Enrique Colmena

Si en el primer capítulo de esta serie hablábamos de los escritores norteamericanos  que se habían atrevido a dar el salto a la dirección cinematográfica, y en el segundo hicimos lo propio con los españoles, ahora le toca el turno a la “douce France”, a nuestros vecinos franceses, cuya notable capacidad para generar literatos (y toda clase de artistas) hacía prever que algunos de ellos se sintieran llamados, efectivamente, a ejercer también como “metteurs en scène”, como gustaba denominarse a sí mismo a Truffaut, con ese delicioso eufemismo, entre el teatro y el cine, que siempre usaba en los títulos de crédito de sus películas.

Como siempre tomando como norma un cierto orden cronológico, y como siempre también abjurando de la exhaustividad, ese imposible, traeremos a esta glosa, en primer lugar, a André Malraux (1901-1976), novelista, periodista, dramaturgo, ensayista, crítico de arte, guionista, entre otras muchas actividades, además de político fuertemente implicado en la cosa pública, llegando a ser ministro en varios gobiernos de De Gaulle. Durante la Guerra Civil Española, Malraux tomó partido por los republicanos, luchando en la contienda bélica con el grado de teniente coronel. En plena guerra, el gobierno republicano le pide que se encargue de la propaganda internacional de su causa, y entonces Malraux dirige, sin experiencia previa en cine, la película L’espoir (1940), sobre su novela homónima, que subtitula Sierra de Teruel, film que contó con la colaboración del escritor español Max Aub y que no pudo terminar por la conclusión de la guerra con la victoria de los sublevados; el material filmado sufrió un buen número de avatares, incluida la destrucción de casi todas las copias, menos una, que se salvó de milagro. Este film singular, a pesar de estar incompleto, resulta probablemente la más impactante de las películas rodadas sobre la Guerra Civil Española (al final de este artículo el lector interesado encontrará un enlace para poder visionar este film).

De Jean Cocteau (1889-1963) se podría decir que fue un artista total, y no solo de las artes narrativas o líricas. En efecto, se desempeñó como poeta, dramaturgo, novelista, ensayista, crítico de arte, músico, guionista, diseñador de vestuario, pintor y actor, entre otras ocupaciones. Hombre de creatividad torrencial, como escritor tiene varias obras ciertamente extraordinarias, como el monólogo teatral La voix humaine (de la que se han hecho numerosas adaptaciones al cine y la televisión), las obras teatrales El águila de dos cabezas y Orfeo, y la novela Les enfants terribles. Artista total, como decimos, se sintió atraído también por el cine, al que no solo aportará guiones propios y materia literaria para que otros la adapten a la pantalla, sino que también dará el salto a la dirección cinematográfica a partir de 1926, siendo autor como tal de una inclasificable filmografía de evidente corte poético, siendo sus títulos más relevantes La sangre de un poeta (1932), La bella y la bestia (1946), El águila de dos cabezas (1948), Los padres terribles (1948), Orfeo (1950) y El testamento de Orfeo (1960), la mayor parte con su amado Jean Marais al frente de los diversos repartos, en obras con frecuente inspiración en mitos grecolatinos (el lector interesado en su figura puede consultar los siguientes artículos originales de Rafael Utrera Macías: la serie genéricamente titulada Jean Cocteau, cineasta: Orfeo; de personaje mitológico a cinematográfico, pulsando en los siguientes enlaces: I, II y III; y también el artículo original del autor de estas líneas, titulado A propósito de La voz humana, de Almodóvar: las versiones del monólogo de Cocteau en la pantalla).

Jean Genet (1910-1986) fue dramaturgo, novelista y poeta, fundamentalmente, además de hombre de fuerte activismo político, estando muy implicado en fenómenos como el Mayo Francés y movimientos como los Panteras Negras norteamericanos y la causa palestina. En su obra literaria cabría destacar, sobre todo, Las criadas y El balcón en teatro, y las novelas Santa María de las Flores y Querelle de Brest (adaptada por Fassbinder en su Querelle, su testamento cinematográfico). Entre otras muchas adaptaciones, Todd Haynes se dio a conocer por su cine “underground” filogay con su Poison, libérrima adaptación de varios textos del escritor francés. Genet sería autor, como director, de una única película, Un chant d’amour (1950), un mediometraje de fuerte contenido homosexual, lo que hizo que no pudiera exhibirse en público hasta un cuarto de siglo después.

Marguerite Duras (1914-1996), mujer de azarosa vida (participó activamente en la Resistencia francesa a la ocupación nazi), se desempeñó como novelista y dramaturga, obteniendo el Premio Goncourt, máxima distinción para un literato francés. Entre sus obras literarias más reconocidas estarían La vida tranquila, Moderato Cantabile y, sobre todo, la autobiográfica El amante, que fue un gran éxito de ventas (aunque ella en general, por su difícil prosa, fue una autora de minorías), novela que Jean-Jacques Annaud llevaría al cine también con el título El amante (1992). Duras, que vivió siempre entre polémicas y escándalos (convivió los últimos años de su vida con Yann Andréa Steiner, un hombre homosexual mucho más joven que ella), se sintió siempre atraída por el cine; como guionista debe recordarse, entre otros, su ejemplar guion para Hiroshima mon amour (1969), la seminal película de Alain Resnais; como directora desarrolló una apreciable filmografía, generalmente considerada como de corte críptico y de difícil comprensión. Entre sus títulos más nombrados como tal estarían Nathalie Granger (1972), con Lucia Bosé y Jeanne Moreau, India Song (1975) y Le camion (1977).

A Alain Robbe-Grillet (1922-2008) se le debe, como guionista, el libreto sobre el que su tocayo Alain Resnais rodó El año pasado en Marienbad (1961), una de las más complejas obras cinematográficas de su época. Pero Robbe-Grillet fue algo más que el guionista de esa película. Fundamentalmente novelista y ensayista, enunció en uno de sus textos de no-ficción la existencia de un movimiento literario francés iniciado en los años cincuenta del pasado siglo XX, conocido como Nouveau Roman (literalmente, “nueva novela”), de la que él mismo sería uno de sus más conspicuos cultivadores, una novela que buscaba su verdad literaria antes en los objetos, las descripciones y la narración fragmentada, cuasi cubista, que en los personajes y las historias narradas; entre sus títulos más celebrados dentro de este formato literario estaría Las gomas, La celosía y El mirón. Pero Robbe-Grillet, espíritu inquieto, “enfant terrible” de las letras galas, se desempeñó también como guionista para otros cineastas, pero sobre todo para sí mismo, debutando como director con L’inmortelle (1963), rodando un total de diez largometrajes entre ese film y Gradiva (2006), cuarenta y tres años después, solo dos años antes de morir. Su filmografía está fuertemente influenciada por su vocación literaria, siendo frecuentes los experimentos formales y tonales, casi siempre huyendo de cualquier tipo de comercialidad. De hecho, en España sólo se han estrenado en los circuitos de exhibición comerciales un par de títulos, El hombre que miente (1968) y Deslizamientos progresivos del placer (1973), aunque otros títulos pudieron verse en su momento en circuitos alternativos (cineclubs, etc.) y certámenes de cine.

Fernando Arrabal (1932) es, por supuesto, español, de Melilla, concretamente, pero lo cierto es que su obra, y en concreto la cinematográfica, la ha desarrollado en su totalidad en Francia, motivo por el que lo incluimos en este artículo dedicado al vecino galo. Arrabal, por supuesto, es uno de los grandes nombres de la literatura mundial de la segunda mitad del siglo XX, creador, junto a Topor y Jodorowski, del llamado Movimiento Pánico y Teatro del Pánico. Novelista, dramaturgo, ensayista, poeta, biógrafo de artistas, pintor, autor de óperas, además de otras disciplinas más esotéricas, Arrabal tiene un lugar en el Olimpo literario fundamentalmente por algunas de sus obras teatrales, como El cementerio de automóviles o El arquitecto y el emperador de Asiria. Pero, espíritu inquieto como siempre fue, también ha escrito algunos guiones (aparte de ser llevada al cine su obra con libretos escritos por otros) y, sobre todo, ha dirigido un total de siete productos audiovisuales, todos ellos tan personalísimos como él mismo: su primer film sería Viva la muerte (1971), que suena como a Millán-Astray ante Unamuno, pero no tiene nada que ver, siendo una historia más bien autobiográfica, con un personaje, Fando, que no deja de ser (y no ser, a la vez) el propio Arrabal, un personaje que ya había desarrollado en su drama teatral Fando y Lis. A esa primera película como director le siguieron otras, hasta un total de siete (el número cabalístico por antonomasia, por cierto, en alguien, Arrabal, al que estas cosas no le van precisamente al pairo...), que se fueron rodando intermitentemente a lo largo de los 28 años (de 1971 a 1998) que duró su carrera como cineasta. Aunque Arrabal vive, teniendo en cuenta que tiene ya 92 años, no parece que vaya a volver a dirigir. Esos otros seis títulos arrabalianos serán, por orden cronológico, Iré como un caballo loco (1973); El árbol de Guernica (1975), sobre la Guerra Civil; The emperor of Peru (1982), con Mickey Rooney; El cementerio de automóviles (1983), TV-movie en la que adaptaba su propia obra teatral homónima; Adieu, Babylone (1993), de nuevo una TV-movie, en la que aparece el actor y director afroamericano Spike Lee; para cerrar una tan peculiar filmografía con un no menos singular documental, Jorge Luis Borges: una vita di poesía (1998) (al final de este artículo el lector interesado encontrará un enlace para poder visionar este film).

El caso de José Giovanni (1923-2004) es en verdad curioso: de origen corso (de ahí el apellido itálico), fue novelista, guionista e incluso esporádico actor. Personaje atrabiliario, en su juventud estuvo implicado en temas gansteriles y también parece que fue colaboracionista con el régimen de Vichy, el gobierno francés vasallo de los nazis. Condenado a muerte por un oscuro caso de asesinato, la ejecución fue conmutada por el presidente de la república, aunque tuvo que permanecer en la cárcel durante más de un decenio. En prisión se aficionó a escribir, y así surge su primera novela, Le trou, que sería llevada al cine por el gran Jacques Becquer en su inolvidable La evasión. A esa primera novela le seguirán otras muchas, entre ellas El excomulgado, Hasta el último aliento (sobre la que escribirá el guion que llevará a la pantalla con el mismo título su amigo Jean-Pierre Melville) y A todo riesgo. Giovanni se introduce en el mundo del cine como guionista y dialoguista a finales de los años cincuenta, saltando a la dirección cinematográfica en 1967, alcanzando su obra audiovisual como director la cifra de 19 títulos, entre ese año y 2001, solo tres años antes de su muerte. Su obra como director se centra de forma casi monográfica en el cine negro, en concreto en eso que la Historia de Cine conoce como “polar”, policíacos de nacionalidad francesa con fuerte influencia del género negro clásico norteamericano, pero con personalidad propia. De esos 19 títulos dirigidos por Giovanni cabría destacar un puñado de buenas películas, como Último domicilio conocido (1970), con Lino Ventura, uno de los actores fetiche del género; El clan de los marselleses (1972), con Belmondo y Cardinale; Dos hombres en la ciudad (1973), en la que unió a dos actores míticos, el viejo Jean Gabin y el entonces joven y apolíneo Alain Delon; y Las cloacas del paraíso (1979), además de una serie televisiva, muy apropiadamente titulada Série noire (1984-1991).

Michel Houellebeq (1958) es otro de esos intelectuales más bien raros que probablemente solo pueden surgir en Francia. Se ha desempeñado como poeta, novelista y articulista, entre otras disciplinas relacionadas con el arte y la cultura, habiendo conseguido el prestigioso Premio Goncourt por su obra El mapa y el territorio. Sobre todo es conocido por sus novelas, que han causado con frecuencia controversia por sus opiniones polémicas relativas especialmente a las religiones, en concreto sobre el islam. Sus novelas más conocidas quizá sean Las partículas elementales, La posibilidad de una isla, Plataforma y Sumisión, una obra influida, según los expertos, por clásicos como Zola, Camus o Baudelaire. Interesado por el cine desde joven, debutó como director con un cortometraje, Cristal de souffrance (1978), en la que además escribió el guion y fue su protagonista, figurando en los créditos con su verdadero nombre de nacimiento, Michel Thomas (el apellido Houellebeq lo tomó de su abuela paterna). Posteriormente rodó otro corto, Déséquilibres (1982), sobre una historia de Jean Ray, e incluso intervino como director en una serie titulada L’érotisme vu par... (2001). Su único largometraje como director es la adaptación de su novela La posibilidad de una isla (2008), que tuvo una pésima acogida tanto de público como de crítica. Como curiosidad, entre las varias películas que ha interpretado está El secuestro de Michel Houellebeq (2014), dirigida por Guillaume Nicloux, que fantaseaba con la posibilidad de que el famoso intelectual fuera, efectivamente, secuestrado, aunque por una panda de mentecatos y con un tono de comedia negra, a lo que el novelista (que en vez de un gramo de locura, como se le presupone a los intelectuales, debe rondar el medio kilo...) se prestó de buen grado, según parece...

Emmanuel Carrère (1957) es un escritor de amplio espectro (como algunos antibióticos...): novelista, ensayista, articulista, cuentista, frecuente prologuista... Son famosas particularmente sus novelas El bigote y La clase de nieve, y los cuentos El adversario (considerada la clave del arco en la deriva de la narrativa francesa hacia la no-ficción) y El Reino. Carrère se mostró interesado pronto por el cine, iniciándose como guionista en dos episodios de la serie La grande collection (1992), para luego hacer lo mismo en varias adaptaciones de relatos propios pero dirigidos por otros, como La clase de nieve (1998), de Claude Miller, y El adversario (2002), de Nicole Garcia. Finalmente da el salto a la dirección cinematográfica con el documental Retour à Kotelnicht (2003), sobre las barbaridades del estalinismo, centradas en un prisionero húngaro. En 2005 dirige, con guion propio, la adaptación de una de sus novelas más celebradas, El bigote, con Vincent Lindon, que sería premiada en Cannes y tuvo una aceptable acogida entre público y crítica, a pesar de lo cual no volverá a la dirección hasta tres lustros después, con su interesante En un muelle de Normandía (2021), con la gran Juliette Binoche, curiosamente adaptando una obra ajena, de la escritora Florence Aubenas, una película que confirmaba que Carrère, aunque no sea un exquisito filmando (que no lo es), sí tiene buena mano para el cine, para contar atractivas historias cinematográficas antes que literarias (que suele ser el pecado mortal de los escritores metidos a directores).

El último de los escritores franceses que (por ahora, y sin mediar exhaustividades, como tenemos dicho), sin dejar la pluma, ha enarbolado la cámara, es David Foenkinos (1974), novelista, dramaturgo, ensayista y guionista de cine. Interesado en la lectura a raíz de un grave problema de salud en su juventud, se licenció en Literatura en La Sorbona, aunque también estudió música. Finalmente conseguiría notoriedad a comienzos del siglo XXI con su novela La inversión de la idiotez: de la influencia de dos polacos. A partir de ahí su popularidad fue en aumento con novelas como El potencial erótico de mi esposa y La delicadeza, entre otras. Quizá por influencia de su hermano mayor, Stéphane, solvente director de casting, David comenzó a interesarse más en profundidad por el Séptimo Arte. Ambos debutarían al alimón como directores con el corto Une histoire de pieds (2006), para repetir, ya en formato de largometraje, con La delicadeza (2011), que fue bien recibida por público y crítica e incluso estuvo nominada a 2 premios César. El tercer film de ambos hermanos será Algo celosa (2017), una mirada esquinada al tema de los celos, para terminar (por ahora: son jóvenes y pueden hacer más pelis) su filmografía como directores en comandita con Las fantasías (2021).


Enlace para ver L'espoir (Sierra de Teruel) (1938), de André Malraux:


https://www.youtube.com/watch?v=mKGVyqjJQGg


Enlace para ver Jorge Luis Borges: una vita di poesia (1998), de Fernando Arrabal:


https://www.youtube.com/watch?v=ZSWZe1mgDpc



Ilustración: Una imagen de Juliette Binoche en la película En un muelle de Normandía (2021), del escritor y director Emmanuel Carrère

Próximo capítulo: Escritores tras la cámara: cuando Shakespeare quiere ser también Eisenstein. Reino Unido (IV)