Enrique Colmena

(Atención: Spoilers. Si usted no ha visto en su totalidad Juego de Tronos, tiene intención de hacerlo, y no quiere que se la “destripen”, no lea más allá de esta línea).

En los tres capítulos anteriores de esta tetralogía (Consideraciones generales, Los veteranos, Los maduros) hemos repasado a los intérpretes más relevantes de Juego de Tronos, de dónde venían y de qué forma ha influido en sus carreras haber estado en el elenco artístico de uno de los más importantes fenómenos audiovisuales y de masas de las últimas décadas. Hoy le toca el turno a los jóvenes, los que tienen, como máximo, 35 años.

Si ha habido un gran descubrimiento como actriz, y por su unción al personaje, en esta famosísima Juego de Tronos, quizá haya sido el de Emilia Clarke, que da vida a Daenerys Targaryen, la khaleesi de los dothrakis que tiene más títulos que el Duque de Alba: Daenerys de la Tormenta, Reina de los Ándalos, de los Rhoynar y de los Primeros Hombres, Madre de Dragones, La que no arde, Rompedora de Cadenas, Liberadora de Esclavos (y dos huevos duros, añadiría el chusco...). Pues este personaje crucial, fascinante, la encarnación de hasta qué punto el poder, el Poder con mayúsculas, puede ser decisivo en el talante de un ser humano, lo ha interpretado espléndidamente una Emilia Clarke que, con sus 33 añitos y su nacionalidad británica, lo cierto es que tenía una carrerita de lo más esmirriada antes de teñirse el pelo y hacerse esos peinados imposibles de la khaleesi: algunos cortos de poca monta, algún papelito del tres al cuarto en series olvidables, y poco más. Con decir que su mayor logro había sido poner voz a un personaje episódico de la serie Futurama... Sin embargo, su aparición desde la primera temporada de GoT la hizo crecientemente popular. Eso le sirvió, por ejemplo, para ser la elegida para encarnar el mítico papel de Sarah Connor, el que inicialmente interpretó en el capítulo inicial Linda Hamilton, en Terminator: Genesis (2015), en el que Emilia sería una cabal sucesora de aquella mujer que marcó nuestra juventud con la iniciática Terminator (1984). Posteriormente ha sido la coprotagonista de Antes de ti (2016), comedia romántica con discapacitado (el emergente Sam Claflin), en la que coincidía con Charles Dance, el Twyn Lannister de Juego de Tronos. Tras algún otro film, ha estado en Han Solo. Una historia de Star Wars (2018), el denostado “spin off” perpetrado por Ron Howard, con un papel protagonista; que la peli fuera tirando a decepcionante no debe atribuirse, ni mucho menos, a Clarke, que era de lo más potable del empeño, en lo que era una evidente operación mercantil. Tras finalizar su intervención en GoT en la última temporada, ya libre de ese asunto, Emilia tiene dos proyectos encauzados, uno Above Suspicion, un thriller en la que ella es protagonista absoluta, y una de amores, Last Christmas, una dramedia romántica en la que de nuevo será el personaje central. Parece evidente que la enorme popularidad que Clarke ha conseguido con GoT va a jugar a su favor de forma importante en los próximos años.

Casi la misma popularidad que ha alcanzado el también británico, y también de 33 años, Kit Harington, que ha encarnado en GoT el personaje de Jon Nieve, que pasará de bastardo en la Casa Stark, en Invernalia, a ser el posible llamado a ocupar el Trono de Hierro, si es que hubiera tenido esa ambición. Lo cierto es que Kit apenas si tiene pasado antes de Juego de Tronos: fue su personaje de bastardo de Ned Stark el que le dio a conocer, interviniendo entonces en algunos films manifiestamente olvidables, como el terror de serie Z Silent Hill: Revelación 3D (2012), y ya en una producción de más empaque, en la no obstante fallida Pompeya (2014), en la que los pésimos F/X destrozaban la película, ya de por sí más mala que pegarle a un padre con un calcetín sudado. Estuvo en un drama histórico, Testamento de juventud (2014), coprotagonizada por Alicia Vikander, y en El séptimo hijo (2014), fantasía aventurera que pareció intentar aprovecharse de su popularidad, sin mucho éxito. Del resto de sus pelis de esos años solo cabría salvar Brimstone. La hija del predicador (2016), en un papel secundario, film en el que coincidió con Carice Van Houten, la Melisandre de GoT que tiene un papel esencial en la vida (literalmente...) de su personaje Jon Nieve. La participación de Harington en The death and life of John F. Donovan (2018), del enfant terrible Xavier Dolan, parece indicar que puede redimirse de algunas de las tonterías hechas con anterioridad: su apuesta por el grandilocuente, a veces excesivo, pero sin duda talentoso cineasta canadiense es una buena señal. Quizá porque ha estado en GoT hasta el último momento, la IMDb no censa aún ningún proyecto en el que Kit Harington esté actualmente embarcado, pero entendemos que será una situación coyuntural: ¿cómo no van a lloverle los papeles al popularísimo intérprete del doliente Jon Snow, Jon Nieve, el más honesto entre los honestos, hijo vivísimo de su padre, sin ser este realmente su padre?

Alfie Allen, británico como casi todos los jóvenes actores gotianos, encarna el personaje de Theon Greyjoy, el chico criado en Invernalia junto a los hermanos Stark, pero demediado entre su amor por la familia que lo acogió y los vientos de sirena de su país de origen, las islas del Hierro, que tomará algunas pésimas decisiones que tendrán consecuencias gravísimas para él. Su personaje, secundario pero sin duda significativo, representa de alguna forma una actualización muy libre del arquetipo del cobarde que ansía redimirse, que Joseph Conrad ejemplificó perfectamente en su novela Lord Jim. Curiosamente, Alfie Allen, de 33 años, tiene una ya muy dilatada carrera audiovisual, pues comenzó a la tan temprana edad de 2 años, para después, ya más crecido pero aún un niño, aparecer en films de notorio peso como Elizabeth (1998), con Cate Blanchett, en Expiación. Más allá de la pasión (2007), de Joe Wright, y en la serie Las hermanas Bolena (2008), donde coincidió con otra actriz de GoT, Natalie Dormer. Presente Allen en todas las temporadas de Juego de Tronos, parece evidente que tal tarjeta de presentación debió pesar en su personaje de villano en John Wick (Otro día para matar) (2014), el primer capítulo de la muy comercial franquicia de acción que protagoniza Keanu Reeves; por supuesto, también le ayudó a estar en el reparto de Predator (2018), el “reboot” que Shane Black hizo del clásico del cine de acción de John McTiernan Depredador (1987). Una vez terminada GoT, Alfie tiene ya dos proyectos más que avanzados, uno, Jojo Rabbit, para el director neozelandés Taika Waititi, del que se recuerda con agrado Lo que hacemos en las sombras (2014), y una comedia, How to build a girl, cambiando con buen criterio de género para no encasillarse.

Probablemente el también británico Richard Madden haya sido uno de los que mejor ha aprovechado la fama conseguida con su intervención en Juego de Tronos. Richard ha sido Robb Stark, el primogénito de Ned Stark y efímero Rey en el Norte, en las tres temporadas en las que el personaje permaneció vivo, hasta que llegó la Boda Roja que lo eliminó alevosamente para siempre. Pues Madden, que tiene 33 años actualmente, fue también, como Alfie Allen, un niño prodigio de la interpretación, y desde niño y adolescente está delante de las cámaras, si bien en películas y series no especialmente distinguidas. Su primer papel de cierta relevancia en una serie que tuvo cierto interés fue en Sirens (2011), casi a la par que entraba en el elenco actoral de GoT. Su pronta salida por el asesinato de su personaje le ha permitido estar en varios films y series significativos. Así, ha tenido un papel relevante en La promesa (2013), del reputado Patrice Leconte, en una historia con aromas bovaryanos, con Rebecca Hall y un Alan Rickman en una de sus últimas películas. Para Kenneth Branagh como director y Disney como productora, Madden será el príncipe de Cenicienta (2015), el “reboot” con personajes reales del “cartoon” clásico de la Casa del Ratón. Su fama procedente de una serie “de época” como era Juego de Tronos le ayudará a situarse en la costeada saga europea Los Medici: Señores de Florencia (2016), donde coincidirá con Sean Bean, su padre en GoT. Con buen criterio, desengrasará con una comedia, Ibiza (2018) antes de sumergirse en Bodyguard (2018), costeada serie televisiva entre el crimen y el romance, por cuyo papel el actor ganó un Globo de Oro. Su aparición en un papel importante pero odioso en Rocketman (2019) le ayudará sin duda a desencasillarse del personaje de bonhomía absoluta que hacía en GoT. Actualmente tiene dos proyectos, uno ya filmándose, 1917, el nuevo Sam Mendes, lo que son palabras mayores, y The eternals, lo nuevo de la chinoamericana Chloé Zhao, la talentosa directora de The rider (2017).

John Bradley, también británico, de 31 años, ha sido en Juego de Tronos Samwell Tarly, el hijo gordo y apocado al que su padre envía el Muro para librarse de él. Sam será ciertamente un personaje muy importante en la serie, tanto por su amistad inquebrantable con Jon Nieve, uno de los pilares de la obra, como por el hecho de descubrir, aunque involuntariamente, el talón de Aquiles de los Caminantes Blancos (ser acuchillados con acero valyrio, como el buen fan conoce). Inmediatamente que Bradley fue reclutado para GoT, otra serie “de época”, la europea Borgia (2011) le reclamo para ser Giovanni de Medici, en un serial con varios actores españoles, entre ellos la catalana Assumpta Serna y el jerezano Alejandro Albarracín. Estaría después en la serie Merlín (2012), con John Hurt, y en la TV-movie La última cazadora de dragones (2014), que evidentemente buscaba establecer una relación con el universo GoT. En American Satan (2017) será el mánager del más bien diabólico grupo de rock protagonista de ese thriller “sobrenatural”, y en Paciente cero (2018) estará en una peli “de zombies”, tan de moda, con la excelente compañía del siempre estupendo Stanley Tucci, y compartiendo reparto con Natalie Dormer, la Margaery Tyrell de Juego de Tronos. Bradley tiene actualmente en proyecto Tale of the wet dog, una dramedia con toda la pinta de ser una versión libérrima del clásico Boudu salvado de las aguas (1932), de Jean Renoir. John Bradley, como parece evidente, tiene limitaciones físicas derivadas de su sobrepeso, lo que probablemente lo confine a personajes secundarios. Nos parece un actor interesante, aunque habrá que ver cómo evoluciona desde su Sam Tarly y si es capaz de hacer otro tipo de papeles.

Nathalie Emmanuel, británica, con sangre de las colonias (Dominica, Santa Lucía) e inglesa, racial mezcla de sugestivo resultado estético, tiene actualmente 30 años. Su personaje en GoT es el de Missandei, la esclava que Daenerys libera de sus amos, y que se convertirá en su íntima amiga, en su consejera predilecta, en uña y carne con la khaleesi, y cuyo oprobioso asesinato, entre otras razones, desencadenará la furia criminal de la Madre de Dragones. Nathalie comenzó haciendo series televisivas en su país de origen, series que no trascendieron sus fronteras, hasta que fue llamada para su papel en Juego de Tronos a partir de 2013, permaneciendo hasta la última temporada. Intercalando el rodaje de la serie ha hecho otras cosas; quizá la más vistosa desde el punto de vista comercial haya sido Fast & Furious 7 (2015), en la que la actriz será una experta hacker. Fichada por la franquicia El corredor del laberinto, estará en dos de sus capítulos, Las pruebas (2015) y La cura mortal (2018), confirmando con ello que los productores la ven en productos destinados públicos juveniles. Tras estar en Fast & Furious 8 (2017) y la finalización de GoT, Emmanuel estará en tres proyectos, entre ellos la serie televisiva que se hará sobre la película Cuatro bodas y un funeral y el también serial catódico Cristal Oscuro: La era de la resistencia, sobre la famosa película de culto de Henson y Oz, donde coincidirá con la también gotiana Natalie Dormer.

Jack Gleeson quizá sea un caso atípico entre los actores de Juego de Tronos. Este irlandés que ahora tiene 27 años encarnó en la serie el odioso personaje de Joffrey Baratheon, el hijo mayor de los reyes Robert (aunque después sabremos que no era su hijo) y Cersei, uno de los roles de mayor sadismo, un papel ciertamente repulsivo, el que será vesánico rey de muerte también horrible. Pues Gleeson tiene una muy corta carrera pero lo que es más curioso es que, según ha anunciado, y hasta ahora lo ha cumplido, no va a seguir por el sendero de la interpretación. Antes de Juego de Tronos tuvo pequeños papelitos como el niño que era en el “blockbuster” Batman begins (2005), de Nolan, y en el film de terror Cabeza de muerte (2007). Un par de títulos más no precisamente distinguidos, como el drama familiar El brillo del arco iris (2009), precederán a su entrada en el reparto de GoT, tras el cual, efectivamente y como ha anunciado, no tiene más proyectos, al no continuar con su carrera actoral.

La británica Sophie Turner ha sido uno de los grandes descubrimientos como actriz, y además ha crecido como tal, a ojos vistas, en la propia Juego de Tronos, donde ha estado en todas las temporadas; cuando hablamos de crecimiento lo hacemos en sentido físico, como es evidente, pero también en sus capacidades como actriz, que han mejorado ostensiblemente desde la insegura intérprete de las primeras temporadas a la mujer hecha y derecha que domina a su personaje perfectamente en las últimas. Con 23 años actualmente, Sophie debutó directamente en el rol de Sansa, la hija mayor de Ned y Catelyn Stark, en GoT, para inmediatamente ser fichada por Isabel Coixet para su proyecto de terror en inglés Mi otro yo (2013), donde nos seguía pareciendo una actriz flojita. Más tarde es reclutada para la franquicia de los Hombres Mutantes de Marvel, apareciendo por primera vez en X-Men: Apocalipsis (2016), a las órdenes de Bryan Singer, como Jane Grey y su heterónima Phoenix, personaje que repetirá, con más relieve, en la recentísima X-Men: Fénix Oscura (2019). Ha estado también en un par de films sin demasiado interés, como la comedia romántica Time Freak (2018), en papel estelar. Tras acabar la grabación de Juego de Tronos, Turner, uno de los rostros más identificables con la serie, y que más ha ganado con ella, tiene dos proyectos en cartera, ya terminados o a punto de terminarse, confirmando con ello que la actriz tiene un gran porvenir.

Si Sophie Turner interpretaba a la primera de las niñas Stark, la damisela, Maisie Williams será Arya, la segunda y última de las hijas de Ned y Catelyn, con un rol muy distinto, un rol que se asemeja más a los varoniles de la época: búsqueda de acción, efervescencia hormonal tendente a la violencia, renuencia a los estereotipos femeninos vigentes entonces. La británica Maisie, de 22 años, ha crecido (físicamente bastante menos que su hermana en la ficción, es cierto) también como actriz, si bien su evolución no ha sido tan llamativa como la de Turner. Maisie también debutó en la pantalla prácticamente con Juego de Tronos, permaneciendo durante las 8 temporadas. Simultáneamente hizo algunas series televisivas y algunos films no especialmente recordables, como Bajo un sol abrasador (2013), para posteriormente mejorar su criterio de selección de proyectos al entrar en la reputada serie Doctor Who, en la fantasía de ciencia ficción iBoy (2017) y en el biopic sobre la autora de Frankenstein, Mary Shelley (2017), de la saudí Haifaa Al-Mansour, rodada lógicamente en Inglaterra (en su país hubiera sido imposible). Tras terminar GoT, Williams tiene dos proyectos en marcha, uno de ellos con pinta de “blockbuster”, Los nuevos mutantes, una nueva franquicia cinematográfica de Marvel que, si triunfa (como se le supone), probablemente situará a Maisie en la primera fila de los intérpretes jóvenes de Hollywood.

Isaac Hempstead Wright es el más joven de los intérpretes que estamos comentando. Tiene actualmente 20 años, es británico, como la inmensa mayoría de sus colegas de parecida edad, y se inició en cine en el film de terror La maldición de Rookford (2011), donde estuvo en tan buena compañía como la de Rebecca Hall e Imelda Staunton. Fichado por Juego de Tronos, permanecerá en la saga durante sus 8 temporadas, en el papel de Bran Stark, hijo varón intermedio de Ned Stark, tullido desde que fue arrojado al vacío por Jaime Lannister, al descubrirle aquel en flagrante incesto con su hermana gemela, y desde entonces en un proceso evolutivo que le llevará a convertirse en el místico Cuervo de Tres Ojos, que todo lo ve. Isaac tiene todavía una carrera muy corta, por su edad, con apariciones en personajes secundarios en films como Circuito cerrado (2013) o prestando su voz episódicamente en series de animación, como Padre de familia. Terminada Juego de Tronos, tiene dos proyectos en marcha, del que quizá el más atractivo a priori sea The voyagers, con dirección de Neil Burger, una fantasía en clave de ciencia ficción. En cualquier caso, parece que Hempstead Wright no va a desaprovechar esta metafórica lotería que le ha tocado al ser uno de los personajes centrales de GoT, además con un rol fundamental en su (sí, polémica) resolución.

Ilustración: Kit Harington y Emilia Clarke, caracterizados como Jon Nieve y Daenerys Targaryen, en una imagen de Juego de Tronos.