El 7º día

Aunque ya hace tiempo que las audacias, los oscars y las moderneces de Pedro Almodóvar lo destronaron del número uno del cine español, qué duda cabe que el realizador Carlos Saura sigue siendo un peso pesado de nuestro cine, y que su carrera, con lógicos altibajos, ocupa un lugar preferente en coherencia y categoría.

Ahora, después de varios films volcados en su vena más esteticista y culta, como Goya en Burdeos, Salomé o Buñuel y la mesa del rey Salomón, el cineasta aragonés vuelve con el film El 7º día al realismo, esa corriente de su obra apegada a la realidad de su sociedad y su momento histórico.

Por cierto, un realismo que ya cultivó en los comienzos de carrera cinematográfica, con películas como La caza o ya más recientemente con Deprisa, deprisa o Taxi, y lo hace incluso más a ras de tierra que nunca, como es el caso de un suceso real que conmocionó al país justo al comienzo de la década de los noventa.

La España trágica, negra, de campos resecos, duras piedras y paredes encaladas, la España rural de silencios y complicidades, está perfectamente reflejada en el guión de Ray Loriga y la realización de Saura, que nos cuentan este ciego enfrentamiento que empieza y concluye en tragedia.

Con un tratamiento un tanto sabido, que se mueve entre Lorca e incluso Távora, la cinta va matizando la realidad de ambas familias, con una ajustada interpretación de José García o Eulalia Ramón, más en el ámbito de la normalidad, y Juan Diego, Victoria Abril o José Luis Gómez entrando claramente en la locura, dibujando entre todos un universo dramático, un realismo trágico y veraz.