¿Qué me pasa, doctor?

CRITICALIA CLÁSICOS

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(En la muerte de Ryal O'Neal, rendimos homenaje al protagonista de films tan famosos y diversos como Love Story y Barry Lyndon, recuperando la crítica de una de sus películas más conocidas y reconocidas).

A principios de los años setenta Peter Bogdanovich estaba en la cima de su fama: exquisito erudito, autor de sesudos artículos en revistas especializadas y entrevistador de grandes del cine, había dirigido algunas películas que llamaron poderosamente la atención. Al margen de su debut en el largo de ficción, Targets (retitulada en España más bien pedestremente como El héroe anda suelto), que pasó sin pena ni gloria, aunque tenía bastante interés, gustó muchísimo su melancólica La última película (The last picture show), y también esta ¿Qué me pasa, doctor? que comentamos, así como su posterior Luna de papel, aunque ahí se acabaron los vientos de fortuna para el director, enfrascado desde entonces en una serie de fracasos comerciales y/o críticos (aunque en general fueron films más que estimables) que le hundieron para los restos: estamos hablando de Una señorita rebelde, At long last love, Nickelodeon... el mayúsculo escándalo tras el rodaje de Todos rieron (cuando el marido de Dorothy Stratten, protagonista del film y amante de Bogdanovich, la asesinó y se suicidó) acabó por darle la puntilla como director, tarea a la que volvió episódicamente pero ya, en general, como “pane lucrando” y sin brillar nunca a la altura de aquellos primeros grandes éxitos de inicios de los setenta.

¿Qué me pasa, doctor?, ambientada en los años de su rodaje, en esos años setenta que terminaron de cambiar el mundo conocido (lo que había empezado en los sesenta), nos presenta a Howard Bannister, apocado científico que opta a una importante subvención con la que podrá profundizar en sus estudios previos sobre la musicalidad de las rocas ígneas (lo que quiera que sea eso...). Tiene una novia que lo domina absolutamente, con la que viaja a San Francisco, donde se conocerá el nombre del agraciado con esa especie de apetitosa beca. Allí conocerá imprevistamente a una chica, Judy Maxwell, tan alocada como, en el fondo, fascinante, que le complicará la vida absolutamente, aunque probablemente para mejor...

Tiene la peli de Bogdanovich la gracia alada de las grandes comedias del Hollywood clásico, lo que es mucho decir. Se han mentado títulos como La fiera de mi niña y Luna nueva, ambas de Howard Hawks, como referencias en cuanto al tono del film, y nos parece que no están disparatadas esas menciones, aunque también está claro que hay elementos de la comedia del cine mudo. Porque ¿Qué me pasa, doctor? es una afortunada mixtura de la llamada “screwball”, la comedia divertida, irónica, con buenos diálogos, típica de los años treinta y, sobre todo, cuarenta, mezclada con la comedia de “slapstick” o tartazo en la cara (de hecho, hay dos tartazos en este film...), típica del cine mudo. Adobada además con buenas dosis de comedia de enredo, la película va como un tiro, entre las absurdeces a las que propicia el carácter desenvuelto, nihilista y bastante “destroyer” de la guapa Judy Maxwell, y el poco espíritu y el conservadurismo gazmoño del atolondrado Howard Bannister, todo ello rebozado en una galería variopinta de personajes alocados y muy divertidos, consiguiendo entre todos un film de ritmo impecable, invitación permanente a la sonrisa cómplice e incluso a la risa desaforada, en una película que, vista medio siglo después, mantiene intactos sus valores cinematográficos, por más que su “look” visual, como corresponde al cine de los años setenta, se vea hoy tan casposo.

Gran película esta ¿Qué me pasa, doctor?, que nos hace suspirar por el cine que habría podido hacer el estupendo Peter Bogdanovich si no hubiera tenido tan mala suerte en algunas decisiones, artísticas, pero sobre todo personales, que se demostraron con el tiempo que fueron muy erróneas...

Buen trabajo actoral, con una deliciosa Barbra Streisand, en su mejor época en el cine, la de Funny girl, Hello, Dolly y Tal como éramos. Ryan O’Neal está tambien estupendo, recién salido del exitazo monumental de Love Story, sobre la que precisamente se permiten una broma en los chispeantes diálogos. Del resto nos quedamos con la graciosa composición de Madeline Kahn como una divertida “dominatrix” burguesa.

(14-03-2022)