Esta película está disponible en los catálogos de Rakuten y Prime Video.
Marielle Heller (Marin County, California, 1979) es una actriz graduada en la UCLA y en la Royal Academy of Dramatic Art de Londres, y como tal viene interpretando películas y series desde principios de este siglo, si bien habrá que decir que, en general, no ha sido en títulos precisamente brillantes, salvo su intervención en la popular miniserie Gambito de dama (2020). A mediados de la década de los años diez de este siglo XXI, Heller se inició también como guionista y directora, precisamente con esta multipremiada película, The diary of a teenage girl, a la que han seguido sendos films también muy bien valorados, ¿Podrás perdonarme algún día? (2018) y Un amigo extraordinario (2019).
La génesis de esta película surge curiosamente con motivo del regalo de Navidad que Emily, la hermana de Marielle, le hizo a esta en 2006, la novela gráfica The Diary of a Teenage Girl: An Account in Words and Pictures, de Phoebe Gloeckner, publicada en 2002 en Estados Unidos por Frog Books, y que supondría un gran impacto para la entonces solo actriz, hasta el punto de que se propuso escribir el guion para llevarla a la pantalla y dirigirla ella misma, al encontrar un atractivo punto de vista desde la perspectiva de la adolescencia femenina que no había visto hasta entonces en el cine.
La historia se ambienta en San Francisco en 1976: Minnie es una adolescente que vive con su hermana pequeña y su madre; esta tiene un novio, el cuarentón Monroe. Minnie tiene una enorme imaginación y dibuja historietas de cómic muy desprejuiciadas, en las que no existe el concepto de pudor o buen gusto, con viñetas de corte sucio, casi naturalista. A la chica le gusta mucho Monroe, y termina haciéndose su amante a escondidas de la madre. Pero, como casi siempre en los triángulos amorosos, los celos terminan por aflorar...
Llama la atención en el film su notable desprejuiciamiento sexual: estamos ante una chica que, aunque no se dice expresamente, parece evidente que es menor de edad (no así la actriz que la encarna, Bel Powley, que tenía 23 años cuando rodó el film, aunque por su físico da perfectamente los años que se supone tiene su personaje: en el libro, 15 primaveras...), y sus relaciones amorosas y sexuales, no solo con el amante de su madre, sino con chicas de su edad, están dadas sin moralinas ni morbosidades, con una pasmosa naturalidad, como lo más normal del mundo. En este sentido, parece evidente que Heller ha buscado la perspectiva de la chica, no la de sus diferentes amantes: es ella la que nos cuenta su historia, y la que nos presenta en pantalla sus dibujos progresivamente animados, los deseos y calenturas adolescentes, sin culpas ni remordimientos, la exploración del sexo como algo nuevo y excitante. Ese es el sentido, entendemos, de que obvie absolutamente la cuestión moral en la relación del padrastro y la hijastra.
Trata el film fundamentalmente de las inseguridades de la adolescencia, pero sin traumas ni comeduras de coco, con una visión muy femenina, una visión que busca indagar con curiosidad en todas las cosas nuevas que la adolescencia trae como sorprendentes innovaciones tras la hasta entonces ingenua etapa infantil; porque hablamos de sexo, pero también de creatividad, de ver la vida a través de su arte sucio, de sus dibujos realistas, naturalistas, y de experimentar con sustancias psicotrópicas, en una película que entendemos refleja muy bien el ambiente pansexual de los desinhibidos años setenta, cuando todo era posible, cuando había llegado para quedarse la revolución sexual preconizada por los hippies en los sesenta, pero el sida aún no había asomado su zarpa en los ochenta.
Con una dirección ágil y siempre fresca, ligera, sin tomarse demasiado en serio a sí misma, gustan los dibujos creados por la chica que interaccionan con naturalidad con los personajes reales, como también gusta la fotografía que busca premeditadamente asemejarse a la del cine de la época que retrata. Gusta, cómo no, el homenaje a clásicos como King Kong, recreando el mito a la inversa para que sea la chica dibujada la que encarne el rol de giganta en la historia de la bella y la bestia por antonomasia.
Gran tarjeta de presentación para Marielle Heller, que confirmó con sus dos largos posteriores, ya citados, que es una cineasta a tener muy en cuenta, uno de los nuevos y grandes valores del cine norteamericano
Notable trabajo de la protagonista, Bel Powley, de peculiar físico, a la que hemos visto en papeles secundarios en films tan dispares como Noche real (2015), Mary Shelley (2017) y White boy Rick (2018), un rostro ciertamente distinto que puede dar mucho juego. De los demás nos quedamos con Kristen Wiig, como siempre tan camaleónica, aquí madre de una familia que flirtea descaradamente con la desestructuración...
(02-08-2021)
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