Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS


Disponible en Filmin y Apple TV.


A Billy Wilder se le suele asociar, no sin fundamento, con la comedia. En ese género el director nacido en el Imperio Austro-Húngaro, aunque nacionalizado norteamericano tras huir de Europa por el nazismo (y es que era de etnia judía...), ciertamente ha hecho un puñado de buenas, muy buenas o sencillamente magistrales comedias (adjudique el lector el adjetivo que le plazca...), como La tentación vive arriba, Con faldas y a lo loco, El apartamento, Uno, dos, tres, Irma la dulce, ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre? y Primera plana. Pero Wilder, como casi todos los directores del llamado “studio system” o sistema de estudios, se desenvolvió en casi todos los géneros, y como tal, Billy hizo otras películas también memorables o, al menos, atractivas, como el “film noir” Perdición, el drama químicamente puro Días sin huella, el melodrama “retro” El crepúsculo de los dioses, la romántica Sabrina, la bélica Traidor en el infierno, y hasta el musical de época El vals del emperador, así que podemos convenir que Wilder no fue “solo” un director de comedias.

Para muestra, otro botón, este El gran carnaval, potente alegato contra la prensa amarillista, hecha con claves de intenso drama. La acción se desarrolla en el estado de Nuevo México, a principios de los años cincuenta, en el tiempo en el que se rodó la película. Conocemos a Tatum, un desahogado periodista al que han despedido de muchos periódicos, un embustero procesado varias veces, que, sin trabajo y varado en Alburquerque con el coche averiado, se ofrece como reportero todo terreno al dueño del periódico local. Tatum es un cínico, un racista, un tipo mezquino y desagradable que despotrica del pueblo y de sus nuevos compañeros. Pero el tiempo pasa, y, tras un año en el pueblo, le parece que está cumpliendo cadena perpetua; se pregunta rabioso  dónde está la noticia que le va a sacar de allí. Pero cuando el dueño y director del periódico lo envía a una cacería de serpientes, Tatum, por el camino, se encuentra con lo que puede ser una noticia interesante: en una mina próxima se ha producido un desprendimiento y un hombre, Leo, ha quedado atrapado. El periodista huele que ahí puede haber una noticia de alcance nacional, y se pone a ello...

Con un ritmo narrativo impecable, buenos diálogos, nada complacientes, y un precioso y contrastado blanco y negro, la película de Wilder habla de la utilización de la actualidad en beneficio de la prensa, una acre denuncia del amarillismo, una demoledora mirada hacia los tabloides sensacionalistas que utilizan y manipulan los sucesos en su único beneficio, sin importar las consecuencias, sean las que sean. Pero la película no será solo eso; en ella casi nadie se salva: el protagonista, por supuesto, un tipo infecto, desagradable y calculador, pero tampoco la esposa del accidentado, Lorraine, una mujer a la que éste sacó del arroyo (casi literalmente: de un tugurio de mala muerte) pero se muere de asco en lo que ella cree es el culo del mundo; no digamos la gente corriente, la masa ávida de emociones fuertes, en torno a la cual se monta un gran carnaval (como dice el título español, no desencaminado), un auténtico circo, un tinglado en el que se comercia con la desgracia ajena; por supuesto la autoridad venal, ejemplificada en sheriff local, dispuesto a lo que sea para mantenerse a toda costa en el cargo. De hecho, los únicos personajes positivos, aparte de la propia víctima, serán el director del periódico de Alburquerque, que abjura de lo que está haciendo Tatum con el caso, y los padres de la víctima, estos sí unos auténticos santos inocentes...

Habrá otras derivadas de interés, como la abyecta manipulación que el protagonista realiza con un joven periodista, Herbie, al que pervertirá inculcándole su cínica visión de la profesión, haciéndole ver que la tragedia de una sola persona es más noticiable que la de 84, porque es más dramático... También le adiestrará en la convicción (que llega hasta nuestros días: véase cualquier telediario, de cualquier cadena, de cualquier día...) de que las malas noticias se venden mejor que las buenas.

Otra de las líneas de interés del film radicará en la extraña relación que mantendrán el periodista Tatum y Lorraine, la hermosa mujer del accidentado: entre ambos, en el fondo dos redomados cínicos, dos individuos despreciables, se establece una compleja relación, a la vez de atracción y repulsión, quizá porque los dos se saben malos y se dan asco de sí mismos: él, un villano integral, aunque, como veremos al final, con un cierto prurito humano; ella, que las ha pasado canutas toda su vida, le guarda rencor a todo y a todos, empezando por el marido que la sacó de la ruina económica y moral.

Cuando los acontecimientos vayan torciéndose, con la agonía del accidentado por las maniobras dilatorias orquestadas por el periodista felón, éste se encontrará, de repente, atrapado en su propia trampa y por su conciencia... Ese final que le encamina, devastado, a la redención, sin embargo, llegará tarde: ya no habrá solución, ni para él ni para la víctima cuyo salvamento prolongó innecesariamente para procurar su propio brillo como único interlocutor del accidentado. Ese final también, con la consiguiente retirada de aquel gran circo comercial, de aquella masa sedienta de emociones y tragedias, será también un final muy pesimista, algo que en los dramas de Wilder será casi una constante.

Dura película esta El gran carnaval, tan dura como sabía hacerlo el cine clásico norteamericano cuando se terciaba. Kirk Douglas, convertido ya en una de las grandes estrellas de Hollywood, hace una composición inolvidable de este tipo carente absolutamente de escrúpulos o de piedad, un egoísta de libro que, sin embargo, finalmente resultó alcanzado por esa “arma de construcción masiva” conocida como humanismo. El resto del reparto bien, como era habitual en el Hollywood de la época, arropando adecuadamente al astro.

(18-02-2025)


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111'

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El gran carnaval - by , Feb 23, 2025
4 / 5 stars
Acre denuncia del amarillismo