Serie: Riviera

La acción se desarrolla en la Costa Azul, en nuestros días, en la segunda década del siglo XXI. Constantine Clios, importante empresario de origen griego, casado en segundas nupcias con su asesora de arte, Georgina, muere en la explosión del yate en el que se encontraba con otras muchas personas. La tragedia sacude tanto a la nueva esposa como a su familia, compuesta por los hijos que tuvo con Irina, su exmujer: Christos, Adam y Adriana. Mientras la Policía francesa investiga el suceso, Georgina se dará cuenta de que no conocía tanto como creía a su marido, descubriendo secretos que este le ocultaba, habiendo estado envuelto en turbios asuntos relacionados con el mercado del arte y el blanqueo de capitales, entre otros oscuros negocios...

La serie Riviera presenta en sus créditos como creador a Neil Jordan, si bien es cierto que el reputado cineasta irlandés ha renegado del producto, aduciendo que los guiones fueron reescritos sin su consentimiento e introducido escenas que él no había previsto. De una forma u otra, lo cierto es que no retiró su nombre de los créditos, por lo que, a todos los efectos, hay que considerarla como una serie de su creación. Lo cierto es que Jordan, como es sabido, es un director de larga trayectoria, que empezó a dirigir cine a principios de los años ochenta, habiendo conseguido éxitos tan conocidos como Mona Lisa (1986), Juego de lágrimas (1992) o Entrevista con el vampiro (1994). Su nombre es un icono del cine europeo independiente de calidad, si bien es cierto que en este siglo XXI su estrella ha ido languideciendo, sin reverdecer pasados laureles.

Su entrada en el universo de las series se había producido hace ya unos años, con la costeada y opulenta miniserie Los Borgia (2011-2013), abandonando ahora el audiovisual de época para centrarse en el escenario de lujo y esplendor que evoca el nombre de la Costa Azul, imaginando la historia de Georgina Clios, la norteamericana asesora de arte de Constantine Clios que finalmente casó con él, y los hechos que se precipitan cuando el magnate es presuntamente asesinado en la explosión de un yate fondeado en el Mediterráneo, en las costas francesas. A partir de esa tragedia iremos conociendo tanto a la propia Georgina como a la familia del finado, así como a relaciones de unos u otros, mientras la Gendarmerie investiga lo sucedido.

La serie consta (hasta el momento de escribir este texto) de dos temporadas. En la primera los hechos están relacionados con la desaparición en la explosión del magnate Clios, y el descubrimiento por parte de Georgina de las trapacerías de altos vuelos ejecutadas por su marido, pero también las relaciones entre la joven viuda, la ex del esposo y los hijos de estos, unas relaciones en las que hay de todo. Habrá también espacio para las mafias, con un siniestro personaje de procedencia del este de Europa, el rumano Negrescu, que tendrá una importancia creciente, sobre todo en la segunda temporada. La primera se cierra con un sorprendente crimen que marcará la segunda, que girará sobre ese hecho, su descubrimiento por algunos miembros del clan, y cómo ello influirá en sus relaciones.

Se puede decir sin faltar a la verdad que, en nuestra opinión, la primera temporada es claramente superior a la segunda, en la que, a falta del motor de la muerte de Clios y cuanto descubre su viuda sobre él, se recurre a eventos un tanto forzados y no demasiado bien explicados que parecen convenir más a los intereses de los guionistas que a la coherencia de la historia que se nos cuenta.

Riviera toca varios palos, con los que juega distintas bazas: por un lado, la ostentación del lujo, la elegancia, la buena vida que se atribuye a la “jet”, esa clase social que supuestamente habita en lugares como la Costa Azul (Niza, Monza, Mónaco, son algunas de las localizaciones utilizadas en la serie), con bonitos vestuarios, coches espectaculares, yates de infarto, casoplones de órdago; también con buenos cuerpos, claro está, femeninos y masculinos, para alegrar las pajarillas a todos; por supuesto, podría haber estado financiada perfectamente por el Patronato de Turismo de la Costa Azul, de la que se ofrecen repetidamente paradisíacas postales de sus ciertamente hermosos paisajes, tanto naturales como urbanos. Jordan como creador, con sus guionistas (aunque estos, según él, se la hayan metido doblada), han imaginado una historia de intriga que mezcla elementos típicos del thriller (muerte violenta de un hombre poderoso, investigación policial, bajos fondos donde todo es posible, persecuciones y escenas de acción, descubrimiento de secretos insospechados) con las relaciones intrafamiliares en un clan ciertamente no demasiado bien estructurado, por mucho dinero que tenga: un hijo adicto al alcohol y las drogas; otro, que parece el más sensato y cuerdo, obsesionado enfermizamente por su madrastra; y la más joven, con un plomazo dado, no se sabe si por estar aún en la adolescencia, esa edad en la que se “adolece” de casi todo (mayormente de sentido común), o si porque, efectivamente, es medio lela. Y la ex, una arpía, perita en manejos y manipulaciones, pero también un personaje fascinante, que mantendrá un duelo permanente (con fases de cierto acercamiento, por conveniencia mutua) con la mujer que le arrebató al marido.

El conjunto, como decimos, es un tanto irregular; una primera temporada en general brillante, vistosa y con buenas dosis de intriga, ha sido continuada por una segunda en la que el nivel cae apreciablemente: aunque siguen elementos comunes (la suntuosidad, los hermosos paisajes...), lo cierto es que la intriga decae, enredándose en tramas bastante menos interesantes que los de la primera parte, incluso remitiendo a referencias cinéfilas que parecen evidentes (vale citar Misery, la película de Rob Reiner sobre la novela de Stephen King, por ejemplo), en una mixtura no siempre estimulante.

En el apartado interpretativo, Julia Stiles, que había destacado en productos exquisitos como State and Main (2000) de David Mamet, aunque cuando finalmente alcanzó la fama fue con la saga del agente Jason Bourne, resulta una convincente “art accurator” (lo de “curadora de arte” en español suena regular...) elevada a la condición muchimillonaria por mor de su matrimonio, una mujer con mucha clase que no desentona en el clan del magnate. Lena Olin tiene quizá el papel más interesante, la mujer repudiada por el marido que maniobrará para su interés y el de sus hijos, una mujer fría y calculadora aunque en la segunda temporada mostrará su lado más sensible, más humano; Olin, actriz escandinava de larga trayectoria, ha trabajado con Bergman, Lumet y Polanski, así que para ella esto era pan comido... Del resto del reparto nos quedaríamos quizá con Iwan Rheon, que hace el papel de Adam, un actor al que difícilmente podrán olvidar los que hayan visto Juego de Tronos, donde encarnaba el personaje de Ramsay Bolton, uno de los más odiosos de la serie (y los había tela de odiosos...). Con papelitos secundarios aparecen el australiano Anthony LaPaglia, que se hizo famoso al principio de este siglo con la serie Sin rastro, y el suizo (de obvio origen español) Vincent Pérez, con toda la pinta de ser un trabajo alimenticio, una vez que su etapa de galán, por obvias razones, ha finalizado.

Cuando se escriben estas líneas, en Enero de 2020, se sabe que se está grabando la tercera temporada de Riviera. En cuanto se disponga de los capítulos para su visionado en España, añadiremos aquí nuestra impresión sobre esa nueva temporada.

(29-01-2020)


Riviera - by , Jan 29, 2020
2 / 5 stars
Secretos e intrigas en la Costa Azul