Chicken Run. Amanecer de los Nuggets

La productora británica Aardman Animations fue creada en los años setenta por Peter Lord, convirtiéndose en una auténtica referencia en el mundo de la animación mediante plastilina (lo que se conoce como “claymation” o, en español, “plastimación”). Aardman adquirió (y lo mantiene) gran prestigio en esa disciplina, y ese prestigio se acentuó a partir del año 2000 tras estrenar su deliciosa Chicken Run. Evasión en la granja, que dirigió el propio Lord junto a Nick Park, otro de los históricos de la compañía, y que gustó donde quiera que se vio, en una película que, siendo evidente en ella la influencia del clásico La gran evasión, de John Sturges, tenía personalidad propia y resultaba sumamente agradable.

Posteriormente Aardman ha seguido dentro del mundo de la animación por plastilina con films como Wallace & Groomit. La maldición de las verduras (2005), ¡Piratas! (2012), La oveja Shaun. La película (2015) y Peti Roja (2021), además de varias series televisivas, como las dedicadas a la divertidísima oveja Shaun, pero parecía evidente que el universo creado en aquella vieja y estupenda Chicken Run tenía posibilidades de ser extendido, se le podía sacar más partido. De esa idea surge esta secuela, Chicken Run. Amanecer de los Nuggets.

La acción se desarrolla tiempo después de los acontecimientos sucedidos en la primera película, en la que Rocky y Ginger, gallo y gallina, consiguen escapar junto a otros animales de la especie de campo de concentración que era, en puridad, la granja en la que se encontraban recluidos. Ahora viven libres en una isla paradisíaca, junto a la hija de ambos, Molly, una adolescente con más peligro de que una caja de bombas (como todos/as las personas en esa edad, por supuesto…). Molly, con la rebeldía de su adolescencia, se meterá en un serio problema cuando es captada por una empresa que se dedica a hacer Nuggets de pollo más sabrosos, lo que consiguen idiotizando a los pollos antes de sacrificarlos, con lo que su carne no tiene el sabor del miedo. Al frente de la granja-campo de concentración está la Sra. Tweedy, la dueña de la anterior granja de Chicken Run, ahora mucho más avezada y con más mala leche que antes (que ya es decir…). Rocky y Ginger tendrán, claro está, que rescatar a su polluela…

Con dos de los guionistas que escribieron la película original, más Sam Fell a los mandos en la dirección, antiguo empleado de Aardman que después voló solo, la secuela se muestra pronto como una especie de envés de la primera; si en aquella se trataba de huir de la granja, aquí justamente lo que tienen que conseguir los protagonistas es entrar en ella para rescatar a su tarambana hija adolescente, una inversión en la trama que se solventa razonablemente bien. Aparte de ello, quizá lo más sobresaliente sean las secuencias en las que la sádica granjera hace de las gallinas capturadas unos auténticos zombis, mediante unos collares telemáticos que les anulan la voluntad y las hacen felizmente idiotas, en lo que podría considerarse una cierta denuncia, aunque en do menor (no es su tema, evidentemente) del alienamiento de las masas mediante procedimientos electrónicos (¿a qué nos suena esto?...).

Pero, como decimos, la intención es mayormente la del entretenimiento, una nueva aportación a este universo gallináceo que, ciertamente, tenía más recorrido, como queda demostrado por esta secuela. Es cierto que el hecho de que aparezca también la villana de la peli primitiva es peculiar, y nos lleva inevitablemente a transitar por un camino conocido y también trillado, pero nos parece que se le saca partido a ese personaje, que daba más de sí.

Aunque, por supuesto, se ha mantenido el procedimiento del “stop motion” para la animación, sin embargo se ha dejado de lado la “claymation” o “plastimación”, al no realizarse con muñecos de plastilina sino mediante figuras generadas por ordenador, la conocida técnica de la animación 3D (como Del revés o Up, por poner un par de ejemplos), lo que es evidente que facilita el trabajo, que ya no es tan ímprobo como cuando había que animar las figuritas de manera manual, pero también, inevitablemente, pierde cierta frescura.

Film un tanto reiterativo con respecto al original del que es continuación, cuya sombra planea inevitablemente sobre esta nueva película, a pesar de ello es sin duda un producto muy agradable que se deja ver con benevolencia, con estas nuevas trapisondas de nuestros pollos más queridos, aquí en trance de convertirse en (sí, deliciosos...) nuggets...

(31-05-2024)