Esta película está disponible en el catálogo de Netflix, Plataforma de Vídeo Bajo Demanda (VoD).
Porco Rosso fue el cuarto largometraje que dirigió Hayao Miyazaki para su sello Studio Ghibli, tras El castillo en el cielo (1986), Mi vecino Totoro (1988) y Nicky, la aprendiz de bruja (1989); Nausicaä del Valle del Viento (1984), que se suele considerar como otra de las producciones de Ghibli, jurídica y por tanto legalmente no lo es, como ya hemos comentado en otras ocasiones. En este film vuelve a aparecer uno de los temas recurrentes en el cine de Miyazaki, la aviación, que de una forma u otra, ha estado en buena parte de sus films, en muy diversas maneras. Pero en Porco Rosso lo hace de forma específica y monotemática, al ser su protagonista un veterano piloto de hidroaviones y girar toda la historia en torno a esas bellas aeronaves. Incluso aparece en un momento dado el motor del famoso avión Caproni Ca.309 Ghibli, del que el estudio tomará el nombre. Ello da idea de la fascinación de Miyazaki por el tema de la aviación, y en concreto por la aviación italiana de los años treinta, época en la que se sitúa la acción de la película.
Se nos cuenta la historia del conocido por todos como Porco Rosso, aunque su verdadero nombre es Marco Pagot, un piloto que luchó en la Primera Guerra Mundial en las filas de su país, Italia, pero que en una batalla aérea en la que todos sus compañeros resultaron muertos fue objeto de un extraño hechizo que le convirtió en mitad hombre, mitad cerdo. Ya en los años treinta, en el período entreguerras, con Mussolini y los fascistas en el poder en Italia, Porco ejerce como cazarrecompensas en el Adriático, liberando los rehenes que hacen los piratas del aire, que son sus más encarnizados enemigos. El gobierno intenta reclutarlo para su ejército, pero Porco no tiene interés alguno en tal cosa, mostrando su desafección hacia la causa fascista. Tras la defunción de su viejo hidroavión, encargará la construcción de otro más nuevo y rápido, pero el profesional ingeniero aeronáutico que ejercerá como tal será... una mujer, la joven Zio, que se enamorará de este héroe hosco y malhumorado, aunque siempre honesto a carta cabal. Otra mujer, Gina, que canta en un cabaret y le espera eternamente, también estará enamorada de él...
Porco Rosso es, como decimos, la máxima expresión del amor por los aviones de Miyazaki. Aunque con posterioridad hay otro film también muy próximo al tema (y también muy interesante), El viento se levanta (2013), se puede considerar que Porco Rosso es su obra canónica sobre la aviación, su declaración de amor más entregada al tema de los aviones, en este caso de los hidroaviones, esos fascinantes aparatos capaces de amerizar y despegar desde superficies líquidas. También está su amor por Italia, país que visitó de joven, y por los cerdos, animales que le parecen subyugantes. De esa particular confluencia de gustos surge esta Porco Rosso, que hunde sus raíces temáticas en el cine más típico de Miyazaki y Studio Ghibli (pacifismo, ecologismo, feminismo), pero también con peculiaridades que no se dan en otras películas del estudio, como el hecho del protagonista exclusivamente masculino (cuando en Ghibli es mucho más frecuente el femenino, o compartido) y el tono temático más oscuro, con la inminencia de la Segunda Guerra Mundial, que ya se barruntaba.
Están, por supuesto, los preciosos aviones de época, tanto los que refleja la acción en el tiempo en el que se desarrolla la acción, los años treinta, como los que aparecen en flashbacks de la Primera Guerra Mundial, en los años diez del siglo XX. El dibujo es muy antropomórfico; salvo por la excepcionalidad del personaje central, un hombre transformado en un híbrido entre varón y cerdo, es bastante realista, buscando acercarse a las características de los seres humanos e imitar razonablemente su movimiento.
Temáticamente, Porco Rosso presenta algunos de los temas habituales en Ghibli y Miyazaki, ya citados, como el feminismo, aquí tamizado por el inicial prejuicio antifemenino y la ruda masculinidad del protagonista, que recuerda a veces el arquetipo de un John Wayne, incluida la brutal pelea a puñetazos del último tramo del film, pero que sin embargo aparece en todo su esplendor con el personaje de Zio, la chica ingeniera aeronáutica que será la que diseñará y dirigirá la construcción del nuevo hidroavión de Porco, y quien la realizará será un equipo formado exclusivamente por mujeres (justificado argumentalmente porque los hombres han sido llamados todos a filas, en previsión del inminente conflicto bélico); el pacifismo y el ecologismo (aquí quizá el tema menos tocado, siendo sin embargo uno de los preferidos de Ghibli); hay además otros temas curiosos y poco frecuentes en las películas del estudio, como cierto tono que lo emparenta con el cine negro, como las escenas en el cabaret y el personaje de Gina, la cantante, una mujer “con pasado” que recuerda, sin cargar las tintas, los roles de vampiresa del “film noir” norteamericano de los años cuarenta y cincuenta. También es novedad que aparezca por primera vez en Ghibli un amor humano entre adultos, en este caso con un triángulo (no consumado: es una producción que tiene como público objetivo niños y jóvenes...) formado por Porco, Gina y Zio, amando estas dos últimas al cerdo sin que este (acaso traumatizado por su aspecto porcino) acceda al amor de ninguna de ellas. El tema fantástico apenas aparece, más allá de la peculiar morfología porcina del protagonista y de la bellísima y esencial escena de la “llanura de niebla” que dará lugar a la maldición que le perseguirá de por vida, la visión espectral de decenas de aviones ascendiendo como flotando hacia el cielo de los aviadores, mientras Marco, que también debería haberles seguido, mantiene inexplicablemente la vida pero con otra forma, otro aspecto.
Película que en su momento fue un gran éxito de taquilla donde quiera que se exhibió, el tiempo la ha convertido justamente en un film de culto, una de las grandes obras de Studio Ghibli y Hayao Miyazaki, aunque por nuestra parte consideramos que algunos otros títulos de productora y realizador, quizá menos míticos, son cinematográficamente más interesantes, sin por ello quitar mérito a esta fascinante historia del aviador que se convirtió en cerdo y con ello renunció al amor, pero no a la aventura.
(17-05-2020)
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