Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS

Esta película está disponible en el catálogo de FlixOlé.

“Recordar las dulces horas del ayer/ recordar aquel amor de antaño/ es placer…”. Estos fragmentos pertenecen a una canción, “Recordar”, que abre y cierra el film de Carlos Saura. Nuevamente el realizador se sirve de ella y de su intérprete, Imperio Argentina; anteriormente, para incluirla en la banda sonora de El jardín de las delicias; ahora, para titularla, tomarla como punto de partida argumental y volver a repetirla en tanto que sugeridora de sensaciones y ambientes.

No es nada intrascendente esta repetición, porque todo, o casi todo, en Dulces horas no es más que volver a evocar, volver a filmar el mundo habitual del director oscense. Los ojos vendados, Deprisa, deprisa y Bodas de sangre se apartaban de su temática usual, de su repetido mundo obsesivo. Puede decirse que Saura es autor de una obra única representada en sus mejores trabajos: es el mundo de Peppermint frappé, de La madriguera, de Ana y los lobos; ocasionalmente, el autor, se evade, necesita evadirse, hacia otros temas y aspectos distintos, tales como el ballet de Antonio Gades, los problemas de la delincuencia, etc.; luego, termina en sus temas favoritos, en sus claves de siempre, en unos personajes, en sus personajes, nuevamente repetidos; así, ocurre en Mamá cumple cien años, que es ir más allá de Ana y los lobos, o en Dulces horas, que es una síntesis globalizadora, un balance generalizador de cuantos temas y estilos constituyen, por ahora, el mundo artístico de Saura.

No hace falta decir que la etiqueta “saurana” no sólo implica cosmovisión propia sino, además, brillantez de realización, estilo personal; no en balde la producción de Elías Querejeta y su equipo componente, como el fotógrafo Escamilla, el montador Del Amo, el director artístico Sanz de Soto, han compuesto uno de los mejores cuadros de profesionales de nuestra industria; además, la buena dirección de actores que el realizador habitualmente consigue, como ahora, con una excelente interpretación de Assumpta Serna y de Iñaki Aierra, hacen de sus obras una de las pocas acreedoras al oro y plata, ya en Berlín, ya en cualquier otro festival.

El conocedor del cine de Carlos Saura degustará una vez más un producto español de calidad y, a la par, irá reconociendo uno tras otro los puntos clave de una filmografía que incide sobre sí misma con su virtuosismo habitual. El túnel del tiempo, la vuelta al pasado, donde tantas referencias explican el presente, es el juego que, en Dulces horas, nos propone Juan, un hombre joven que está marcado por su infancia, por su edípico complejo, por sus circunstancias personales, familiares y generacionales. Con ello, el realizador construirá una serie de momentos que permitirán al personaje revivir la infancia, la relación con los demás miembros de la familia y contrastar, cuando se pueda, lo imaginado con la realidad.

La “representación”, organizada por el propio personaje, en la que él es autor, actor y espectador de sí mismo, es el aspecto más atractivo y original de la película; aquella verdad vivida frente a esta representada, aportará algunas soluciones a las creencias u opiniones mantenidas por Juan (entre ellas, el suicidio de la madre). Los recuerdos, una vez más, son pieza significativa en la narración; la evocación irá sirviendo progresivamente para revivir, real o mágicamente, la formación de una personalidad marcada por la huida del padre, la muerte de la madre, el ambiente familiar hostil, impregnado de patriotismo fanático y religión mal entendida.

Esta representación que Saura nos propone en Dulces horas participa de cuantos elementos son constantes en su filmografía: casa y familia (significativos escenarios de, por ejemplo, Ana y los lobos y Mamá cumple cien años, destructores; padre y madre, integrantes de un matrimonio en el que habrá víctima y verdugo; un doble, en este caso la actriz que interpreta a la madre elegida por su parecido con ella (al igual que en Peppermint frappé); una representación teatral que sirve para explicar el pasado, para recrearse en él, para aportar datos sobre el presente; a todo ello, los subtemas, con variados matices, aunque siempre los mismos, como la muerte, la infancia (en su aspecto triste, etapa infeliz de la existencia), el sexo, la guerra civil del 36, la religión, según los representaba el autor en El jardín de las delicias, La prima Angélica, Cría cuervos, etc. Es el Saura de siempre, en otra variante de una gran obra tan única como diversa.


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106'

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Dulces horas - by , Feb 17, 2022
3 / 5 stars
Síntesis de temas y estilos propios