Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS.


Disponible en Filmin, Prime Video y Apple TV.


Se atribuye a la lengua viperina de Alfred Hichcock, allá por los años cincuenta del siglo XX, la frase (y cito de memoria) en la que avisaba a cualquier realizador de un film, que procurase no rodar nunca con animales, con niños... o con Charles Laughton. Dos fuertes personalidades que tan sólo coincidieron en dos títulos, La posada de Jamaica, 1939, y en El proceso Paradine, 1948. Pero, es verdad, Laughton discrepó con muchos otros directores en la cincuentena de películas en las que actuó, desde 1928 a 1962,  en que muere con sesenta y tres años. Y en esa lista está gente de categoría como Josef Von Sternberg, Cecil B. DeMille, David Lean o William Dieterle, además del mismo Hitch.


Charles, nacido en la legendaria y marítima Scarborough, de padres hoteleros, se metió muy joven en el mundo del teatro, y con su físico orondo y rostro muy especial, se especializó en personajes rotundos y dominantes. Debutó en el cine con 29 años y ya en 1932 hace de Nerón en El signo de la cruz, de DeMille, trabajo que sirvió de modelo a Peter Ustinov en la versión de Quo Vadis en 1951. Justo un año después logra su único Oscar con su imponente creación en La vida privada de Enrique VIII, de Alexander Korda. Ya famoso, rueda film tras film hasta completar ese medio centenar que citábamos: allí están títulos como Rebelión a bordo, la versión de Frank Lloyd, Esmeralda, la zíngara, de Dieterle, Esta tierra es mía, de Jean Renoir, o El déspota, de David Lean... entre otras muchas. Y justo al año siguiente da el paso a la dirección con el film que comentamos.


En la historia del cine no es raro encontrar actores y directores  que entremezclan sus trabajos: Robert Redford, Orson Welles, Charlton Heston, Santiago Segura, Sydney Pollack... y tantos otros. Pero nunca un caso tan descompensado como el de Laughton, que pasa de esos cincuenta títulos en interpretación, a un solo film como realizador, La noche del cazador, y además con unas características, originalidad, y complejidad que lo hacen ciertamente irrepetible. Y ya salió el término, irrepetible, porque a esta película se la puede calificar de muchas maneras: fantástica, surrealista, tenebrosa, onírica, terrorífica, inimitable, cuento de hadas, extraña, costumbrista, alucinada, maléfica, infantil, de intriga, perversa, crónica rural, melodrama... pero el término más ajustado es calificarla de irrepetible.  


Bueno, pues la historia que se nos cuenta -ciertamente enrevesada- se basa en una inquietante novela de Davis Grubb, guionizada por James Agee (La reina de África), donde adultos y niños se entremezclan en sus peripecias. Un criminal, Ben Harper, tras cometer dos asesinatos en un atraco, esconde el botín y confía el secreto a sus dos hijos. Atrapado y en la cárcel, antes de ser ejecutado, desvela en sueños ese botín, lo que es oído por su compañero de celda Harry Powell que, una vez libre, va a buscarlo al pueblo del asesino. Ambientada en el Condado de Ohio, territorio fronterizo entre el norte y los estados sureños, los cauces fluviales, los pantanos, la naturaleza envolvente... van a ser también protagonistas de la narración.


Laughton (no olvidemos, primerizo como director) desdeñó el uso del Story Board y prefirió la preparación con los actores, con sus propias sugerencias, e improvisar escena a escena. Contó con intérpretes solventes, como un Robert Mitchum -de 38 años-, la excelente Shelley Winters en plena juventud, y con la veteranía e historia a sus espaldas de Lillian Gish (que acentúa el recuerdo del cine de D.W. Griffith en la película), que también bebe de las fuentes de King Vidor o el John Ford fuera del western.


Pero el personaje clave de toda la historia es sin  duda el "predicador" Harry Powell, siempre de negro, un sicópata que vive matando mujeres solitarias, viudas indefensas... tras robarlas o estafarlas. Lo conocemos conduciendo un descapotable -robado- y hablando con Dios -nada menos-, lo que no quita que pare en el próximo pueblo para ver un streap tease. Ahí es detenido por el robo del coche  y ya enlazamos con el encuentro en la cárcel y su conocimiento del botín escondido, pero sin saber dónde, y dirigiéndose al pueblo. Allí conoce a su viuda y madre de los niños -Shelley Winters-, a la que engatusa como a tantas otras y se casa con ella, pero la desprecia e insulta en la noche de bodas.


El famoso juego y los tatuajes de HATE (odio) y LOVE (amor) en las manos izquierda y derecha de Powell son usados por él en discursos y pantomimas de prédicas ante gente inculta y fascinada por  su palabrería, e incluso ante los niños. Tras asesinar a su mujer, los chicos huyen a casa de Lillian Gish, que acoge a huérfanos e hijos de madres solteras, personificando la bondad frente a la absoluta maldad del protagonista. El desenlace, la huida por ríos y zonas pantanosas, es onírico y pesadillesco, aunque este terrorífico cuento de hadas (como lo han calificado muchos críticos) tenga un final feliz y en plenas Navidades. Hay una foto de todo el equipo rodeando a un feliz y sonriente Laughton al terminar el rodaje, que parece desdecir la fama de difícil que tenía el inglés.


Pero vino enseguida el desengaño ante el fracaso del público y de la crítica, que no entendieron nada. Hasta el sagaz François Truffaut erró esta vez el tiro y habló de cinta confusa y fallida, todo lo cual hundió el ánimo del autor. Así se explica que no volviera a dirigir, y que sólo rodara cuatro films más hasta su muerte siete años después. Eso sí, cintas de altura: Testigo de cargo, del gran Billy Wilder, por el que fue nominado al Oscar junto a su esposa Elsa Lanchester, una coproducción con Italia, Bajo diez banderas, de Dullio Colletti, y su final nada menos que con Espartaco de Kubrick -como el senador Graco- y una de las cumbres de Otto Preminger, Tempestad sobre Washington, que cierra la carrera de este chico que iba para hotelero...


Los años fueron, casi enseguida, corrigiendo el entuerto, y críticas solventes lograron convertir esta cinta en eso ahora tan manido de "obra de culto", en este caso con toda la razón. Y así, décadas después admiramos La noche del cazador como una perla exótica e irrepetible en la ya larga Historia del Cine, así, con mayúsculas...


(15-10-2023)


 


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92'

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La noche del cazador - by , Oct 15, 2023
5 / 5 stars
Maldad en los pantanos