Este sábado día 25 de Enero se celebró en Málaga la gala de entrega de los Premios Goya, correspondientes a su trigésimo cuarta edición. Hay que decir pronto que en esta ocasión la ceremonia ha sido más sosa que la del pasado año, que también fue conducida por los cómicos catalanes Andreu Buenafuente y Silvia Abril. Hubo algunos gags que intentaron refrescar una gala generalmente encorsetada, como el del Premio Goya que se desveló a la entrada del recinto, con un Jorge Sanz con el que se remedó el incidente (que después se supo estuvo preparado) en la ceremonia del año anterior, en Sevilla, cuando supuestamente no dejaron entrar al actor madrileño por no llevar invitación.
También estuvo bien el gag final, evidente homenaje a Luis Buñuel y su El fantasma de la libertad, con los cómicos perfectamente vestidos por delante pero enseñando desnudas sus espaldas, con un mínimo tanga, aunque no tengo demasiado claro que ni siquiera la grey cinematográfica allí presente supiera que se estaba haciendo referencia a la penúltima película del cineasta de Calanda.
Lo que fue absolutamente insufrible fue la duración de los agradecimientos de la mayor parte de los premiados, que se alargaron hasta lo indecible, haciendo que la gala durara en torno a tres horas y media, todo un disparate. Además, este año ni siquiera hubo discursos más o menos preparados, y salvo los de Almodóvar, Zambrano y Banderas, los demás tuvieron un nivel más bien escasito, con agradecimiento hasta para los primos... Alguien debería decirle también al presidente de la Academia, Mariano Barroso que, si leyó su discurso con un “cue”, lo hizo fatal, y si se lo aprendió de memoria, en declamación le hubieran puesto un cero patatero en el cole.
En el apartado estrictamente de los Goyas que se entregaron (28 más el de Honor), lo cierto es que se puede convenir sin dudas que la triunfadora de la noche fue Dolor y gloria, la hermosa, melancólica película de Pedro Almodóvar que habla de sí mismo, pero también de la creación artística, de sus amores en el tiempo, de su gozosa infancia en la que todo era posible, de su madre, joven y vieja, y todo ello tamizado por una autoficción en la que era y no era a la vez el propio Almodóvar. La cinta del manchego se alzó con siete “cabezones”, entre ellos los más importantes: Película, Dirección, Actor Protagonista (Antonio Banderas, que por fin consiguió su Goya), Actriz de reparto (la veteranísima y estupenda Julieta Serrano), Guion Original (Almodóvar), Música (de nuevo para Alberto Iglesias, que atesora ya nada menos que 11 Goyas de 17 nominaciones) y Montaje (Teresa Font, la viuda de Vicente Aranda).
Mientras dure la guerra, la película de Alejandro Amenábar sobre los últimos meses en la vida de Unamuno, cuando primero se hizo afecto al golpe militar, creyendo que los soldados iban a restablecer la autoridad de la república, y después se enfrentó a los rebeldes, cuando se percató de que estos iban a establecer una dictadura fascista, se alzaría con cinco Goyas, cifra que no está nada mal, si bien es cierto que, en su mayoría, se pueden considerar “de pedrea”. Fueron suyos los “cabezones” relativos a Actor de Reparto (para Eduard Fernández, que hacía toda una composición del personaje del general Millán Astray), Diseño de Vestuario, Maquillaje y Peluquería, Dirección de Producción y Dirección Artística. No parece que se pueda considerar la gran derrotada de los Goyas, aunque es cierto que, de 17 premios posibles, conseguir menos de la tercera parte, y además casi todos de carácter técnico, ha debido escocer bastante al guionista, director, productor y músico hispano-chileno.
Tercer lugar para tres películas; de ellas, dos han tenido coproducción andaluza, La trinchera infinita, que ha conseguido los galardones relativos a Mejor Actriz Protagonista (para una magnífica Belén Cuesta en su primer papel dramático) y Sonido. Quizá la película vasco-franco-andaluza se hubiera merecido más, porque ciertamente es una de las obras de referencia del año 2019. Intemperie, adaptación de la celebrada novela homónima de Jesús Carrasco, tiene también coproducción andaluza, y consiguió, como hemos dicho, otros dos “cabezones”, los correspondientes a Guion Adaptado (para Benito Zambrano y los hermanos Lebrón) y Canción Original (para el portuense Javier Ruibal, que estuvo estupendo en su “speech” de agradecimiento, incluso cantando “a cappella” un fragmento de la bellísima canción, que era indudablemente la mejor de las nominadas), premios que, en su caso, también supieron a poco, dada la evidente calidad del empeño. Y la tercera de las pelis que lograron dos Goyas fue la franco-gallega Lo que arde, que conseguiría los relativos a Fotografía (para los bellísimos encuadres naturales de Mauro Herce) y Actriz Revelación (para Benedicta Sánchez, de 84 años, en su primera aparición en una película).
Con una estatuilla se tuvieron que conformar el thriller también gallego Quien a hierro mata, en concreto el relativo a Actor Revelación (para el jovencísimo intérprete catalán Enric Auquer); El hoyo, que consiguió el galardón relativo a Efectos Especiales; y La hija de un ladrón, que se llevó el correspondiente a Dirección Novel (para Belén Funes, con una prometedora carrera por delante).
Del resto daremos algunas pinceladas: en corto de ficción no se lo pudo llevar la andaluza Foreigner, que tenía muchas papeletas, siendo para la catalana Suc de Síndria; en largo de animación, como estaba cantado, se lo llevó Buñuel y el laberinto de las tortugas; Argentina se llevó el premio relativo a Película Iberoamericana para La odisea de los giles; y Francia hizo lo propio en Película Europea con Los miserables.
El Goya de Honor para Marisol, Pepa Flores, como estaba previsto, no contó con la presencia de la actriz y cantante malagueña, que ha persistido en su retiro de los focos, mantenido desde hace más de 30 años, por lo que el premio fue recogido por sus tres hijas.
En resumen, otra ceremonia más de los Goya, no especialmente amena (más bien al contrario...), que en esta ocasión contó con la presencia del presidente del gobierno (segunda ocasión que ello ocurre desde que se fundaron los premios), ocasión que solo algunos (Almodóvar, Zambrano) aprovecharon para hacer alguna reivindicación, pero sin hacer sangre en ningún momento.
Ilustración: Antonio Banderas, Premio Goya 2020 al Mejor Actor Protagonista, en una imagen de Dolor y gloria.