Enrique Colmena

Tras revisar en las tres entregas anteriores algunos de los nombres de los escritores más (re)conocidos que en Estados Unidos, España y Francia han ejercido como directores de cine y/o televisión, en los dos últimos capítulos de esta serie (éste y el siguiente) hablaremos de una serie de países en los que otros escritores de diversas nacionalidades tuvieron también la tentación de dirigir productos audiovisuales y además, quizá siguiendo a Oscar Wilde (recuerden aquello de “la única manera de librarse de las tentaciones es caer en ellas...”), lo hicieron.

Tras los países mentados, que componen, “grosso modo”, el imaginario podio de los tres países en los que más escritores dieron el paso de, también, dirigir cine o televisión, el Reino Unido podría invocar con justicia ser el cuarto, con hasta tres autores literarios de muy diversa laya que, en algún momento de sus vidas, sintieron la llamada del Séptimo Arte.

Siempre por un aproximado orden cronológico, al primero que nos encontramos es nada menos que Harold Pinter (1930-2008), uno de los hombres de teatro más influyentes del siglo XX. Además de cómo dramaturgo, faceta por la que es uno de los grandes nombres del teatro de nuestro tiempo, Pinter se desempeñó como poeta, guionista de cine y televisión, además de actor sobre las tablas, pero también en los platos cinematográficos y televisivos; al margen del terreno artístico, fue también un vibrante activista político a favor de las libertades públicas y contra todo régimen autoritario. Premio Nobel de Literatura, en su obra dramatúrgica sobresalen La habitación, El cuidador, Retorno al hogar y Traición, entre otras obras de primera línea. Como guionista de cine adaptó textos propios, pero también ajenos, en algunos casos con espléndidos resultados: El sirviente (1963), de Joseph Losey, sobre una novela de Robin Maugham; Siempre estoy sola (1964), de Jack Clayton, sobre una novela de Penelope Mortimer; El mensajero (1971), de nuevo de Losey, sobre una novela de L.P. Hartley; y La mujer del teniente francés (1981), de Karel Reisz, sobre la novela de John Fowles.


Pinter se atrevió con la dirección cinematográfica en los años setenta, tras haberse fogueado como guionista (y, por tanto, familiarizado con el lenguaje cinematográfico) desde principios de los sesenta. Su filmografía como director de cine y televisión consta de seis títulos: debuta con el largometraje Butley (1974), con Alan Bates y sobre guion ajeno, quizá una aportación tardía al Free Cinema, que pasa sin pena ni gloria. Esta será su única película hecha expresamente para cine, siendo el resto de su obra audiovisual como director destinada a la televisión, con tres TV-movies, un episodio de una serie y un corto también hecho para las (entonces) 625 líneas. Las tres primeras serán The rear column (1980), sobre texto ajeno (de Simon Gray, concretamente), mientras que el resto serán todas adaptaciones de sus propios textos teatrales homónimos: los telefilms The hothouse (1982) y Party time (1992), el corto Mountain language (1988) y el episodio Landscape (1995), de la serie Performance. Lo cierto es que el carácter televisivo de la mayor parte de su obra limitó, evidentemente, su repercusión más allá del Reino Unido, donde se emitió a través fundamentalmente de la BBC (el lector interesado puede visionar Butley, de Harold Pinter, en el enlace situado al final de este artículo).

En las antípodas de Pinter, Clive Barker (1952) es un escritor volcado esencialmente en la literatura fantástica y de terror, en especial en un tipo de terror de corte frecuentemente sadomasoquista. Con estudios en Filosofía, sus intereses profesionales sin embargo han sido muy distintos: se ha desempeñado mayormente como novelista y cuentista, pero también como dramaturgo y director de escena, poeta, pintor, dibujante, historietista y ensayista. En el campo audiovisual ha sido fundamentalmente guionista, pero también prolífico productor e incluso ocasional actor. Destacó en su obra literaria a partir de la serie de cuentos terroríficos titulados Libros de sangre, que llamó poderosamente la atención de Stephen King, convirtiéndose desde su publicación, en los años ochenta, en un clásico del género; en cuanto a las novelas, quizá las más relevantes sean las que conforman el ciclo denominado Hellraiser, así como El juego de la condenación y la novela corta Cabal.


El acercamiento de Barker al cine es tempranero en su obra, dirigiendo su primer audiovisual ya a principios de los años setenta, incluso antes de su eclosión como novelista de terror de éxito. Hizo en aquella época el corto Salomé (1973), una estilizada, paranoica, cuasi abstracta versión libérrima del texto teatral homónimo de Oscar Wilde, seguido, años más tarde, por otro corto, Lo prohibido (1978), con reminiscencias fáusticas, todo un experimento visual en el que juega con imágenes en negativo y con iconografías satánicas de reminiscencias del África negra; estos dos cortos serían editados conjuntamente en DVD dos decenios después, aprovechando la posterior fama del escritor y cineasta. Su éxito en cine llegará ya en los ochenta cuando dirige su primer largometraje, Hellraiser. Los que traen el infierno (1987), adaptación de una de sus novelas de esa serie, que después tendría otras continuaciones, aunque ya sin Barker como director. El éxito de esta su primera incursión en cine comercial, en una película ciertamente impactante por su tema y, sobre todo, por su estética (que tendría gran influencia en el cine y la literatura de terror posteriores), anima a Clive para dirigir pronto su segundo film de largometraje, Razas de noche (1990), pero su fracaso comercial (8 millones de dólares de recaudación para 11 millones de presupuesto; fuentes: The-numbers.com e IMDb, respectivamente) le disuade de continuar en la realización cinematográfica durante algunos años. Rueda a mediados de la década El señor de las ilusiones (1995), que funciona algo mejor, aunque no demasiado, lo que hará que (al menos hasta que se escriben estas líneas) Barker no haya vuelto a la dirección cinematográfica, aunque ha seguido produciendo y escribiendo guiones; por cierto que entre sus producciones, aunque mayoritariamente éstas se inscriben en el género del terror y la fantasía, también hay lugar para una pequeña joya del cine dramático, el libérrimo biopic del cineasta James Whale (el creador del monstruo de Frankenstein con su característico aspecto de todos conocido), Dioses y monstruos (1998), dirigido por Bill Condon (el lector interesado puede visionar el corto Salomé, de Clive Barker, pulsando en el enlace situado al final de este artículo).

Aunque Martin McDonagh (1970) es un nombre bastante conocido por el cinéfilo, lo cierto es que antes que cineasta de renombre fue (y sigue siendo) dramaturgo de prestigio, con un buen puñado de obras teatrales relevantes, sobre las que los críticos han teorizado sobre su humor absurdo y su incursión en el teatro de la crueldad en grado extremo. Algunas de sus obras teatrales más relevantes serían La reina de belleza de Leenane, su ópera prima, así como El hombre almohada y A behanding in Spokane. Es cierto que McDonagh tiene dicho que prefiere el cine al teatro, de ahí quizá que desde 2005 hasta la fecha en la que escribimos este texto su actividad como cineasta haya ido creciendo mientras que la de dramaturgo ha ido menguando. Martin se estrenó como director con el corto Six shooter (2004), una comedia negra que apuntaba por donde iría el resto de su cine. Su estreno como director de largos comerciales tendría lugar con Escondidos en Brujas (2005), con un repartazo (Colin Farrell, Brendan Gleeson –ambos actores fetiche de McDonagh-, Ralph Fiennes...) en la que de nuevo incide en la comedia nigérrima, ahora entreverada de thriller, combinación que explorará también en su siguiente film, Siete psicópatas (2012), una rareza que, sin embargo, revelaba un notable talento para el cine (siendo él un hombre de teatro: qué verdad es que hay que huir de las etiquetas...). Varios planos argumentales inteligentemente superpuestos presentaban una película admirable (también dura...), que nos descubría a un autor con (muchas) cosas que decir, y otra vez con repartazo (Christopher Walken, Sam Rockwell, Colin Farrell, Harry Dean Stanton, Abbie Cornish, Woody Harrelson...).


Eso sería solo el aperitivo para su definitiva entronización como uno de los grandes directores de este primer cuarto de siglo XXI con Tres anuncios en las afueras (2017), con una extraordinaria Frances McDormand (más de nuevo Sam Rockwell y Woody Harrelson), que cautivó a público y crítica por su negrura y su humor atravesado, ganando 2 Oscars, 4 Globos de Oro y 4 BAFTAs, entre otros muchos premios, y además sus ingresos en taquilla multiplicaron por diez su presupuesto. Afortunadamente, este exitazo no se le subió a la cabeza (nos parece que Martin la tiene bien amueblada...), y su siguiente film no fue la típica peli estándar de la industria de Hollywood, especializada hoy en día en fagocitar talentos y dejarlos hechos unos zorros, sino que McDonagh volvió a la tierra de sus ancestros, Irlanda, donde se había desarrollado buena parte de su obra teatral, para hacer su (hasta el momento de escribir estas líneas) último film, la muy peculiar Almas en pena de Inisherin (2022), otra comedia negra, o nigérrima, a vueltas con las tradiciones gaélicas, sobre la amistad, la inmortalidad y otras fruslerías... quizá algo inferior a sus dos anteriores películas, esta Almas... (de nuevo con sus actores fetiche Colin Farrell y Brendan Glesson), sin embargo, no solo no está exenta de interés sino que abre un nuevo venero (el de las costumbres y tradiciones irlandesas, vistas de forma un tanto esquinada...) en la carrera cinematográfica de Mc Donagh que puede dar mucho juego... (el lector interesado puede visionar el corto Six shooter, de Martin McDonagh, pulsando en el enlace situado al final de este artículo).

Enlace para visionar la película Butley (1974), de Harold Pinter:
https://www.youtube.com/watch?v=N8xwtYWRFXU
Enlace para visionar el corto Salomé (1973), de Clive Barker:
https://www.youtube.com/watch?v=-cQa0zA2uuY
Enlace para visionar el corto Six shooter (2004), de Martin McDonagh:
https://www.youtube.com/watch?v=n_xMyx_SogA


Ilustración: Frances McDormand, en una imagen de Tres anuncios en las afueras (2017), dirigida por Martin McDonagh.

Próximo capítulo: Escritores tras la cámara: cuando Shakespeare quiere ser también Eisenstein. Miscelánea (y V)