François Truffaut fue, entre otras cosas, el cineasta del eclecticismo: podía hacer tanto una prodigiosa adaptación de una historia de ciencia ficción, la distópica Fahrenheit 451 (1966), como una historia de amor fou tan hermosa y melancólica como Jules et Jim (1962), o polars personalísimos y tan distintos como Tirad sobre el pianista (1960) o La novia vestía de negro (1968), además de un canto a la educación y a la entrega personal como El pequeño salvaje (1970).
Así, tras hacer la extraordinariamente romántica y, por ello, tan llena de vida, El amante del amor (horrible título español para el original francés, L'homme qui aimait les femmes, que podría haberse traducido fácilmente como “El hombre que amaba a las mujeres”), Truffaut afronta uno de sus filmes más peculiares, esta La habitación verde, que es un verdadero canto necrofílico, un homenaje como no se ha hecho otro en el cine al mundo de los muertos. Como era de esperar con un planteamiento argumental tan comercialmente suicida, el film apenas tuvo repercusión y, de hecho, en España no llegó a estrenarse comercialmente, a pesar del gran predicamento con el que contaba el director francés. Basada en textos originales del novelista Henry James, Truffaut contó para el guion con su habitual colaborador en estas lides, Jean Gruault, quien también lo fue para Alain Resnais.
Obra compleja y cargada de nostalgia, quizá una premonición de la muerte que le sobrevendría al cineasta seis años más tarde, se ambienta a finales de los años veinte del siglo XX, y narra la etapa de madurez de un excombatiente de la Gran Guerra, quien consagra el resto de su vida a honrar la memoria de su joven esposa prematuramente desaparecida. Aunque conoce a otra mujer, por la que se sentirá atraído, su decisión inquebrantable no variará lo más mínimo...
El propio Truffaut interpretó el papel protagonista, como hacía cuando tenía especial interés en una película: ya lo hizo en la mentada El pequeño salvaje, pero también en La noche americana (1973). Junto a él aparece Nathalie Baye, que hizo varias películas para Truffaut, y que en aquellos años trabajó para la flor y nata del cine francés: Godard, Sautet, Pialat, Tavernier, Swaim. Atención a la espléndida fotografía de Néstor Almendros (por aquella época el operador de referencia de Truffaut), con evidentes reminiscencias icónicas de la Semana Santa andaluza.
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