruce), lo cierto es que Alison es una gran dama de modales exquisitos pero tirando a tonta del bote, aunque evidentemente no era esa la intención de los guionistas y el director.
En el reparto la figura principal es Claudette Colbert, ya entonces una estrella de Hollywood, aunque aquí tampoco tuvo mucha oportunidad de lucirse. Del resto nos quedamos con Rita Johnson, que encarnaba con acierto a la pérfida vampiresa que enredaba al marido, y, en un papel muy secundario, Raymond Burr, que poco después sería el villano de La ventana indiscreta y más tarde protagonizaría dos de las series televisivas más populares de los años cincuenta y sesenta, Perry Mason y Ironside.
(09-05-2020)
97'