Pelicula:

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El documental artístico está alcanzando cierto auge en nuestro país. En Galicia especialmente, con irisaciones telúricas, dentro de lo que se viene denominando el Novo Cinema Galego, con títulos como Arraianos (2012) y Longa noite (2019), ambos de Eloy Enciso, y O Quinto Evanxeo de Gaspar Hauser (2013), de Alberto Gracia, pero también en otras zonas del país, como Andalucía, con El mar nos mira de lejos (2017), de Manuel Muñoz Rivas, o Madrid, desde donde nos llegó La ciudad oculta (2018), de Víctor Moreno, y Dead slow ahead (2015), de Mauro Herce.

Alejandro González Salvado es un cineasta sevillano (Los Palacios, 1982) que desde hace unos años está realizando un elogiable esfuerzo por hacer un cine documental que aúne dos características: por un lado, una decidida apuesta por mostrar problemas en comunidades e individuos desfavorecidos por la fortuna: la discapacidad pero al tiempo la solidaridad entre sus afectados en el corto El desorden de los sentidos (2013), la aproximación al fenómeno de la emigración irregular y cómo intentar aliviar los padecimientos de los más vulnerables en el mediometraje Bolingo, el bosque del amor (2016), y ahora la espera infinita de los menores musulmanes que esperan poder pasar a la península desde la costa de Melilla, en este largometraje documental, Barzaj. La segunda característica en las películas de Salgado sería su búsqueda de una imagen distinta, estetizante, una imagen que embellezca, sin edulcorarla, la denuncia de las injusticias, en aras a que estas tengan un tratamiento plástico hermoso.

La leve trama nos presenta a dos adolescentes, próximos a cumplir la mayoría de edad, ambos de etnia árabe y religión islámica, que esperan en el litoral melillense la ocasión de poder abordar un barco que vaya para la Península Ibérica y así poder cumplir su sueño de viajar a Europa para buscar un destino mejor que el que les aguarda en su país. Pero esa espera se hace interminable; los veremos preparándose el té, lo que realizan con el ritual ancestral aprendido en sus familias, los oiremos rezar, veremos el momento de romper el ayuno del Ramadán, incluso los veremos en actividades más prosaicas pero quizá más acordes a su corta edad, jugando al fútbol o a naipes.

La película se inicia con la explicación del título. Un rótulo, a modo de cita, dice “Les está aguardando el mundo de Barzaj. En él permanecerán hasta ser devueltos a la vida” (Corán 23:100). Esa sura, entonces, nos informa de esa especie de limbo o purgatorio donde los creyentes (islámicos, se entiende) esperarán hasta que llegue el momento del Juicio Final y la Vida Eterna (como se ve, el parecido con planteamientos similares en el Cristianismo es evidente). Vale esa sura, entonces, para hablarnos del Barzaj o limbo en el que los menores habrán de esperar, desesperando, para poder alcanzar la orilla de España.

Como queda dicho, Salgado opta por la opción estetizante. Así, se suceden los planos estáticos, prolongados, inertes, con una muy cuidada iluminación que juega con luces y sombras. También apuesta por una cierta anarratividad, incluso con un punto abstracto: lo que se nos cuenta es y no es en puridad una historia, apenas levemente esbozada en los pequeños momentos cotidianos de estos chicos que aguardan indefinidamente que les llegue su tiempo. Por otro lado, no sería ocioso hacer alusión al teatro del absurdo en esta espera desesperada, que por momentos hace recordar, con sus propias claves, el clásico teatral Esperando a Godot, de Beckett.

El esteticismo se repite prácticamente a lo largo de todo el film, jugando con luces y sombras, con los reflejos en el agua, con la iluminación de las embarcaciones pesqueras al fondo, con un tono premeditadamente fantasmagórico, como correspondería a ese limbo en el que los protagonistas se encuentran inevitablemente atrapados. Así, se embelesa con los planos de las olas entre las rocas, en una demostración de la voluntad estetizante típica del documental moderno, entre la ficción y la realidad. Se suceden los planos largos, sin apenas diálogos, salvo en contadas ocasiones, planos contemplativos, fijos, sin movimiento, a veces con los diálogos en off, con una evidente voluntad de estilo.

Hay, también, una apuesta por la cotidianidad, ejemplificada en las humildes tareas del día a día: hacer la comida, alimentar la hoguera, preparar el té; y también para los diálogos ordinarios, en los que se recuerda con nostalgia su tierra, su familia, singularmente su madre, todo lo que han dejado atrás, y también todo lo que esperan encontrar: una familia propia, mujer, hijos, una vida normal lejos de su tierra, donde no ha sido posible tenerla. Los diálogos, por cierto, están plagados de providencialismo: los jóvenes, muy religiosos, lo fían todo en Dios, en el Alá islámico. También repetidamente cantan canciones nostálgicas que les mantienen unidos a su tierra de origen, con su cultura, con su gente, como la que, tan apropiadamente, exclama “¡Oh, marinero, llévame contigo!”.

El talón de Aquiles de esta por lo demás tan hermosa película, Barzaj, y de tema tan lacerante y actual, es su escasa materia para más de 70 minutos de duración, por lo que quizá hubiera sido mejor optar por un formato más reducido, un corto o, como mucho, un mediometraje. Con todo, es evidente el atractivo de una propuesta como esta, cuando no es habitual que se opte por la vía artística para hablar de temas sociales, cosa que Salgado consigue plenamente, imbricando el infortunio de la desespera de los menores que aguardan llegar a su figurado Paraíso con el retrato, tamizado por su lente, por su mirada de artista, sobre ese lugar que no es cielo ni infierno, sino limbo en el que esperar, esperar...

(02-01-2020)


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72'

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Barzaj - by , Nov 27, 2020
2 / 5 stars
¡Oh, marinero, llévame contigo!