Enrique Colmena

Es lo que tienen los números, que lo aguantan casi todo. El título de este artículo podría remitir al año que estamos terminando, 2017, con un intruso en forma de guion colado de rondón entre las dos decenas que lo componen (mayormente si dijéramos la cifra a la manera de los ingleses, que son tan propios: twenty, seventeen; veinte, diecisiete, dicen los tíos…). Pero no. Como los números lo aguantan casi todo, lo que queremos decir con este 20-17 es que vamos a hablar de las 20 películas que más nos han interesado de este año 17 (de la centuria vigésimo primera…) al que, cuando se escriben estas líneas, le quedan días.

Balance, entonces, es lo que proponemos con este retruécano (un tanto alambicado, lo reconozco), hacer un inventario de lo mejor que, a juicio del que firma, se ha podido ver en cine estrenado comercialmente en España durante 2017.

Como otros años, haremos este resumen de lo más granado (siempre en nuestra opinión, por supuesto) por zonas geográficas. Hemos procurado huir de aquellos productos magníficamente facturados pero en los que el interés por reventar las taquillas era evidente que eclipsaba cualesquiera otras consideraciones: aunque cine es industria, arte y cultura, aquí intentamos hablar más de las dos últimas características del Séptimo Arte que de la primera (aunque haya quien crea que eso no es exactamente así…).

Dividimos este resumen en dos partes, como aconseja el sentido común para no aburrir con demasiado texto. En esta primera entrega tendremos, entonces, lo mejor, a nuestro entender, del cine que se ha estrenado en 2017 en España y, por extensión, en el resto de Europa. En la segunda parte serán las mejores películas que se han podido ver este año procedentes de América, Asia y África.


España, España

En el año en el que nuestro país ha estado zarandeado por un fenómeno que no mentaremos (ya estamos todos un poco hasta el moño del tema, ¿verdad?), es curioso que nuestra cinematografía ha dado varias muestras de pujanza y variedad, de diversa procedencia y con mimbres muy distintos. El único elemento común ha sido el de la calidad, el del interés que han suscitado estas películas españolas, y otras que no caben para no exceder ese número ideal de 20 que nos permite el alambicado título del artículo.

Curiosamente, la mayor parte viene de Cataluña, o sus autores son catalanes (glup…). Así, quizá la más catalana de todas sea Verano 1993, la ópera prima de la directora y guionista Carla Simón, una cineasta de poco más de treinta años que con este debut ha puesto patas arriba el panorama cinematográfico español, confirmando que con poco dinero, mucho talento y una adecuada adaptación de una traumática experiencia personal se puede hacer buen cine, cine sensible y no por ello mojigato ni moña. Pre-candidata de España al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, cuando se escriben estas líneas se ha sabido que ha quedado apartada de esa carrera, pero eso no es óbice para reconocer que estamos ante una notable aportación, de características inequívocamente catalanas (lengua, entorno geográfico, cultura) al cine español.

Una película de otro director catalán, Carlos Marqués-Marcet, pero en la que es complicado rastrear elementos catalanes, es Tierra firme, su segundo film tras la celebrada 10.000 km; rodada casi íntegramente en el Regent’s Canal, la red de canales que cruza parte de Londres, es seguramente la más cosmopolita de las pelis españolas del año (con permiso del título de Isabel Coixet que citaremos más adelante): hablada en inglés, sobre todo, pero también en español, nos habla de los nuevos modelos de familia, pero también de los viejos atavismos que nos hacen equivocarnos, como si fuera la primera vez, igual que las familias a la antigua usanza.

Mentábamos a Coixet, y su título, sin nada que ver con su Cataluña natal, es La librería, donde nos reconciliamos con su cine tras una etapa en los últimos años en los que, ciertamente, la notamos bastante inferior a lo que nos solía dar en sus primeros años. Con este film adapta admirablemente la novela homónima de Patricia Fitzgerald, un canto al libro, a la cultura, a la lucha por lo que se considera justo, una feroz crítica (pero contada en tono bajo, en la flemática manera en la que los británicos dirimen sus cuitas) hacia el poder, el Poder, aunque éste se revista de las amables formas de una Patricia Clarkson que, como siempre, está estupenda… y Emily Mortimer, la protagonista, y Bill Nighy, el misántropo…

Morir está rodada en su mayoría en el norte de España; en el Cantábrico, concretamente en el País Vasco; en parte su producción es andaluza, y es la segunda película como director del montador sevillano Fernando Franco, tras la notable La herida (2012). Morir es, como ya lo fue el primer film de Franco, una obra incómoda, que hace que el espectador sufra en la butaca: pero es de lo que se trata, enfrentarnos a ese momento tan temido, pero tan oculto, de la muerte, de nuestra muerte. Todos pasaremos por ahí, pero la muerte está absolutamente desterrada del día a día de nuestra sociedad, como si no existiera. Franco la pone en primer término, nos machaca con un film de una sobriedad espartana, con unas interpretaciones antológicas de Andrés Gertrúdix, que es aquí el moribundo, y Marian Álvarez, la mujer que habrá de soportar hasta lo indecible la agonía del esposo.

Mucho más divertida y, por ello, mucho más comercial, está resultando Perfectos desconocidos, remake que el vasco Álex de la Iglesia ha hecho del film italiano Perfetti sconosciuti (2016), inédito en España. Una cena a la que acude un grupo de amigos de toda la vida, tres parejas y uno desemparejado; un juego que empieza siendo una tontería (poner todos los móviles sobre la mesa y que todos compartan los mensajes recibidos, del tipo que sean) termina como el rosario de la aurora, para terminar conviniendo que la sinceridad absoluta no es precisamente la llave de la felicidad en la pareja. Con un elenco de actores en estado de gracia (especialmente brillantes Eduard Fernández, Belén Rueda y Ernesto Alterio), la película está siendo el hit comercial del cine español de finales de año, incrementando recaudación semana tras semana, algo absolutamente inusual.


Europa capitidisminuida

Al margen de España, lo cierto es que el cine hecho en el resto de Europa este año no se puede decir que haya tenido una cosecha brillante. Apenas tres títulos europeos tienen cabida en este ranking de 20 buenas películas del 2017, y en algún caso, como en Dunkerque, la coproducción USA (a través de Warner) ha sido determinante. Dunkerque es un fastuoso artefacto de gran cine espectáculo, pero de cine espectáculo con contenido, hecho con un innovador montaje que nos irá contando simultáneamente tres historias que se suceden a finales de mayo de 1940 al norte de Francia, cuando todo el contingente inglés que ha entrado en el continente para luchar contra el Tercer Reich se bate en retirada ante los ataques de la Wehrmacht, el temible ejército nazi. En ese contexto, esas tres pequeñas historias de heroicidad, pero también de sufrimiento, forman el esqueleto de un film de notable impacto, dirigido por un Christopher Nolan que se ha convertido ya en uno de los cineastas imprescindibles de este siglo XXI, desde que deslumbró con su iniciática Memento (2000).

Curiosamente, es en esta Europa cinematográficamente (en otras cuestiones también…) capitidisminuida la que nos ha dado, a nuestro juicio, la obra maestra del año: La tortuga roja, una coproducción franco-belga, con la inestimable aportación nipona de Studio Ghibli, es, a nuestro entender, el film de 2017: formalmente, pero, sobre todo, en su fondo, una metáfora de la existencia de una belleza, de un dolor inconmensurable. Film de dibujos animados a la tradicional manera, es una pequeña maravilla debida al director holandés Michaël Dudok de Wit, un cineasta de corta obra pero toda ella realmente esplendorosa.

El último título europeo de relieve nos ha llegado de la tierra de Drácula, o de Trajano: Rumanía lleva haciendo un cine notable desde principios de siglo, y Los exámenes, el nuevo film de Cristian Mungiu, confirma la primacía de una cinematografía vigorosa que ha conseguido tener un estilo propio, con independencia de quiénes sean los directores y guionistas que estén detrás de cada película.

Pie de foto: Una imagen de La tortuga roja.

Próxima entrega: 20-17 (y II)