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Hace ahora 12 años, en 2012, se cumplieron 50 años del estreno de la que se considera primera película de la franquicia de James Bond, Agente 007 contra el Dr. No (en su original titulada simplemente Dr. No, 1962). Con motivo de tal efeméride, Stevan Riley (Irlanda del Norte, 1975), reputado director, productor y montador mayormente de documentales, afrontó este Todo o nada, al que en España se le ha añadido en el título el más esclarecedor La historia de 007, un film que pretende (y nos parece que lo consigue) historiar con amenidad la génesis y trayectoria de este personaje, James Bond, el agente 007 del MI6, al servicio de Su Majestad Británica, con licencia para matar, que sin duda ha cambiado absolutamente, en esos 50 años (pero también en los siguientes 12, hasta este 2024 desde el que escribimos estas líneas), la concepción de la figura del agente secreto, espía o personal adscrito a los servicios de inteligencia, como se le quiera denominar, dependiendo del grado de eufemismo que queramos usar.

Riley opta por el más clásico, también el más confortable (y, por qué no, agradable para el espectador) de los planteamientos, contarnos cronológicamente la historia del personaje James Bond, presentándonos al autor de las novelas que lo desarrollaron, Ian Fleming, que fue agente de inteligencia de la Marina Británica (la mítica Royal Navy) durante la Segunda Guerra Mundial, aunque, como se suele decir, no pegó ni un tiro, al desarrollar su carrera militar siempre desde la retaguardia, pero con una gran importancia estratégica en el diseño de varias operaciones militares, como la conocida como Operación Goldeneye, nombre que posteriormente designaría la casa donde el escritor vivió en Jamaica durante la última parte de su vida, y también sería el título de una película de la franquicia. Sobre Fleming los entrevistados y el narrador nos cuentan que tras la Segunda Guerra Mundial perdió el rumbo y no tenía demasiado claro qué hacer con su vida; el tabaco, el alcohol y una vida un tanto disipada tampoco ayudaban. Cuando, buscando caminos, escribió la primera novela sobre Bond, Casino Royale, en 1953, basándose en las historias que conocía del mundo de los servicios secretos, parece que encontró un propósito real en su vida. Se narra el ya conocido hecho de que el nombre de James Bond lo tomó Fleming del verdadero nombre de un autor de libros sobre pájaros, así llamado, porque le pareció eufónico y muy apropiado para el personaje. A partir de ahí, conoceremos cómo Fleming siguió escribiendo novelas de la serie, que fueron bien aceptadas por el público, si bien su interés porque fueran llevadas al cine no tuvieron, en principio, mucha fortuna, aunque la televisión norteamericana CBS sí que le compró los derechos para hacer una TV-movie sobre su primera novela. Así surge Casino Royale (1954), la primera de las tres versiones, muy distintas, que se hicieron sobre la novela; ese primer Casino Royale se podría denominar ciertamente como un incunable, un telefilm que casi nadie ha visto y que, desde luego, es una rareza sin apenas puntos de contacto con la posterior serie y, de hecho, no forma parte de la franquicia.

Se habla después en el documental sobre los azares y carambolas que hicieron que los productores históricos de la serie, el canadiense Harry Saltzman y  el neyorquino Albert Broccoli, se hicieran con los derechos de las novelas de Fleming; el primero se endeudó hasta las cejas para comprar esos derechos pero se quedó sin dinero para llevar las novelas al cine, y el segundo, también interesado, puso ese dinero y los contactos necesarios para financiar los proyectos fílmicos. La historia de ambos, Saltzman y Broccoli, con su asociación inextricable durante los primeros años, pero también con su ruptura en los años setenta, será objeto también de comentario y análisis en el documental, así como uno de los sucesos que pusieron al borde del abismo a la franquicia, la reclamación judicial que el guionista Kevin McClory hizo sobre sus derechos del guion de Operación Trueno, que coescribió en unas noches de farra y alcohol con Fleming, lo que hizo que Saltzman y Broccoli tuvieran que cederlos, por decisión judicial, y en el futuro abocaría a una guerra sin cuartel entre McClory y los productores oficiales.

Aparecen, por supuesto, los seis hombres que han interpretado a Bond en la franquicia; todos son entrevistados para el documental, excepto Sean Connery, quien, a pesar de la insistencia de Riley, se negó a ello reiteradamente. Pero, por supuesto, Sean aparece en algunas entrevistas concedidas con anterioridad, en las que habla también de su personaje. Uno tras otro aparecerán en pantalla el propio Connery, en esas entrevistas de archivo, pero también George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan y Daniel Craig, que hasta la fecha en la que se escriben estas líneas han sido los actores que han encarnado a Bond. Dicho sea lo de actor en sentido lato, porque en el caso de Lazenby él mismo se encarga de contar a cámara que no era intérprete profesional, y que, cuando se enteró de que Connery había abandonado por primera vez la saga (después lo haría una segunda), fue tan insistente en conseguir el papel que, extrañamente, lo consiguió. Se ve que le cayó en gracia al director encargado (Peter R. Hunt, autor de un único título, el más bien horrible 007 al servicio de Su Majestad Británica), porque de otra forma no se entiende que una franquicia que ya entonces movía cientos de millones de dólares o de libras se pusiera en las manos de un recién llegado que, aparte de una evidente guapeza, carecía de técnica actoral y era tan arriesgado como poner a hacer de 007 a Chiquito de la Calzada…

Después aparecerán, como queda dicho, los siguientes Bond: Moore, Dalton, Brosnan, Craig… como curiosidad, evidenciando que no se ocultan cuestiones poco amables sobre los productores, Brosnan contará cómo, tras interpretar a 007 en cuatro títulos, fue despedido con una mera llamada telefónica de Barbara Broccoli, una llamada que, además, no explicó demasiado bien (más bien no lo explicó) el motivo de prescindir de sus servicios.

Todos ellos hablarán de su experiencia en la serie, como Moore cuando habla de que él tuvo claro que tenía que hacer su propio Bond, sin intentar replicar el de Connery, y así surgió un 007 con más humor, irónico, seductor sin ser avasallador, también en ese sentido más blando; Dalton, de exquisita trayectoria shakespeareana, hablará de que apenas tuvo tiempo para desarrollar su personaje en los dos títulos que protagonizó, siendo además el segundo, Licencia para matar, muy oscuro, muy adelantado a su tiempo, lo que propició su descalabro comercial; Brosnan cuenta cómo estuvo a punto de ser el Bond posterior a Moore, pero un giro del destino en el último momento le obligó a continuar con su serie televisiva Remington Steele, a la que estaba atado por contrato, y no pudo acceder a ese papel soñado hasta varios años después; y sobre Craig lo más llamativo serán dos cosas: una, la de la configuración de un Bond que conecta con el primer 007 de Connery, pero más estilizado, más cosmopolita, también más ambiguo; y dos, en su momento los fans de la serie no tuvieron nada claro que fuera el actor ideal, con ese pelo rubio y esa talla relativamente baja (el más “bajito” de todos, con 178 cm de altura); incluso Sam Mendes, el director que después le dirigiría en dos de los Bond del siglo XXI más interesantes, Skyfall (2012) y Spectre (2015), expresa en pantalla sus dudas iniciales sobre la idoneidad de Craig como 007. Sin embargo, Daniel lo interpretaría en cinco films, hasta el último, Sin tiempo para morir (2021), convirtiéndose en un actor fiable y que cinceló un Bond de interés, con facetas conneryanas pero también otras puramente propias.

Se dice en el documental, y creemos que no está lejos de la verdad, que el éxito de la franquicia comienza lógicamente en las novelas originales de Fleming, que creó sobre el papel este personaje ciertamente carismático, de características bien definidas: acción, apostura, defensa de la ley, virilidad, seducción, violencia. Pero además de eso, hubo una serie de convergencias que la convirtieron en un producto de éxito transgeneracional que lleva 60 años en el candelero: por supuesto, el propio personaje, y en concreto Sean Connery, que fijó el arquetipo, después modulado pero no cambiado por los posteriores actores que lo interpretaron. Pero también fue mérito de Terence Young, el director de los dos primeros Bond, Dr. No y Desde Rusia con amor, que le confirió el sentido y el estilo que después ya han sido característicos del personaje. También fue determinante el hecho de que, con solo algunas muy puntuales excepciones, toda la saga haya tenida a la misma familia (los Broccoli y los Saltzman, primero, después solo los Broccoli) a los mandos, como productores, desde el principio... Otros factores en absoluto irrelevantes fueron importantes en el éxito de la franquicia: los creativos guiones de Richard Maibaum de los primeros films, el muy reconocible diseño de producción de Ken Adam, los preciosos y plenamente identificables títulos de créditos de Maurice Binder, la música de John Barry, las hermosas y pegadizas canciones, entre el pop, el jazz y el rock, que han evolucionando también a lo largo del tiempo… Un equipo con talento que supo hacer un producto de primera línea, por supuesto de corte plenamente comercial.

Todo o nada: la historia de 007 nos parece un film muy bien documentado, acertadamente explicado y narrado, con abundancia de escenas de las películas de Bond, algunas de las cuales, inteligentemente, se utilizan para ilustrar historias ajenas a las películas, historias del entorno de los productores y de los actores, confiriéndoles entonces un sentido distinto al original, y aportando una forma novedosa y creativa de presentar lo que se nos está contando.

Las personas entrevistadas son muchas y de interés; aparte de los actores que interpretaron a Bond en la franquicia (salvo Connery, como queda dicho), aparecerán otros intervinientes, desde el diseñador de producción Ken Adam a, entre otros, los intérpretes Judi Dench, Rosamund Pike, Christopher Lee (por cierto, primo lejano de Fleming) y Famke Janssen, además de la productora Barbara Broccoli… incluso aparece el expresidente norteamericano Bill Clinton, que se declara un irredento fan de la serie 007, lo que Riley conoció a través de Pike, quien a su vez conocía a Chelsea Clinton y pudo contactar con él a través de su hija.

Un producto, entonces, muy acertado para entender el devenir de la franquicia más longeva del mundo, y las razones de esa longevidad. Riley, que tenía ya un buen puñado de documentales a sus espaldas, demuestra sus tablas en el formato, pero también su imaginación y creatividad a la hora de presentar su historia. El film se cierra con una frase solemne pero que nos parece no está exenta de verdad: La historia de 007 es una historia de espías que supera todas las demás; con ella, Bond pagó su deuda con Ian Fleming: le dio la vida eterna…

(20-04-2024)


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98'

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Todo o nada: la historia de 007 - by , Apr 20, 2024
3 / 5 stars
La vida eterna de Ian Fleming