Los trigésimos Premios ASECÁN 2018 (aunque la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía ha cumplido 35 años, hubo un quinquenio de plomo en el que no se dieron galardones ni, prácticamente, existió actividad alguna) se han entregado en una divertida, ágil e inusualmente corta (hora y media, aproximadamente) ceremonia celebrada en el Teatro Lope de Vega de Sevilla en el mediodía del sábado 27 de Enero. Conducida con soltura y naturalidad por los ya habituales presentadores, Rafa Pontes y Marta Jiménez, la gala quiso dejar a un lado ex profeso (aunque algunas premiadas no pudieron evitar la tentación...) los temas recurrentes de rabiosa actualidad, como el famoso #metoo de las actrices de Hollywood o la brecha salarial entre intérpretes según sean hombres o mujeres. Si hubo algún tema que sobrevoló permanentemente la gala, ese fue el de la reivindicación de los acentos andaluces (porque no hay un único acento andaluz, como sabe el iniciado: no habla igual el gaditano que el almeriense, el cordobés que el granadino, el sevillano que el jiennense), como contestación a la crítica que, mayormente de Despeñaperros para arriba, se ha desatado sobre la serie de Movistar La peste, sobre la supuesta ininteligibilidad de los actores andaluces hablando con su acento. Hacia uno de los dos creadores de la serie, Alberto Rodríguez (junto con su coguionista habitual, Rafael Cobos), presente en el acto, se dirigieron esas sentidas reivindicaciones, en una solidaridad de la comunidad audiovisual que sonó a auténtica.
Otro de los temas recurrentes, de los que quizá algunos que no están en la pomada no se enteraran demasiado de qué iba, fue la alusión reiterada, desde el presidente, Javier Paisano, a varios de los premiados y de los presentadores, de la creación de la futura Academia del Cine y las Artes Audiovisuales de Andalucía, ente que deberá tener un papel fundamental en el cine andaluz de los próximos años, y que, inevitablemente, deberá reordenar las actividades y prioridades de la propia ASECÁN.
En cuanto a los premios propiamente dichos, la efeméride de que fueran estos unos Premios con una cifra tan redonda como 30, se saldó con un triunfo en toda regla de El autor, la película dirigida por el almeriense Manuel Martín Cuenca (recordable por sus notables Caníbal y, sobre todo, La mitad de ÓOacute;scar), que consiguió siete galardones, entre ellos los más importantes: Película, Dirección, Guion, Interpretación Femenina (una magnífica revelación, la malagueña Adelfa Calvo), Sonido, Dirección Artística y Vestuario. Arrolló a todos sus contrincantes; sólo No sé decir adiós pudo conseguir más de un premio, en concreto tres: Interpretación Masculina (un formidable, como siempre, Juan Diego), Dirección de Producción y Música Original. El resto hubo de conformarse con un galardón por cabeza: Las heridas del viento, Dirección Novel (más que merecido, para el debut en la realización cinematográfica del dramaturgo cordobés Juan Carlos Rubio); Oro, Canción Original (preciosa “Poderoso caballero”, en la prodigiosa voz de José Mercé); Morir, Montaje; Abracadabra, Maquillaje y Peluquería; La llamada, Fotografía; y La gran ola, Efectos Especiales.
Sin quitar mérito a El autor, película para nuestro gusto inferior a las mentadas de Manuel Martín Cuenca, pero evidentemente un film interesante, nos pareció que Morir, del sevillano Fernando Franco, hubiera merecido más galardones del único que se llevó, además de pedrea; también No sé decir adiós, a pesar de sus tres premios, nos parece obtuvo menos de los que por sus méritos podría haber conseguido.
En cuanto al resto de premiados, citaremos algunos (el palmarés completo está en los medios de prensa y en las redes) que nos parecieron especialmente significativos, como los de Película Española sin producción andaluza, que recayó en la catalana Verano 1993, de Carla Simón, y Película Extranjera, que fue para la oscarizada La ciudad de las estrellas (La la land), de Damien Chazelle.
También nos parecen remarcables otros premios: el de Libro de Cine, para el extraordinario Jerry Lewis, el día en el que el cómico filmó, del que es autor el cordobés Manuel Lamarca; el de Otros formatos, para la webserie Buster, de los mismos autores de la mítica Malviviendo, lo que confirma el talento de este grupo de cineastas, agrupados bajo la marca Different Entertainment; y los Premios de Honor, para la directora y guionista granadina Chus Gutiérrez, por su ya dilatada carrera que comenzó hace más de un cuarto de siglo con su largometraje indie Sublet, y para Canal Sur Radio y TV, por su apoyo a la producción del cine andaluz.
Manuel Martín Cuenca, triunfador absoluto, como coproductor, director y coguionista de El autor, no pudo estar presente en la sala por encontrarse rodando en Miami, por lo que, si hubiera sido el estreno de una obra de teatro, no habría podido salir al escenario al conocido grito de ¡el autor, el autor! (lo que, dado el título de su film, hubiera sido especialmente adecuado...); sin embargo, y en virtud de estas nuevas tecnologías que te permiten el don de la ubicuidad, estuvo presente en efigie con un vídeo grabado allá en la capital de Florida, con el que dio las gracias por la lluvia de premios que le habían correspondido.
En resumen, una gala vistosa, muy entretenida y que mantuvo el pulso entre reivindicación y divertimento, que debería ser, seguramente, a lo que debería aspirar cualquier ceremonia de entrega de galardones que se precie (así que, Premios Feroz, Premios Goya, tomad nota...).
Pie de foto: Javier Gutiérrez, en una imagen de El autor, triunfadora absoluta en los Premios ASECÁN 2018.