Enrique Colmena

(A su petición, prometí a Rafael Utrera aparcar el botafumeiro para escribir este artículo; no obstante, me acojo a sagrado, a los alegóricos fueros que supone este texto entre paréntesis, para repetir lo que ya he dicho tantas veces, y espero reiterar muchas más: tengo una deuda de gratitud inmensa, impagable, con Rafael Utrera Macías, así como con mis también amigos y maestros Francisco Casado y Juan-Fabián Delgado, por cuanto me han enseñado del cine y de la vida; ya está, cierro paréntesis y aparco el botafumeiro…).

Rafael Utrera Macías, catedrático de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Sevilla, se jubiló en el pasado año de 2012. En su momento sus compañeros y alumnos le tributaron un merecido homenaje en las aulas de la Facultad, que reseñamos en CRITICALIA en el artículo titulado Homenaje a Rafael Utrera. Como natural continuación a aquel acto se ha editado por parte de Delta Publicaciones Universitarias un volumen titulado Apuntes de Cine. Homenaje a Rafael Utrera (Madrid, 2015), del que ha sido coordinadora la profesora Virginia Guarinos. El volumen consta de 229 páginas, y su temática es, como no podía ser de otra forma, monográficamente cinematográfica, o, si queremos decirlo con propiedad, monográficamente audiovisual, puesto que también se habla en él de televisión (de series, fundamentalmente), e incluso de novísimos actores del audiovisual, como el videojuego.

El volumen se inicia con una introducción, a modo de prólogo, a cargo del catedrático Jorge Urrutia, quien relata la forma en la que conoció a Utrera, primero por algunos artículos suyos, después cuando vino a Sevilla para tomar posesión de una cátedra “que aún conservaba denominación antigua y pretendía conocimiento enciclopédico”. A partir de ahí contó con la inestimable colaboración de Rafael y, cuando se puso en marcha la Facultad de Comunicación (por aquel entonces de Ciencias de la Información), llamó a Utrera para integrarse como profesor en la Universidad de Sevilla, dejando atrás la etapa del Colegio jesuita, Portaceli, de cuyo cuerpo docente hasta entonces había formado parte. El resto es conocido: Utrera se convirtió en un firmísimo puntal de la Facultad, poniendo en marcha, entre otras iniciativas, el Equipo de Investigación EIHCEROA, de notable producción bibliográfica, aparte de continuar con sus propias publicaciones, generalmente en terrenos que relacionan cine y literatura, o monográficamente sobre cine español y cine andaluz, temas, entre otros, en los que Rafael tiene un bien ganado prestigio nacional e internacional.

A partir de ahí el volumen, bajo la coordinación de la profesora Guarinos, va desgranando un total de dieciséis textos de otros tantos autores, todos ellos profesores universitarios, con una variada temática, una miscelánea audiovisual cuyo único nexo común, prácticamente, es versar en todos los casos, de una forma u otra, sobre cine español, si bien en algún momento, y dentro de ese contexto, se incluyen algunos filmes extranjeros, aunque se trata de excepciones: la generalidad temática gira en torno al audiovisual que se hace o se ha hecho en España.

Como la miscelánea que es, el libro tiene temáticas de lo más diverso. En todos los textos, evidentemente, prima el carácter investigador, el estudio sobre un tema o temas concretos, cualquiera que sea su laya. Con ello los autores rinden homenaje a su profesor, a su colega, con la competencia en la que están especializados, indagando con una perspectiva académica sobre cine, sobre televisión, sobre el audiovisual en general.

Así, el volumen se inicia con el estudio del que es autora Mónica Barrientos-Bueno, titulado Primeros pasos hacia el asentamiento del cinematógrafo en Sevilla: de la itinerancia a los locales estables, que nos lleva a los primeros años tras la revelación de la novedad del cine, y de qué forma en la Sevilla de principios del siglo XX el nuevo invento tuvo al principio sedes efímeras (tan sevillano: nada tan efímero, por ejemplo, como la Feria de Abril…), en solares que se adecuaban específicamente “ad hoc”, para poco después ir asentándose en locales fijos, primero en teatros, posteriormente ya en salas construidas expresamente para tal fin.

Un nuevo en esta plaza, Jonás Trueba, hijo del guionista, productor y director Fernando Trueba (por cierto, ¿toma su nombre este Jonás del personaje bíblico, o más bien del cinematográfico que puso en pantalla Alain Tanner en Jonás, que cumplirá los 25 en el año 2000 y posteriormente en A años luz?; me parece meridiana la respuesta…), es el objeto del estudio de Manuel Broullón, Algunas claves de la poética de Los ilusos (Jonás Trueba, 2013); en torno al concepto de entretiempo, una curiosa indagación sobre la mentada (underground, también lamentablemente cuasi invisible) película jonasiana.

La documentalista Mercedes Álvarez, descubierta a raíz de su muy premiada El cielo gira, centra el estudio de Sergio Cobo Durán y Samuel Fernández Pichel La “imagen resistencia” en la obra documental de Mercedes Álvarez, donde se nos hablará no sólo del citado filme documental, sino también de su posterior Mercado de futuros.

Carmen Itamad Cremades Romero y Juan J. Vargas-Iglesias nos ofrecen un pormenorizado estudio comparado entre los filmes El ángel exterminador y Teorema, en su artículo Lo sagrado y lo inconsciente: “las burguesías de Buñuel y Pasolini”, en el que retoman aspectos ideológicos que recuerdan el Cahiers du Cinema de los años setenta y su dialéctica sobre burgueses y pequeñoburgueses, en cualquier caso un más que interesante acercamiento a dos cineastas que pudieran parecer no tienen relación temática ni estética, pero que los autores demuestran que sí tienen puntos en común.

El profesor Antonio Checa “baja el balón al suelo”, por utilizar un término balompédico que tan bien conviene al tema; su estudio es La España cotidiana de José Corbacho. De Tapas a Pelotas, una visión sobre la obra (aún inconclusa, afortunadamente: esperemos que el cineasta catalán viva muchos años) sobre José Corbacho, charnego nacido en Cataluña, hombre generalmente adscrito a la comedia, y que en cine es, fundamentalmente, el alma mater (junto a su socio Juan Cruz) de la película Tapas, que en su momento tuvo reconocimientos de crítica y público, y de la serie televisiva Pelotas, que no dejaba de ser una especie de esqueje, quizá un “spin-off”, como dicen ahora los cursis, del mentado filme. Checa pondera las interesantes aportaciones al cine costumbrista y social de ambas obras, siempre en la clave de humor que caracteriza a Corbacho y su cuate.

Uno de los más estimulantes autores del cine español surgido en este siglo es Jaime Rosales. La profesora Inmaculada Gordillo le dedica su estudio Jaime Rosales: trascendiendo la cotidianidad, en el que hace un repaso exhaustivo de su todavía corta filmografía, desde la inicial Las horas del día, que descubrió a un cineasta distinto, pasando por La soledad, que ganó en su momento, contra todo pronóstico, el Goya a la Mejor Película, hasta su última (por ahora) cinta, Hermosa juventud.

La coordinadora del volumen, Virginia Guarinos, es la autora de Nosotras dirigimos, nosotras decidimos. Mujeres cineastas para una transición, de título inequívocamente feminista, en el que nos habla de las escasas directoras que hicieron cine en la España de la Transición, entendiendo por tal la del decenio enmarcado entre los años 1975 y 1984, período en el que sólo unas pocas mujeres pudieron acceder a la dirección en España, entre ellas autoras que consiguieron prestigio y fama e incluso tuvieron altas responsabilidades políticas, como Pilar Miró, pero también otras que lamentablemente no pudieron tener una continuidad, como ocurrió con Cecilia Bartolomé, autora, junto a su hermano José Juan, del díptico documental Después de…, de gran valor analítico y sociológico en el postfranquismo, pasando por mujeres que han sentado cátedra en cine, televisión y teatro, como la gran Josefina Molina.

Una aproximación a la figura de la bruja en el cine español contemporáneo es el curioso título del estudio que hace Francisco Javier López Rodríguez sobre el personaje de la maga, hechicera o bruja, estableciendo como límites temporales los que van de 1984 a 2014, treinta años en los que el autor nos describe las características con las que aparece este rol en el cine hispano, desde la apariencia física a su personalidad, habilidades mágicas o religión, en títulos como Las brujas de Zugarramurdi, La hora bruja, 99.9 La frecuencia del terror o Akelarre, entre otras.

Una de las disciplinas quizá menos conocidas para el cinéfilo (generalmente más interesado en otras acaso de mayor relumbrón o brillo mediático, como la fotografía o la música) es la dirección artística, a la que le dedica su estudio Joaquín Marín Montín, bajo el título Tendencias de la dirección artística en el cine español actual, desde una aproximación histórica que parte de profesionales que estuvieron en el primer cine español, como Vicens Raspall, con títulos emblemáticos como Los guapos de la vaquería del parque, de Fructuós Gelabert, hasta los directores artísticos de nuestra época, desde el mítico Gil Parrondo, ganador de dos Oscar, a maestros consagrados como Félix Murcia y otros reputados profesionales como Ana Alvargonzález y Josep Rossell.

Una visión de los aspectos más industriales del cine español se recoge en Consumo y producción cinematográfica en España en el contexto internacional, del que es autor Fernando Segundo Moya Hiniesta, haciendo un amplio repaso de la legislación “ad hoc”, deteniéndose en concreto en las leyes socialista y popular sobre el audiovisual, y con un pormenorizado detalle por años desde 2009 hasta 2014 en el cine español, fundamentalmente, pero también comentando aspectos comerciales y de recaudación de la cinematografía europea.

El profesor Luis Navarrete-Cardero, uno de los que puede presumir con orgullo de haber sido primero discípulo y después colega de Rafael Utrera, aporta uno de los estudios más heterodoxos dentro de lo que es habitual en la investigación sobre el audiovisual. Se titula La españolada y el videojuego, términos que pudieran considerarse antónimos, tópico que el autor se encarga de rebatir, hablándonos de videojuegos con títulos tan obvios como Bull Fight u Olé, Toro, que evidencian que el universo de los video games no es ajeno a los más rancios tipismos celtibéricos. Otros como Chorizos de España (y no estamos hablando de embutidos…) también confirman que el videojuego, además de jugar a la españolada, tiene intenciones de denuncia social de la corrupción hispánica, ese cáncer.

El que podría ser, por apellido, pariente del anterior (pero creo que no lo es), Ramón Navarrete-Galiano, nos trae otro tema ciertamente curioso, bajo el título Revelación de lo queer en el cine español. Lo oculto desvelado. Aclararemos que el término queer, dentro de la terminología LGTBI, es una palabra anglosajona que antiguamente se utilizaba de forma despectiva (podría considerarse similar al español “maricón”), pero que actualmente ha sido reivindicado como propio por el colectivo como una manera de autodenominarse el homosexual o gay. El estudio analiza la complicada existencia de la sexualidad homoerótica en cine, desde los tiempos en los que la censura (desde el Código Hays hasta la censura del régimen franquista, por citar dos ejemplos conocidos), hasta la época actual, en la que ya no hay barreras para su visibilización. Entre otras cuestiones, se habla de algunos personajes queer del cine español, desde el rol que interpreta José Sacristán en Un hombre llamado Flor de Otoño, hasta el documental Ocaña, retrato intermitente, pero también rastrea los atisbos de homosexualidad encubierta que se dieron en el cine español del franquismo, desde El batallón de las sombras, hasta (¡oh, sorpresa!) ¡A mí la Legión!

Juan Carlos Rodríguez Centeno nos habla en El cine en Sevilla (y otras diversiones) durante la Guerra Civil. Una visión a través de la publicidad de las distintas formas de divertirse de los sevillanos (y de los forasteros que visitaban la ciudad) durante la negra etapa de la Guerra Civil. Sevilla cayó muy pronto de parte de los sublevados, así que las formas de diversión fueron, inevitablemente, no precisamente muy liberales. Según el autor, se limitaban, desde el punto de vista de la legalidad, al cine, las orquestas nocturnas, las corridas de toros y el teatro, y poco más. Alternativamente, de forma evidente pero discreta, la prostitución tuvo también su lugar.

El cine almodovariano tiene su reflejo en el volumen en el texto Las mujeres de Almodóvar. Un análisis aproximado de la representación femenina en sus películas, del que es autora Inmaculada Sánchez-Labella Martín, en el que, tras un primer tratamiento sobre los estereotipos femeninos en el cine español, se adentra en los personajes de mujeres que ha puesto en escena el cine de Pedro Almodóvar, utilizando para ello técnicas estadísticas que tabulan las féminas de 18 filmes dirigidos por el manchego, desde la iniciática Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón hasta La piel que habito. 82 personajes femeninos conforman ese corpus estadístico, dando lugar a interesantes conclusiones.

Florencio Castelló: un cómico andaluz en el exilio, es el título del texto de Enrique Sánchez Oliveira incluido en el volumen, y en él se descubre y reivindica la figura de este actor que padeció el manto de silencio que cubrió a cuantos no comulgaron con el régimen franquista y tuvieron que optar por el exilio. Sevillano de nacimiento, hubo de emigrar a México, donde se afincó y murió cuarenta años después de su salida de España. Aunque actor fundamentalmente de teatro, en el país azteca tuvo una larga carrera en el cine, que el autor glosa en su trabajo.

El volumen se cierra con el estudio Razón, locura y lenguaje: el giro metarrealista de Álex de la Iglesia, original de Juan J. Vargas-Iglesias, en la que el autor habla de los referentes intelectuales del cine del bilbaíno, desde Cervantes a Goya pasando por Solana o Fernández Flórez, por no citar a los quizá más evidentes Valle-Inclán o Neville, y de la peculiar temática conceptual de su cine, que Vargas define como “metafantástico” o “fantástico más allá del fantástico”.

Apuntes de cine. Homenaje a Rafael Utrera es, por tanto, un volumen de varia laya, de corte rigurosamente académico pero no por ello falto de amenidad, una visión pluriforme y diversa del cine español en algunas de sus muchas facetas, personalidades, temáticas o disciplinas. Una más que interesante aportación al estudio de nuestra cinematografía.