Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS


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Todos los cinéfilos de pro conocen aquella frase que -dicen que dijo- el señor Alfred Hitchcock sobre que no quiere  ningún rodaje en que intervengan  ni animales, ni niños, ni Charles Laughton... probablemente por la fama que tenía este gran actor, también británico,  de llevarse mal con muchos directores de los que tuvo al rodar sus películas. Sea o no verdad toda esta historieta, mira por donde el orondo y londinense Hitch sí tiene una cinta en la que interviene, desde el principio y en muchos planos sueltos a lo largo de su metraje, un gato, un minino... y encima negro, para más inri.

Y fue en Atrapa a un ladrón, por supuesto ya en su etapa estadounidense y en una de sus rachas más fecundas (la década de los cincuenta), cuando -en sólo dos años, 1954 y 1955- rodó cuatro films, a saber Crimen perfecto, La ventana indiscreta, ésta que hoy nos ocupa, y Pero... ¿quién mató a Harry? -debut por cierto, de Shirley MacLaine-, ninguna de ellas cumbres de su extraordinaria carrera, todas ellas en color, con gancho comercial, y obviamente con sobresaliente nivel. Ahí, en ese mosaico, se encuadra esta luminosa -pero también oscura y nocturna- cinta, rodada en la Costa Azul francesa, con una hábil intriga, bien urdida en el guión de John Michael Hayes.

Pero seamos sinceros, lo del gato, además del animalito en cuestión, se refiere al apodo que en toda la Riviera francesa se da a un  ladrón de joyas que tiene atemorizados a sus ricos habitantes, y que penetra en las mansiones deslizándose por los tejados. Y él es John Robie (Cary Grant) que, ya retirado de su punible oficio, y queriendo disfrutar de una vida tranquila, ve cómo alguien copia su método para cargarle los nuevos robos. Ello le lleva a sufrir el rechazo de sus conocidos, de los cocineros del hotel donde vive, y -por supuesto- de la policía, que lo vigila para intentar cogerlo infraganti. Todo este tinglado origina una narración ágil, llena de acción, con secuencias divertidas (como la del mercado de flores) o persecuciones por lanchas o carreteras junto al mar, que se asemejan a un adelanto de las películas de James Bond, que vendrían muy pronto en la década siguiente, y en su mejor etapa, la de Sean Connery.

Y en el ambiente placentero y adinerado, aparece el factor femenino, con una bellísima Frances (Grace Kelly), formando con un Cary Grant maduro y picaresco, una verdadera pareja glamourosa. Un inevitable romance que permite a John Robie usar a la adinerada madre de ella -poseedora de cuantiosas joyas- para servir de anzuelo y capturar al verdadero Gato, el ladrón actual. Hay persecuciones nocturnas por los tejados, fiestas lujosas, fuegos artificiales y toda clase  de sorpresas, escenas de casinos (otra vez Bond...), en un rodaje que debió entretener a Hitchcock sin necesidad de forzar la máquina, y así atender a Claude Chabrol y a François Truffaut que preparaban el célebre libro de entrevista a Hitch, que finalmente sólo escribió Truffaut.

El resultado es una obra que abusa de escenas de relleno, como la temeraria conducción de Frances sorteando curvas y atravesando pueblecitos, con viejecitas imprudentes (¿macabro adelanto del accidente mortal de la ya luego princesa de Mónaco?) y sustos varios, hay muchas escenas oscuras (como las iniciales del gato) viradas en verde, que contrastan con el idilio sentimental de la pareja protagonista. Pero poco a poco el ambiente se va enrareciendo, la policía da palos de ciego, mientras unos y otros sospechan entre sí, servido todo por la contrastada fotografía de Robert Burks, casi imprescindible en las cintas de esta etapa del director. Y aparte los consagrados, un plantel de actores y actrices variopintos, con algunas caras conocidas y veteranas, como Jessie Royce Lands, o John Williams  (no el genial músico), actor inglés que podemos ver en Crimen perfecto y en Sabrina de Billy Wilder. También, algunos nativos franceses como el veterano Charles Vanel o la joven y rubia Brigitte Auber, como la hija del dueño del hotel.

Pero como hablamos del tópicamente denominado "mago del suspense", también en este caso la cinta llega a un tramo final donde hay muchas cosas que aclarar. Para adornar este largo desenlace y justificar el tono de alta sociedad que describe,  asistimos a un baile de disfraces que permite comprobar el lujo imperante y -al mismo tiempo- despistar al espectador sobre quién está detrás de cada máscara. Y de paso establecer una dicotomía entre la luminosidad de los salones del baile y la verdosa oscuridad de los tejados nocturnos, lugar donde se acabará descubriendo los entresijos todavía pendientes y poder llegar a ese final esperado... y sorprendente.

La cinta, preludio y anuncio de una fulgurante serie de films de alto voltaje (Falso culpable, Vértigo, Con la muerte en los talones, Psicosis, Los pájaros...) permitió un indudable relax a su director, amante de los ambientes lujosos y trabajando con actores conocidos y apreciados, incluyendo la pareja protagonista. Además la taquilla se portó bien, y como guinda los señores de la Academia le dieron tres nominaciones en los apartados de dirección artística, vestuario (nada menos que Edith Head) y fotografía. Y fue esta última candidatura la que se llevó el gato al agua (seguimos con el felino... ) logrando el Oscar, ciertamente merecido, el ya nombrado Robert Burks.

Se me olvidaba: Hitchcock sale en un plano, dentro de un autobús, muy serio y mirando hacia adelante. Y de nuevo su protagonista femenina, en este film, también fue una rubia, of course...

(08-06-2025)


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106'

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Atrapa a un ladrón - by , Jun 08, 2025
3 / 5 stars
El gato de Hitchcock