Pelicula:

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Realmente no se entiende por qué Steven Spielberg, un tipo con la cabeza bien amueblada y con mucho sentido común (entre otras virtudes), ha decidido hacer una nueva versión de la para muchos inmortal West Side Story (1961), incurriendo con ello en poco menos que una herejía para los innumerables fans de este musical por el que no pasan los años; qué digo no pasan los años, pasan pero para mejor: hemos visto la original WSS algo así como seis o siete veces, y cada vez nos parece más buena...

Así que, ¿cómo ha osado el por lo demás tan interesante cineasta, profanar uno de los títulos míticos del cine? ¿qué podía aportar él a esa historia inmortal, una versión libérrima del Romeo y Julieta shakespeareano trasplantado al Upper West de Nueva York? Que conste que, fieles siempre a la intención de tener la mente abierta a nuevas propuestas, acudimos a verla procurando evitar prejuicios. Pero es imposible ver la nueva West Side Story sin tener, a cada momento, la tentación de comparar con el original, cada escena, casi cada plano... Y en esa comparación, inevitable aunque no se quiera, la versión de Spielberg pierde por goleada.

Para centrar el tema, y por hacer un poco de historia, esta West Side Story (2021) es la nueva versión del espectáculo musical que Arthur Laurents (libro), Leonard Bernstein (música) y Stephen Sondheim (letra) estrenaron en Broadway en 1957 (en el Winter Garden Theatre, concretamente), y que cuatro años después Robert Wise y Jerome Robbins (que se había encargado de la dirección escénica y la coreografía del espectáculo en Broadway) llevaron a la gran pantalla en una fastuosa obra maestra. Los autores del musical (llevado en su esencia a la gran pantalla por Wise & Robbins) imaginaron trasplantar Romeo y Julieta a un universo, el Nueva York de principios de los años sesenta del siglo XX, en el que Capuletos y Montescos se convierten en sendas bandas juveniles de anglosajones y puertorriqueños, todos ellos pobres de solemnidad, enfrentados por prejuicios raciales; cuando dos de sus miembros, Tony, por parte de los anglos, y María, por la de los borinqueños, se enamoran contra el parecer de sus gentes, la tragedia estará servida...

Como decimos, es imposible sustraerse de comparar cada plano, cada escena, cada secuencia. Spielberg ha optado por la copia en los números musicales, manteniendo las canciones tal cual y con una coreografía que recuerda poderosamente la original, aunque no sea igual, pero sin embargo se ha decidido por, en casi todos los casos, cambiar los escenarios donde transcurren, en un error conceptual. El más clamoroso quizá sea el número en el que se canta “América”, uno de los más famosos bailables del musical, originalmente en la WSS de Wise y Robbins situado en una azotea del barrio de los puertorriqueños, y aquí trasladado por Spielberg a las calles, con la no tan secreta intención de hacerlo más grande, más espectacular. Y sí, es espectacular, y queda vistoso... pero nada que ver con el original, que tiene la justa medida de lo necesario, ni más, ni menos... el número cómico “Gee, officer Krupke!”, trasladado a la comisaría, resulta innecesariamente abigarrado, como si Spielberg quisiera enmendar la plana a sus ilustres predecesores con una planificación que, a ratos, resulta confusa. Pero quizá el error más clamoroso sea el de la escena del flechazo entre María y Tony, en el baile del gimnasio, que en Wise & Robbins es sencillamente delicioso, arrebatadoramente romántico, un haz de luz que ilumina exclusivamente a los enamorados y deja en las sombras al resto, y aquí se traslada a la zona trasera del graderío, casi en penumbra, perdiendo la luminosidad, el destello portentoso del momento mágico en el que esos dos corazones tan distintos se sienten absolutamente enamorados.

Por supuesto que la película se deja ver sin problemas: es Spielberg, uno de los cineastas más importantes que haya dado la Historia del Cine, con éxitos (comerciales y artísticos) del calibre de Tiburón, En busca del Arca perdida, E.T., el extraterrestre, Parque Jurásico, La lista de Schindler, Salvad al soldado Ryan o El puente de los espías, por citar solo algunos films indiscutibles, aunque también es cierto que ese mismo director es el responsable de fiascos, también comerciales y artísticos, como 1941, Always, Amistad, La guerra de los mundos (2005) o Mi amigo el gigante. Pero la factura es perfecta, los números bailables están coreografiados con sumo gusto y los actores en este caso cantan todos, no como en el original, en el que los protagonistas fueron en su mayoría doblados. Pero, ¿qué más da quién canta si el resultado es, como es el caso (siempre en nuestra opinión, por supuesto), muy inferior al original?

Porque además el problema de WSS (2021) es que es una película que no emociona: la original llegaba al espectador sin ambages, directamente, te creías, te crees el amor avasallador, sin barreras (como se retituló en España y en Hispanoamérica la peli: “Amor sin barreras”), entre Tony y María; aquí, sin embargo, no te crees que ese amor más grande que la vida exista en realidad, aunque lo proclamen a los cuatro vientos; ves la mirada de Ansel Elgort hacia Rachel Zegler, y no tiene nada que ver con la mirada enamorada de Richard Beymer sobre Natalie Wood (y mira que Beymer no era precisamente un gran actor...). Y para remate de los tomates, Spielberg obliga a Elgort a hacer una “cobra” a Zegler: vamos, ni al que asó la manteca se le ocurre poner algo así entre dos enamorados hasta las trancas...

Ha sido un error conceptual hacer este “remake”: los musicales en cine han pasado de moda; de hecho, no hay un solo éxito reciente de ese género, que tuvo su época dorada y (a nuestro pesar, porque nos gusta mucho) hace años que su tiempo pasó, por razones varias; también el propio hecho de versionar de nuevo un “intocable” (como Casablanca, como Lo que el viento se llevó, como Gilda...) es otra equivocación, como ya le pasó a Gus Van Sant cuando hizo su Psycho, horrible versión de la mítica Psicosis; ¿qué esperaba, entonces, Spielberg, perpetrando este innecesario “remake”? No podía aspirar (como así ha sido: se ha dado un batacazo monumental en taquilla) a recaudaciones estratosféricas, ni tampoco a mejorar al clásico. Entonces, Steven, ¿a qué ha venido esto?

Dicho lo cual, si alguien, en algún rincón del planeta, no ha visto la original, puede que le parezca una peli resultona. El resto del personal nos parece que mejor se abstenga, so pena de enojarse sin necesidad...

Volviendo a los intérpretes: ¿no había otro actor mejor que Ansel Elgort para el papel de Tony? Elgort es de la estirpe de los “cara-de-palo”, que para pelis como Baby Driver, su mayor éxito hasta ahora, venía muy bien, pero no para el enamorado por excelencia del cine romántico de los últimos sesenta años. Rachel Zegler puede dar juego en el futuro, pero por ahora, como decimos en mi tierra, está bastante “crúa”. Tampoco David Alvarez como Bernardo nos convence; el recuerdo de George Chakiris en ese mismo personaje lo empequeñece como si fuera el protagonista de El increíble hombre menguante... Nos ha gustado, eso sí, Ariana DeBose como Anita, a nuestro parecer la única actriz (o actor) que está al mismo nivel de la original, que fue Rita Moreno, y que aquí, en un guiño cinéfilo de Spielberg, interpreta a Valentina, la dueña del bar de Doc. Moreno, por cierto, es la única que nos emocionó en su interpretación de “Somewhere”, la voz delicada de una anciana de casi noventa años dando una lección de cómo cantar con el corazón en vez de con las cuerdas vocales...

Lástima de costeado empeño (100 millones de dólares, que para un musical actual es una brutalidad). A nuestro entender el fracaso de WSS (2021) tendrá dos consecuencias, una buena y una mala; la buena, que es bastante improbable que a partir de ahora, con este batacazo en taquilla, haya quien se atreva a versionar otros clásicos del musical: no queremos imaginarnos lo que podrían hacer con Siete novias para siete hermanos o con Cantando bajo la lluvia; la mala, que por esa misma razón del castañazo comercial, se considere que el musical es un género maldito y no se hagan más...

Nota a pie de página: la versión que hemos visto es la doblada al español. Nos ha chocado que el acento por el que se ha optado para los puertorriqueños parezca una mezcla entre el doblaje del gato Silvestre (el que perseguía siempre sin éxito a Piolín), y el de la criada Mammy de Lo que el viento se llevó (ya saben, aquella que decía “señorita Escarlata, señorita Escarlata...”). Otro error, en este caso entendemos que no imputable a Spielberg sino a la distribuidora en España, pero que desde luego no ayuda precisamente a tomarse en serio esta nueva versión...

(29-12-2021)


 


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West Side Story (2021) - by , Mar 11, 2022
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