Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS
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No deja de ser curioso que dos cineastas tan dispares en estilo, géneros y temáticas de sus films, como son Richard Lester y Joseph Losey (nacidos ambos en EE.UU.), coincidan sin embargo en el hecho anecdótico de que mucha gente los considere directores ingleses, británicos. En el caso de Lester parece claro porque sus primeras cintas fueron ya inglesas, como Un ratón en la luna, simpática comedia con Terry-Thomas y Margaret Rutheford, pero sobre todo por haber rodado casi  enseguida los dos largometrajes de los Beatles, ¡Qué noche la de aquel día! y Help!, si bien el resto de su carrera se diversificó en géneros, temáticas y variedad de producciones o rodajes,

Pero en el caso de Joseph Losey, nacido en La Crosse (Wisconsin) -como Nicholas Ray- en 1909, y fallecido en Londres en 1984, las circunstancias fueron muy diferentes. Declarado marxista, y cuando ya había rodado en su país su primer largo El muchacho de los cabellos verdes (con un infantil Dean Stockwell), fue llamado a declarar en 1952  por el Comité de Actividades Antinorteamericanas, ante lo cual prefirió autoexiliarse a Reino Unido, donde trabajó en teatro y cine, bajo seudónimo (como su amigo Dalton Trumbo), y acabó instalándose allí definitivamente para proseguir con su carrera fílmica, rodando ya en los años sesenta obras tan interesantes como El criminal -con Stanley Baker- o, en coproducción con Francia e Italia, Eva, con Jeanne Moreau y música del gran Michel Legrand.

Pero el gran salto vendría cuando conoce a Harold Pinter, entonces un joven dramaturgo, que luego -muchos años después, en 2005- conseguiría el premio Nobel de Literatura. Con él como guionista y siempre adaptando novelas ajenas, Losey rueda hasta tres títulos fundamentales en su madurez como cineasta y en su apreciación por público y crítica. Serían El sirviente en 1963, Accidente en 1967 y El Mensajero, ganadora de la Palma de Oro en Cannes, en 1971, mientras el prolífico Pinter seguía estrenando en teatros  o escribiendo guiones para otros muchos cineastas. Ya tenemos dos elementos claves de la película que comentamos: Losey, Pinter y nos falta un tercer nombre, Dirk Bogarde.

Nacido en 1921, Derek Jules Gaspard Ulric Niven van den Bogaerde, -de tan largo nombre por su ascendencia escocesa y neerlandesa- vivió desde pequeño en el ambiente artístico por su madre actriz y su padre, diseñador gráfico de The Times. Participó en la Segunda Guerra Mundial y fue uno de los primeros oficiales aliados en descubrir y entrar en el horror de los campos de concentración nazis. Al término de la guerra fue contratado por la poderosa Rank Organisation, y en los años cincuenta se fogueó en numerosos films, como la chistosa y exitosa Un médico en la marina, junto a la también joven Brigitte Bardot y muy lejos de trabajos posteriores tan exquisitos y decadentes como Muerte en Venecia, de Luchino Visconti, o Providence, de Alain Resnais.
 
Ante El sirviente se ha dicho que estamos ante la historia de una vampirización, ante una disección muy crítica de una clase social decadente y parásita, pero también ante un escenario perturbador, siniestro, en donde todos son culpables y víctimas. El sirviente Barret es un cínico y el aristócrata Tony (un muy joven James Fox) es un caprichoso pelele en sus manos, aunque su novia Susan lo previene del peligro. El sexo entra en juego cuando aparece Vera (excelente Sarah Miles), presentada como hermana del criado, cuando en realidad es su amante. Todo contribuye a envilecer al señorito que queda inane en manos de unos y otros, sometido ahora a los juegos eróticos de Vera, con solo Susan como barrera para detener a Barret (trabajo genial de Bogarde) en su diabólico complot para hacerse dueño y señor de la mansión.

Con sus espejos que deforman a los protagonistas en la excelente fotografía de Douglas Slocombe, personajes, blancos escenarios, la propia mansión de incontables escaleras, todo se va degradando hasta llegar a una penosa orgía de destrucción en la que Barret, el servicial sirviente es ya dueño y señor. Losey baja a los infiernos y en un tramo final esperpéntico (acaso con excesivos diálogos) cierra una galería de seres humanos en la que sólo se salva Susan, la novia de Tony, capaz de enfrentarse al monstruo mientras su prometido se arrastra literalmente por los suelos.

La carrera de Joseph Losey siguió con  grandes logros en los sesenta (ya citados) para luego internacionalizarse  con dispares resultados, con cintas como la curiosa y tan ajena a sus temáticas Modesty Blaise, con Monica Vitti, o La mujer maldita (Boom!), con el reclamo de Elizabeth Taylor y Richard Burton, siendo probablemente El otro señor Klein, ya en 1976, su última obra de envergadura, con Jeanne Moreau y Alain Delon, también productor. Y aunque reconocido por la crítica y con muchos galardones en su carrera, cuando fallece a los 75 años parece que su cine y su estilo son cosa del pasado y que la década de los ochenta ya se le quedó ajena a su mejor cine...

(26-11-2023)


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116'

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El sirviente - by , Nov 26, 2023
3 / 5 stars
Olvidado Mr. Losey