Enrique Colmena

En sendas entregas anteriores de este serial, genéricamente tituladas En la muerte de Bibi Andersson: qué fue de los intérpretes bergmanianos, hemos hablado de las carreras de los más conocidos y conspicuos actores y actrices que colaboraron con frecuencia con el maestro upsaliense, haciéndolo en el capítulo I sobre la mentada Bibi, además de Max Von Sydow y Harriet Andersson; en el capítulo II hemos hablado de Gunnel Lindblom, Liv Ullmann y Gunnar Björnstrand, y en este capítulo III cerraremos el tríptico de artículos refiriéndonos a Ingrid Thulin y Erland Josephson.

Ingrid Thulin (Solleftea, 1926 – Estocolmo, 2004). Aunque sus primeros intereses artísticos se dirigieron hacia el ballet, pronto se aficionó al teatro, interpretando sobre las tablas obras de Strindberg, Shakespeare, Giraudoux y Arthur Miller, entre otros. Tras triunfar en el prestigioso Dramaten, es descubierta en el teatro municipal de Malmö por Ingmar Bergman, quien la dirige en el escenario en varios montajes y la llama para intervenir en Fresas salvajes (1957), en la que interpreta el papel de la hija del anciano profesor Borg (Victor Sjöström). A partir de ahí las colaboraciones entre Ingmar e Ingrid se suceden con frecuencia. Durante los restantes años cincuenta estará Thulin en otros dos films bergmanianos, El rostro (1958) y En el umbral de la vida (1958). Durante los años sesenta ambos cooperarán hasta en cinco ocasiones, casi siempre en papeles protagónicos: Los comulgantes (1963), El silencio (1963), la TV-movie Ett drömspel (1963), sobre la obra de Strindberg El sueño, La hora del lobo (1968) y El rito (1969). En los años setenta la única colaboración entre Thulin y Bergman será la prodigiosa y dolorosa Gritos y susurros. Aún trabajarán juntos una vez más, tras la retirada de Ingmar del cine, pero no de la televisión, en la TV-movie Tras el ensayo (1984).

Lo cierto es que la fama adquirida en sus películas con Ingmar le sirvió a Thulin, como a otros actores y actrices bergmanianos, para tener una interesante carrera internacional. Así, Hollywood la llama para hacer Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1962), la adaptación de la novela de Blasco Ibáñez que llevó a la pantalla Vincente Minelli con un gran reparto internacional encabezado por Glenn Ford, Charles Boyer y la actriz sueca. A partir de ahí su nombre será habitual en producciones de países diversos: en Francia hará La guerra ha terminado (1966), de Alain Resnais, con guion de Jorge Semprún y compartiendo honores protagonistas con el gran Yves Montand; el italiano Luchino Visconti la llama para una de sus grandes películas de los años sesenta, La caída de los dioses (1969), con un tema, nazismo y sexo, que retomará Ingrid, aunque con mucho menos interés, en la posterior Salón Kitty (1976), de Tinto Brass.

Ingrid incluso rodará en España un par de títulos, aunque solo Un diablo bajo la almohada (1968), de José María Forqué, con Maurice Ronet, merece la pena ser citada. Thulin se afincó durante varias décadas en Italia, motivo por el que sus producciones en el país de la bota menudearon, aunque muchas de ellas no fueron precisamente memorables, como fue el caso de Agostino (1962), de Mauro Bolognini, y el giallo La corta noche de las muñecas de cristal (1971), de Aldo Lado. Se despidió del cine con La casa de la sonrisa (1991), de Marco Ferreri. Aunque probó suerte en la dirección cinematográfica, Ingrid no tuvo realmente repercusión en este terreno; su filmografía se limita a un corto y dos largometrajes; el primero de ellos fue De uno en uno (1978), codirigido con el actor Erland Josephson y con el director de fotografía Sven Nykvist, habitual operador de Bergman, con una evidente intencionalidad de aproximarse a las temáticas y las estéticas de Ingmar, sin mucho éxito. Su último largo como directora, ya en solitario, Brusten Himmel (1982), pareció confirmar que, efectivamente, Ingrid no estaba especialmente dotada para la realización cinematográfica.


Erland Josephson (Estocolmo, 1923 – Ibidem, 2012). Puro hombre de teatro, sin haber llegado a los veinte años ya estaba interpretando a Shakespeare a las órdenes de Ingmar Bergman, del que sería íntimo amigo a lo largo de toda su vida. En teatro llegó incluso a dirigir el prestigioso Dramaten, la más famosa institución escénica de Suecia. En cine la colaboración con Bergman se inicia con la comedia romántica Llueve sobre nuestro amor (1946), para, ya en los años cincuenta, continuar (en esta época siempre con papeles de reparto) con La alegría (1950), El rostro (1958) y En el umbral de la vida (1958). En los años sesenta Ingmar y Erland prosiguen su colaboración en varios films, en todos ellos con personajes secundarios, a los que Josephson otorga la verosimilitud del actor dúctil y poliédrico que siempre fue; hicieron juntos en aquella época comedias como En el jardín de las delicias (1961) y Esas mujeres (1964), pero también el único film puramente de terror de Bergman, La hora del lobo (1968). Ya al filo del cambio de década, en Pasión (1969), encarnará uno de los cuatro protagonistas de ese denso drama romántico.

En Gritos y susurros (1972) Erland tendrá un papel secundario pero sumamente jugoso, y en Escenas (en España Secretos... como ya sabemos) de un matrimonio (1973) será protagonista absoluto junto a Liv Ullmann, la pareja que parecía idílica pero realmente hacia aguas por todos lados. Josephson aparecerá también con papeles relevantes en otros dos films bergmanianos de los años setenta, Cara a cara al desnudo (1976) y Sonata de Otoño (1978), así como en el testamento cinematográfico de Bergman, Fanny y Alexander (1982). Retirado ya Ingmar del cine, Erland le acompañará en varias de las TV-movies que el maestro upsaliense grabaría con posterioridad: así, ambos estarán, cada uno en su oficio, en Tras el ensayo (1984), En presencia de un payaso (1997) y Saraband (2003).

La popularidad mundial le llegaría a Erland más tarde que a otros intérpretes bergmanianos; quizá por sus papeles secundarios en los films de Ingmar, hasta que no hizo el protagonista de Secretos de un matrimonio, un gran éxito del cine y la televisión cultas de la época, no alcanzó notoriedad internacional. A partir de ese momento es llamado con frecuencia por otras cinematografías. Así, en Italia hará, entre otras películas, el thriller político Tengo miedo (1977) para Damiano Damiani, especialista del género; y Más allá del bien y del mal (1977) el peculiar biopic que Liliana Cavani acometió sobre Nietzsche, en la que el actor sueco interpretará al atormentado filósofo alemán, con Dominique Sanda y Virna Lisi en el reparto.

El prestigio de Erland, puesto de manifiesto a partir de Secretos de un matrimonio, le permitió trabajar para directores de primera línea del cine europeo de la época: así, estuvo en Nostalgia (1983) y Sacrificio (1986), ambas del ruso Andrei Tarkovski; La mirada de Ulises (1995), del griego Theo Angelopoulos; Cita con Venus (1991), del húngaro István Szabó; y Prospero’s Book (1991), del británico Peter Greenaway. Probó suerte también en la dirección cinematográfica, poniendo en escena dos largometrajes, uno en comandita con otros dos profesionales bergmanianos, Thulin y Nykvist, el ya mentado De uno en uno (1978), y Marmeladupproret (1980), además de escribir un buen número de guiones, algunos para su amigo Ingmar Bergman, como ocurrió con sus películas En el jardín de las delicias y Esas mujeres.

Ilustración: Erland Josephson, Ingrid Thulin e Ingmar Bergman, en una pausa durante la grabación de la TV-movie Tras el ensayo (1984).