Pelicula:

CINE EN PLATAFORMAS


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Treinta años después de su último largometraje, El sol del membrillo, Víctor Erice vuelve a este formato (porque cortos, documentales, films colectivos, exposiciones de vídeoarte, spots publicitarios, etcétera, ha hecho muchos). Erice es una leyenda del cine español con solo tres largos, El espíritu de la colmena (1973), El sur (1983) y la mentada El sol del membrillo (1993), así que este su cuarto film comercial se esperaba, con razón, como un acontecimiento. Y por nuestra parte debemos decir que las expectativas se han visto colmadas sobradamente, con algunos “peros” que, si se miran bien, finalmente resultan incluso aciertos.

La historia se inicia con una secuencia del supuesto film “La mirada del adiós”, ambientado en 1947, que el director Miguel Garay rueda en 1990. En esa secuencia vemos a Mr. Levy, un judío sefardí, que recibe en su palacete de París, llamado Triste le Roy (“El rey triste”), a un militante anarquista, veterano de la Guerra Civil Española, a quien le encarga que viaje a Shanghai para encontrar a su hija adolescente medio china, cuya madre se la sustrajo años atrás; Mr. Levy, enfermo terminal, quiere reencontrarse con ella para que su mirada sea la última cosa que vea antes de morir. Mientras vemos salir al anarquista del palacete, una voz en off nos informa que el actor que lo interpretaba, Julio Arenas, desapareció poco después y nunca más se supo de él. Un rótulo nos indica que pasamos al año 2012: vemos a Miguel Garay, el director de aquella película inconclusa, acordando con el programa televisivo “Casos sin resolver” su participación en el mismo para recordar a Arenas y hablar de qué pudo haber ocurrido para esa desaparición todavía sin aclarar...

Retomaremos el hilo del primer párrafo de este texto para decir que los “peros” del nuevo film de Erice quizá sean aciertos: viendo la película apreciábamos una narración lenta, quizá demasiado lenta para los tiempos que corren, pero también un metraje excesivo, con escenas que, aparentemente, eran superfluas, prescindibles... pero esa sensación fue menguando conforme la propia película avanzaba, y no digamos en las horas posteriores a su visionado, conforme nos íbamos dando cuenta de que nada de lo que aparece en el film es accesorio, todo tiene un sentido, a veces muy sutil, quizá demasiado, pero lo tiene...

Porque la doble (o quizá triple...) historia que nos cuenta Erice en su afortunado regreso, con el concurso del notable guionista vasco-francés Michel Gaztambide (recordemos algunos de sus poderosos libretos para el cine: La caja 507, No habrá paz para los malvados, Petra, La línea invisible...), se extiende aparentemente a través de un prólogo y un epílogo interconectados, con las dos únicas secuencias filmadas de la inconclusa “La mirada del adiós”, y entre ambos dos grandes capítulos sin delimitar específicamente que abarcarán el resto de la película, una primera parte en la que conoceremos algunas particularidades sobre el desaparecido Julio Arenas, pero, sobre todo, y muy sutilmente, del propio Miguel Garay: a raíz del programa televisivo, el reencuentro con la hija de Julio, del que el director era amigo íntimo, y que supondrá un reencuentro con su pasado; una dedicatoria en un libro le permitirá reencontrarse con un viejo amor de juventud, una argentina que también fue novia de Julio; su vuelta al hogar, en la costa almeriense, apenas unas precarias instalaciones alrededor de una caravana varada, donde tiene lo más parecido a una familia (el chico que podría haber sido su hijo; la no-nuera embarazada de la que podría ser su nieta, Juana, o Esmeralda, o Estrella, según sea finalmente el nombre que le impongan; el hermano pescador, Tascón, pura filosofía parda, al que ayuda en su faena diaria; el perro leal –perdón por la redundancia--, otro más en la familia que no lo es, aunque lo sea mucho más que otras que supuestamente sí lo son). A través de esas escenas, y otras, iremos descubriendo a este personaje insólito, en alguna medida inspirado quizá en el propio Erice (físicamente, con una fisonomía que recuerda poderosamente al propio director; profesionalmente, un hombre con una muy escasa carrera como cineasta, como el realizador vasco), pero también, o así nos lo parece, en el guionista, del que toma la procedencia (ambos euskaldunes), y las dos letras iniciales de nombre y apellido: MIguel GAray, MIchel GAztambide... Un hombre, este Miguel (o Mike, como lo conocen en el pueblecito almeriense, Aguadulce, donde vive), del que sabremos que aquel rodaje inconcluso, con la desaparición de su amigo del alma, supuso un antes y un después en su vida: nunca más volvió a dirigir, sestea escribiendo cuentos como pasatiempo, se gana la vida como traductor para una pequeña editorial. Nunca se recuperó de aquello, de aquel corte en su existencia a partir del cual su más íntimo amigo desapareció sin dejar rastro, dejando un reguero de preguntas sin respuesta.

La segunda parte del film estará dedicada a la figura del hombre al que todos llaman Gardel, con un sorprendente parecido al desaparecido Julio Arenas, un hombre sin memoria que sobrevive haciendo trabajos de mantenimiento en una residencia de ancianos en un pueblo costero granadino (Casteldeferro, aunque no se cite expresamente); Miguel, intentando conseguir que Gardel vuelva a ser su amigo Julio, columbrará una posible solución, que desembocará en una secuencia cuyo final es uno de los más fascinantes que hayamos visto en cine en muchos años.

Film sobre la memoria y el olvido, quizá una metáfora sobre el Alzheimer, es, sobre todo, una prodigiosa intersección entre cine y vida, entre arte y realidad (atención: ¡posible spoiler!): el actor, tan embebido en su papel, se convirtió sin saberlo en el personaje de la película que tenía que cumplir el encargo dado, perdiendo por el camino su propia identidad, su propia conciencia de ser quien era; del rodaje a un acantilado donde solo aparecieron sus zapatos; de allí a deambular en busca de la adolescente china a la que devolver a su padre... que solo habita en un celuloide nunca concluido...

Película ajena a modos y modas, Cerrar los ojos es un pequeño prodigio de sutileza, de matices y de guiños cinéfilos: ese homenaje al wéstern clásico, y con él al mejor cine de Hollywood, con la bellísima “performance”, a cargo de Manolo Solo y Dani Téllez, de la canción “To my rifle, my poney and me”, que cantaban Dean Martin y Ricky Nelson en Río Bravo; la aparición de Ana Torrent, en sí misma un poderosísimo fetiche de la primera película ericeana, El espíritu de la colmena, la niña de los ojos enormes e ingenuos; el personaje de Max, el viejo montador, un auténtico ermitaño del celuloide, un amante absoluto del cine a la antigua usanza...

Todo en Cerrar los ojos es prodigioso, incluso aquellas cosas (tempo lento, exceso de metraje) que reprenderíamos en otras películas. Pero aquí todo tiene sentido, todo conspira hacia esa imagen final, ese rostro de Gardel que, quizá, sea entonces el de Julio. O no, porque Erice se cuida mucho de darnos certezas.

Gran trabajo interpretativo: conocíamos el talento del algecireño Manolo Solo, que siempre tiene la rara cualidad de metamorfosearse en sus personajes, y aquí nos transmite perfectamente el rol de este hombre al que un inesperado lance del destino cambió, literalmente, la vida. A su lado, nos gusta mucho José Coronado, en un doble papel que resuelve con tacto; en especial en el rol de Gardel consigue esa mirada descorazonadoramente obtusa de las personas que han perdido todos sus recuerdos para ser solo hoy, aquí y ahora. Y ese plano final, esa mirada final tras cerrar los ojos, y abrirlos...

El resto de intérpretes todos muy entregados y motivados, todos ellos sabedores sin duda de que trabajar en una película de Erice es una oportunidad única. Por citar a alguno, nos ha gustado mucho José María Pou, aunque eso no es ningún descubrimiento: el actor catalán es uno de los mejores de su generación, por no decir el mejor, y su judío sefardí Mr. Levy es portentoso, un hombre al final del camino que solo quiere reencontrarse con lo mejor de sí mismo, con la hija cuya mirada puede hacerle descansar en paz.

(30-09-2023)


Cerrar los ojos - by , Feb 10, 2024
4 / 5 stars
Ese plano final...