Pues ya se han entregado los Oscars de Hollywood, en su nonagésima cuarta edición, y parece que la cosa ha terminado como el rosario de la aurora, con agresión en directo incluida, con una exhibición de testosterona por parte de Will Smith a Chris Rock en forma de puñetazo por un chiste del segundo sobre la mujer del primero. Smith, experto en pegarse tiros en el pie, se ha disparado un bazooka en plena pierna y en directo con esta acción, justo la noche en la que, por fin, conseguía el Oscar que acariciaba desde hace décadas: sentido de la oportunidad le llaman a la figura...
Al margen de esta crónica de sucesos, que ya veremos como acaba (bien para Smith no parece...), lo cierto es que esta nueva edición de los Oscars ha consagrado algo que en los últimos años se venía viendo con cierta frecuencia, el triunfo de la mediocridad, del cine de poca monta sobre el Cine, con mayúsculas. Porque que CODA. Los sonidos del silencio, de la no precisamente sublime estirpe conceptual de los telefilms para sestear en la sobremesa, haya sido considerada Mejor Película por encima de El poder del perro, exquisita delicatessen cinéfila, o incluso, un poco por debajo de esta, Drive my car o Licorice Pizza, indica que, efectivamente, una de dos: o los académicos están ya en ese momento gagá que, todavía sin pruebas, les presuponíamos, o lo que cuenta hoy día en los Oscars es el que podríamos llamar “cine-ONG”. Que sí, que está muy bien el reconocimiento, la visibilización de colectivos como los sordos con los premios a este film (por cierto, ya reconocido y visibilizado hace algunas décadas con el Oscar a Marlee Matlin por Hijos de un dios menor), pero se supone que la Academia de Hollywood debería premiar la excelencia cinematográfica, no los discursos tipo “Viva la gente”.
Así las cosas, CODA... se alzó con los tres Oscars a los que estaba nominada: además de Película, también se llevó Guion Adaptado (para su directora y guionista, Sian Heder) y Actor de Reparto (para Troy Kotsur, él mismo sordo). Si fuera por número de estatuillas, la ganadora debería ser considerada Dune, la adaptación de Denis Villeneuve de la primera parte de la primera novela (esto parece el contrato de los Marx...) de la gigantesca saga literaria imaginada por Frank Herbert. Dune se ha hecho con seis estatuillas, aunque todas ellas “de pedrea”: Efectos Visuales, Banda Sonora Original, Fotografía, Montaje, Diseño de Producción y Sonido.
Con dos estatuillas ha sido premiada Los ojos de Tammy Faye, concretamente a Actriz Protagonista (Jessica Chastain, que por fin ha conseguido el Oscar que se le resistía) y Maquillaje y Peluquería, más que lógico teniendo en cuenta la transformación que hacen de Jessica, de cisne cuello blanco a matrona del Tea Party. Y el resto hubo de conformarse (los que pillaron cacho...) con un solo Oscar: el caso de El poder del perro, con una única estatuilla (la de Jane Campion, menos mal, a Mejor Dirección) de las doce a las que aspiraba es quizá el más sangrante, pero tampoco parece justo que propuestas tan interesantes como Drive my car se tuvieran que conformar con un único Oscar. Las demás “unioscarizadas” (premiadas con una sola estatuilla, si me permiten el palabro) han sido El método Williams (Will Smith como Mejor Actor Protagonista, que alcanzó la gloria y el infierno en cuestión de minutos...), Sin tiempo para morir (para la preciosa Canción Original del último James Bond), Encanto (cantado estaba, si me permiten el cuasi trabalenguas, el Oscar al Mejor Largo de Animación), West Side Story (para la estupenda Ariane DeBose como Mejor Actriz de Reparto, de lo mejor de este por lo demás innecesario “remake”), Belfast (para el Guion Original de Kenneth Branagh, de corte emotivamente autobiográfico) y Cruella (para Vestuario, muy apropiado, dado los trapitos que lucen en esta, por lo demás, tan apañada actualización de la vieja 101 dálmatas disneyana).
Eso sí, aunque Penélope, Bardem y Alberto Iglesias se quedaron sin estatuilla, el más humilde de los nominados españoles, Alberto Mielgo, sí consiguió el Oscar al Mejor Corto de Animación por su El limpiaparabrisas, lo que tanto nos alegra, y que esperamos que impulse con fuerza su carrera.
Ilustración: Jane Campion, con su merecido Oscar a la Mejor Dirección por El poder del perro.