Rafael Utrera Macías

El pasado 25 de junio falleció el sacerdote jesuita Manuel Alcalá López-Barajas (Granada.1926 - Málaga.2020) a los 94 años de edad. Hasta bien superados sus noventa cumpleaños, mantuvo, con manifiesto entusiasmo juvenil, la dirección y el control de actividades de su sevillano cineclub Vida que, ya, en estos momentos, sobrepasaba las seis décadas de eficaz funcionamiento. Los libros “El Cine-club Vida de Sevilla: 50 años de historia” (2008) y “Cineclub Vida. Cine para compartir” (2018), editados por la Fundación Cajasol, han dado puntual información sobre ciclos y películas, directores y géneros, críticos y presentadores, que se han ido sucediendo a lo largo de tantos años; tal como ahora se dirá, el P. Alcalá ha sido uno de los responsables de la primera larga etapa (1955-2001) y director de la segunda (2001-2019), en ambos casos asistido por su hermano Antonio, por jóvenes salidos de la propia cantera o por competentes colaboradores ocasionales, unos y otros tan admiradores como estudiosos de ese popularmente llamado “séptimo arte”. Véase a tal efecto, el artículo de mi compañero Enrique Colmena Cine(club Vida) para leer. Un homenaje al Padre Manuel Alcalá.

Además de activo cineclubista, autor de infinidad de programas en los que enjuició cientos de películas de variada condición y temática, Alcalá ejerció la crítica cinematográfica en la madrileña revista “Reseña”, junto a su complemento anual, “Cine para leer”, durante más de treinta años. En el inicio de esta etapa y como trabajo fin de carrera en la Escuela de Periodismo, practicó la investigación cinematográfica tomando como “sujeto” al “cineurgo” (término que tanto le gustaba utilizar) Luis Buñuel y “objeto de estudio” a su compleja filmografía. El volumen “Buñuel (Cine e ideología)” fue publicado, en 1973, por la prestigiosa editorial “Cuadernos para el Diálogo”.

En el presente capítulo, revisaremos su primera etapa (1962-1969) como director del Cineclub Vida desde perspectivas que tienen tanto de elementalmente históricas como de obligadamente subjetivas. Valga un ejemplo: la primera intervención de este cronista en el foro de Trajano 35 fue mediante invitación de Manuel Alcalá a fin de redactar el programa, ofrecer la presentación y dirigir el coloquio de Una cara con ángel, película de Stanley Donen. Finalizaba el año 1962… En capítulos posteriores, comentaremos el libro mencionado, auténtico pionero en los estudios sobre el maestro de Calanda y personalísima exégesis sobre su filmografía, junto a autorizadas opiniones sobre el mismo  publicadas por el hispanista Gibson.


Manuel Alcalá y el cineclubismo sevillano en los años sesenta

El P. Manuel Alcalá se hizo cargo del Cineclub Vida en 1962 y permaneció como director hasta 1969 (año en el que se integrará en el equipo de la revista mencionada). Los cambios en la dirección supusieron, respecto a la etapa precedente, novedades en la ejecutoria tanto en la selección de material cinematográfico como en las relaciones con otras entidades culturales. La conformación de los ciclos no tendrá ya impedimento por exponer situaciones “extremas” ni eliminar películas catalogadas como “gravemente peligrosa” dado que será misión del cine-club aportar los elementos formativos pertinentes.       

Durante esta etapa se producirán renovaciones en el grupo directivo dado que los miembros fundadores, al tiempo activos redactores de la emisora Radio Vida, marcharán a Madrid para estudiar en la Escuela Oficial de Cinematografía, integrarse en TVE o trabajar en otros ámbitos audiovisuales; tal será el caso, primero, de Claudio Guerin y Josefina Molina, y, posteriormente, de Carlos Gortari, Romualdo Molina, José Manuel Fernández y Alfonso Eduardo Pérez Orozco. Una nueva generación, en buena medida discípulos de la anterior, liderará, bajo el mandato de Manuel Alcalá, las directrices básicas y la organización de ciclos, así como el funcionamiento general del cineclub; entre otros nombres cabe recordar a quienes mantuvieron, más allá de cualquier etapa, su relación ininterrumpida con el cineclub, y, en paralelo, con la Radio hermana: Francisco Casado, Juan-Fabián Delgado y Rafael Utrera. Del mismo modo, los programas firmados por compañeras, caso de Mary Carmen Hernández y Cristina Madurga, sucedieron a los anteriormente redactados por la cordobesa Molina.


Primer curso de cine en la Universidad

Otro de los aspectos que Manuel Alcalá estimuló durante su mandato fueron las relaciones con otros cineclubes sevillanos, especialmente con el Universitario y el Gorca, de tal manera que confraternizaron con tareas comunes, reuniones con cineastas que visitaban Sevilla, o, incluso, asistiendo sus directivos a festivales nacionales, etc. Como decimos, se organizaron actividades en el ámbito universitario tales como los cursos de cine impartidos en la Facultad de Filosofía y Letras y la edición de una revista titulada “Cuadernos Universitarios de Cine”.

El primer evento citado tuvo lugar durante el decanato de don Francisco López Estrada, catedrático de Literatura; las materias impartidas a un elevado número de alumnos pertenecientes a facultades y escuelas sevillanas versaron sobre Estética e Historia del Cine, además de clases prácticas referidas a dirección y montaje cinematográfico. Los profesores de tales materias fueron los miembros del Cineclub Vida antes citados: Gortari, Molina, Fernández, Benítez y Guerin.  El escritor y periodista Joaquín Romero Murube clausuró las jornadas con la conferencia titulada “Impresiones de un profano en cine”.

Por lo que respecta a la edición de la revista, “Cuadernos Universitarios de Cine”, cuya efímera vida acabó en número único, representó un intento de aunar todas las fuerzas cineclubísticas de la ciudad en este año de 1963; la heterogeneidad de su discurso daba cuenta de las posibles líneas ideológicas existentes pero las páginas centrales unificaban la lista de deseos cuando, con letras de grueso calibre, se preguntaba “¿Por qué no vienen? ¿Quién es el culpable?” y, seguidamente, una larguísima relación de títulos y nombres daba cuenta de lo que queríamos ver, pero no nos dejaban verlo; algunos ejemplos: Las uvas de la ira, El ángel exterminador, Accatone, La terra trema, El gran dictador, etc., etc., etc., que se correspondía con directores como Ford, Buñuel, Pasolini, Visconti, Chaplin, etc., etc., etc.

La programación del Cineclub se mantuvo estable en lo que a ciclos se refiere, pero dos eventos de indiscutible calidad rompieron la dinámica tradicional de ciclos y géneros: la “Primera Semana de Cine Alemán” y el “Festival de Cine Italiano”. Las relaciones del nuevo director con entidades industriales, la UFA, en el primer caso, y culturales, Asociación Dante Alighieri, en el segundo, dieron a los respectivos ciclos el carácter de auténticos festivales cinematográficos donde la versión original alternaba con la subtitulada en nuestra lengua.


Salamanca y Valladolid: alta experiencia cinematográfica

Más allá de tan extraordinarias exhibiciones, los dirigentes de los cineclubes sevillanos pudieron asistir a dos eventos nacionales de singular importancia: el encuentro de cine español, celebrado en Salamanca, atendiendo al llamamiento efectuado por el director del cineclub salmantino y la asistencia al VIII festival de cine de Valladolid, por invitación de su director, en razón a lo que ahora explicaremos.

Los tres días que duraron los encuentros en la ciudad mencionada supusieron no solo un análisis de la situación del cine español en esos momentos sino un cruce de relaciones entre sectores profesionales, alumnado de la Escuela Oficial de Cinematografía, cineclubistas, entidades oficiales, etc. Como las sesiones resultaron densas y el tiempo escaso, se acordó continuarlas en el próximo Festival de Valladolid, aunque, para entonces, debían llevarse las ponencias escritas para centrarlas en la discusión y el debate. Al grupo sevillano, compuesto por Gortari, Pérez Orozco, Fernández y Utrera, se le encargó la dedicada a “La crítica”, a fin de analizar, en sus muy diversas posibilidades, las características de la misma, la formación de sus miembros y otros diversos aspectos que incidían especialmente en la desarrollada en provincias.

La exposición y debate sobre la misma tuvo lugar en el mencionado Festival de Valladolid, entonces llamada “Semana Internacional de cine religioso y valores humanos”, que celebraba, en 1963, su octava edición. Además de los ponentes mencionados, asistieron al mismo Manuel Alcalá, Juan-Fabián Delgado y Raúl Rispa. El grupo sevillano mantuvo diversas conversaciones con directores como Nicholas Ray y Alberto Lattuada, así como con los nuevos directores españoles, profesores o alumnos de la EOC, entre otros, Julio Diamante, José Luis García Sánchez, Javier Aguirre, Antonio Artero, etc., e, igualmente, con otros colegas pertenecientes a diversas publicaciones cinematográficas, tal como “Film Ideal” y “Nuestro cine”. Especialmente formativa fue la larga conversación mantenida con el historiador cinematográfico Manuel Villegas López, autor de obras como “Arte, cine y sociedad”, “El cine en la sociedad de masas” o “Charles Chaplin”, entre otras muchas. El escritor, exiliado en Argentina tras la guerra civil, estaba plenamente integrado en los avatares de la cinematografía española contemporánea y, a tal efecto, preparaba un libro sobre el “Nuevo cine español”, además de mantener habituales colaboraciones en diversas revistas culturales.


Alemania: verano del 63

Aunque no fue actividad propiamente vinculada al Cineclub Vida, Manuel Alcalá, con la colaboración de su hermano Antonio, organizó, en el verano de 1963, una estancia de universitarios sevillanos en el extranjero. El conocimiento que ambos tenían de la vida alemana permitió que el grupo mencionado (alrededor de veinte estudiantes de los primeros cursos de facultades y escuelas de la Universidad de Sevilla) pasase más de dos meses en la Fábrica/Laboratorios Bayern de Leverkusen, población cercana a Colonia, en situación de “estudiante-trabajador”, modalidad laboral semejante a “obrero no especializado”. La posibilidad de conocer, en muchos casos, por primera vez el extranjero y sus muy diferentes formas de vida respecto a la España de entonces, se convirtió en insólita experiencia difícilmente olvidable.

Quienes teníamos particulares intereses en la cinematografía vimos películas inéditas y, en otros casos, censuradas en España; aquella lista de “¿Por qué no vienen? ¿Quién es el culpable?” se cargaba de tachaduras como señal de haberla visto mucho antes de su estreno español, si es que éste llegara algún día. El gran dictador fue gozosamente vivida y sentida en aquella pantalla alemana. El regreso a España, vía París, permitió asistir a diversas sesiones de la Cinemateca e, incluso, visitar la redacción de “Cahiers du Cinéma” (en el 146 de los Campos Elíseos) a fin de adquirir el volumen 138, extra dedicado a la “Nouvelle Vague”, con entrevistas a Chabrol, Godard y Truffaut, seguido de un diccionario con ciento sesenta y dos nuevos cineastas franceses. Todos los objetivos, incluidos los cinematográficos, parecían haberse cumplido.

Ilustración: Foto tomada en la Seminci de Valladolid en 1963, con el Padre Manuel Alcalá (izq.) y el director Nicholas Ray (dcha.) en primer término. Al fondo, de izquierda a derecha, Carlos Gortari, Rafael Utrera y Alfonso Eduardo Pérez Orozco.

Próximo capítulo: Laudatio funebris. Manuel Alcalá: exégeta de Buñuel (II)