Rafael Utrera Macías

En capítulo precedente decíamos que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, creada en 1752, había admitido como nuevos miembros, dentro del apartado “las nuevas artes de la imagen", al periodista y crítico cinematográfico Fernando Lara y a la cineasta y documentalista de arte Arantxa Aguirre Carballeira, autora de valiosos trabajos donde la música reinaba entre las otras artes. En el número 13 de la madrileña calle Alcalá, en el edificio conocido como Palacio de Goyeneche, su magnífico museo alberga importantísimas obras relativas a las artes arquitectura, pintura, escultura, música, cinematografía, arte gráfico, fotografía, diseño e historia y teoría del arte. Y es aquí donde se presentó en su momento el audiovisual Academia. Bellas Artes, Km. Cero, dirigido por Arantxa Aguirre, y es aquí donde esta cineasta ha leído, el 19 de diciembre de 2021, su discurso de ingreso en la institución cuyo título es “La Academia como materia cinematográfica”. La propuesta para su nombramiento fue firmada por el historiador de la fotografía Publio López Mondéjar, el cineasta Manuel Gutiérrez Aragón y la directora cinematográfica Josefina Molina. La “laudatio”, como la normativa “contestación”, fue efectuada por el musicólogo José Luis García del Busto, quien se refirió tanto a las capacidades profesionales de la nueva académica como a su relación artística con la institución.


Arantxa Aguirre Carballeira

Arantxa es hija de la actriz Enriqueta Carballeira y del cineasta Javier Aguirre. Premiada y reconocida, el viejo refrán español advertiría que… de casta le viene.


Su madre se inició como actriz en los teatros universitarios; entre otras piezas, intervino en “Cerca de las estrellas”, de Ricardo López Aranda, representada por la compañía del teatro María Guerrero. Con posterioridad ha sido dirigida por Miguel Narros o José Carlos Plaza. Entre sus numerosas representaciones teatrales cabe mencionar “Tío Vania”, “El jardín de los cerezos”, “Marat-Sade” o “La buena persona de Sezuan”. Las continuadas   intervenciones en las tablas se combinaron con las múltiples apariciones televisivas en espacios como “Estudio 1”, “Novela”, “Hora once”, etc. Por su parte, en el llamado Nuevo Cine Español interpretó diversos personajes en películas como El buen amor, La tía Tula y Tiempo de amor, dirigidas por Regueiro, Picazo y Diamante. Posteriormente figuró en los repartos de otras, más en línea popular, a las órdenes de Ramón Fernández, Alfonso Paso o Javier Aguirre, en títulos como No somos ni Romeo ni Julieta, Los chicos con las chicas o Pierna creciente, falda menguante.  Además, hemos podido verla en títulos como La casa de Bernarda Alba, de Camus, Viva la clase media, de González Sinde, La mitad del cielo, de Gutiérrez Aragón, o Cómo ser mujer y no morir en el intento, de Ana Belén.

Su padre, Javier Aguirre, es autor de una larguísima filmografía que se compone de dos segmentos bien diferenciados: el denominado “cine comercial” y el correspondiente al “cine experimental”, modalidades situadas en los antípodas de la formulación cinematográfica. Bajo esa etiqueta, donde el término “comercial” no intenta desprestigiar al autor y a la obra, se agruparían películas como El astronauta, El gran amor del conde Drácula, Las locuras de Parchís o Carne apaleada. Pertenecerían al segundo bloque un conjunto de películas agrupadas bajo el epígrafe “Anti-cine” con títulos como Fluctuaciones entrópicas, Espectro siete, Objetivo 40º, Múltiples, número indeterminado, Impulsos ópticos en progresión geométrica (Realización 1), Che, che, che, etc. En grupo aparte, insólitas piezas, como Vida perra, y obras maestras como Medea-2 (véase Criticalia 28/07/2009) y Dispersión de la luz (véase Criticalia 11/04/2017).  

En (aguirre), un documental de Antonio Peláez sobre el cineasta (véase Criticalia 10/ 04/2017), estamos, prioritariamente, ante la cara profesional más experimental y vanguardista. La heterodoxa filmografía del “anti-cine” se va desgranando para el espectador mediante fragmentos de cada película, explicaciones paralelas de los invitados, apostillas del autor/actor, voz en off dispuesta para subrayar la banda sonora del original, etc. Arantxa Aguirre, experta en vasos comunicantes entre Buñuel y Galdós, comenta las intervenciones de su madre en el cine de su padre, ya sea en el “experimental”, Vau seis, o en el “comercial”, Pierna creciente, falda menguante, donde el personaje de la bella jovencita Carolina entabla singular diálogo de abanicos con el alocado Aníbal.

Arantxa es pues hija de la cultura (en el más amplio sentido del término) y de refinada sensibilidad artística. Se licenció en Filología y, posteriormente, culminó su trayectoria universitaria doctorándose con una tesis leída en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, que versó sobre Buñuel como lector de Galdós e investigó bajo la dirección de Francisco Abad Nebot; fue calificada por un tribunal presidido por Ricardo Senabre. Trató, básicamente, de analizar las obras galdosianas, “Nazarín” y “Tristana”, en sus características novelísticas, y, al tiempo, establecer las pertinentes comparaciones con los homónimos títulos cinematográficos de Buñuel; pero, más allá de paralelismos y desviaciones, Aguirre, quería acreditar y, al tiempo, profundizar en cómo la obra del cineasta funciona a modo de palimpsesto respecto a la del escritor y de ahí, ampliando la perspectiva, a poner en cuestión si el surrealismo no deviene en una rama más respecto del gran tronco realista. La investigación fue, en 2003, Premio internacional de Investigación Pérez Galdós y en 2006, editada por el Cabildo de Gran Canaria.


Más allá de esta faceta universitaria, Arantxa Aguirre estuvo muy vinculada a la profesión teatral, como meritoria y ayudante de dirección, de los directores José Carlos Plaza y Miguel Narros; del mismo modo, en los ámbitos cinematográficos, a los directores Mario Camus (a quien considera su maestro), Patino, Saura, Berlanga o Almodóvar. Su carrera cinematográfica comienza a principios de este siglo como guionista del documental Un instante en la vida ajena, de José Luis López Linares, sobre la pionera cineasta amateur Madronita Andreu (hija del médico catalán Dr. Andreu, famoso por sus populares pastillas); recibió un “Goya” de la Academia en el apartado “documental”.


A este seguirían otros, dirigidos por Arantxa, cuyo foco estuvo dirigido al segmento de los actores y actrices. Primero fue Hécuba. Un sueño de pasión, en el que primeras figuras de la interpretación reflexionaban y explicaban cuestiones acerca de su trabajo, su oficio, su labor; tuvo su complemento en un libro. Seguidamente, la filmación se fijó en la musa de Saura y la directora enfocó el perfil de esta actriz en el título Geraldine Chaplin en España.


A partir de aquí, la filmografía de la nueva académica se orienta por derroteros tanto musicales como pictóricos; en efecto, música y pintura de grandes artistas serán motivo de reflexión estética y certera composición cinematográfica. Los intereses de Arantxa en relación al ballet culminarían en diversas experiencias llevadas a cabo bajo la dirección del bailarín Maurice Béjart y que la cámara de la documentalista filmaría, primero, en Lausana, concretamente en el palacio Garnier, y, posteriormente, en su exitosa gira por China, con el título El esfuerzo y el ánimo. Estos “ensayos” culminarían en el título Dancing Beethoven, una de las más atrevidas y sorprendentes grabaciones donde plástica y ritmo, música y cine se dan la mano con la sensibilidad y capacidad cinematográfica que ya son habituales en la autora; en el film, de 80 minutos de duración, se combinan las exquisiteces visuales y musicales de la compañía Béjart con el Ballet de Tokyo, mientras Zubin Metha, dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Israel, consigue una “nueva dimensión” de la “Novena Sinfonía” de Beethoven. La española Academia de Cine, en 2018, la nominó al Goya como mejor película documental y la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) la premió con la Espiga de Plata en la correspondiente sección. En este mismo apartado, se colocarían títulos como Una rosa para Soler, ensayo cinematográfico sobre el clavecinista del siglo XVIII, y El amor y la muerte, historia del compositor Enrique Granados, autor de la suite “Goyescas” y de la ópera homónima, fallecido en un naufragio ocurrido en el Canal de la Mancha.


Pero si la música exige un comportamiento determinado de la cámara, haciéndola ágil y precisa, la pintura requiere un encuadre efectivo, dúctil y maleable como un metal, de tal modo que los anchos cuadros de visión sean capaces de amoldarse a la estructura del lienzo y a la larga, ancha y alta composición elegida por el pintor. Arantxa Aguirre ha sabido resolver, en beneficio de sus espectadores, los problemas que se plantean entre pintura y cine para no traicionar al artista y para no engañar al espectador. En tal sentido, su película Zurbarán y sus doce hijos es un prodigio de acercamiento ejemplar a la pintura de este maestro, donde los personajes del Génesis se reúnen, para una exposición única, desde sus habituales domicilios en museos o conventos, ya en Extremadura (Fuente de Cantos o Guadalupe), Andalucía (Sevilla) o Castilla (Valladolid).


Y para que ningún arte falte en esta biofilmografía de Aguirre Carballeira, anotemos los títulos relacionados con el teatro donde no podría faltar Nuria Espert en un episodio de la serie televisiva “Imprescindibles”, como tampoco Els Joglars (Boadella, Fontseré) en el título La zarza de Moisés.


El discurso de la académica

El discurso de la cineasta Aguirre Carballeira fue leído, como ya hemos anotado, el 19 de diciembre de 2021, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La contestación fue efectuada por José Luis García del Busto, persona que, en su momento, hizo la “laudatio” de la académica ante el pleno de la entidad.

Antes de reseñar el discurso, es obligado comentar algún aspecto que, por ir más allá de lo anecdótico, ilustra sobre el carácter y la profesionalidad de la señora Aguirre. Como cineasta tan profesional como cualificada, la Academia le solicitó filmar un corto sobre la misma cuya duración fuese de 5 minutos destinado a su difusión en las redes sociales. Arantxa se puso manos a la obra para cumplir fielmente el encargo, es decir, condensar en 300 segundos la inmensidad artística de la Academia o, lo que es lo mismo, todo su “tiempo” y todo su “espacio”. Sin embargo, por propia iniciativa, amplió la duración a 20 minutos y el resultado es ese excepcional documento cinematográfico que se llama Academia. Bellas Artes, Km. Cero y que hoy, los espectadores interesados tenemos a nuestra disposición (véase dirección electrónica al final de este artículo).

Nada tiene de extraño que tras la elaboración de este trabajo y solicitado su ingreso como miembro electo de la institución, la cineasta, tan buena conocedora de las bondades históricas y artísticas existentes en la entidad y de las opciones llevadas a cabo en su trabajo fílmico sobre la misma, eligiera como tema de su discurso una oportuna reflexión que podríamos denominar como “el objeto visto por el sujeto”, de tal modo que su título ha sido “La Academia como materia cinematográfica”.


La Academia como materia cinematográfica

Partiendo de una cita de Adorno, organiza su discurso haciendo el normativo elogio de sus antecesores en la institución como, seguidamente, rememora determinadas situaciones de su entorno familiar con referencias profesionales tanto a la madre como al padre; ella, personaje de Sonia, en el teatro Marquina, recitando “Tío Vania”, de Chéjov; él, atrapado por el cine desde el mismo estado infantil cuando oía, o acaso escuchaba, a Fred Astaire cantar aquello de “Heaven… estoy en el cielo”, y, años más tarde, cuando padre e hija vieran juntos La quimera del oro y Cantando bajo la lluvia, donde la niña ya descubrió el modo de curar lo que, más tarde, entendería como angustia y melancolía.

Seguidamente, comienza la “versión de la directora” que, con humildad, pero con enorme sabiduría artística, explica los mil y un problemas que se suscitan ante tales monumentos, arquitectónicos, pictóricos, musicales, históricos, que emanan tanta belleza en este “majestuoso continente” donde cada estancia invita, tanto al cineasta como al curioso visitante, a observar por dónde entra la luz o cómo circula el aire, para un mejor deleite ante cuadros y esculturas, dibujos y grabados, vaciados y series gráficas. No sin razón, reflexiona la académica sobre el arte de filmar tales materiales; deben ser soluciones matemáticas, aunque la filóloga, echando mano de Saussure, lo lleva al “todo se sostiene” de la lengua donde cada elemento depende del conjunto y viceversa. De aquí que, en esta Academia de Bellas Artes, la cineasta entendiera que “el hilo conductor” no debía ser un “texto narrativo al uso” (vade retro voz en off) sino otro en el que se pudiera “discurrir en el tiempo”.

Y ahí estaba la música… arte también capaz de relacionar con fidelidad imagen y sonido. Por si faltara andamiaje para la justificación del pentagrama, la oradora recurre a ejemplificaciones referentes tanto, en la música, a la coreografía de Béjart como, en el cine, a Kuleshov, para quien la significación última de una imagen depende tanto de la precedente como de la siguiente. Obviamente, no se trata de una música mera acompañante o simple adorno de las imágenes sino arte capaz de dialogar con ellas. El “Fandango” del Padre Soler, “conjunción feliz del refinamiento cortesano y la energía popular”, está construido como “variaciones o improvisaciones” con la posibilidad de ir añadiendo cuantos círculos concéntricos sean necesarios. Esta es la otra “voz en off” que, como nueva pareja bien avenida, produce una simbiosis benefactora para ambas artes. Oiremos una sonata de Scarlatti, una danza griega de Theodorakis, el Canon, de Pachelbel, entre otras composiciones; o el silencio (“la última exquisitez que nos queda en este mundo estridente”) cuando la secuencia así parece necesitarlo.

Ya estamos en condiciones de visitar las salas, mirar atentamente el trabajo de los artistas y artesanos que trabajan en la institución, enfocar columnas y óleos, vaciados y grabaciones, escuchar una orquesta y… hasta el inoportuno e irritante sonido de un móvil… que corta el concierto y… la respiración…   

Se hace necesario no olvidar el lema académico: “No será coronado quien no haya competido en buena lid”. Nuestra nueva académica siempre lo hizo de ese modo.


Recuerdos personales

Más allá de haber podido ver los estrenos “comerciales” de Dancing Beethoven y de El amor y la muerte en salas de Santiago de Compostela y Sevilla, respectivamente, con tanto interés por la autora, a priori, como admiración por estos trabajos, a posteriori, recuerdo mi encuentro con Arantxa en la Casa Museo Pérez Galdós, de Las Palmas de Gran Canaria; allí se celebró una mesa redonda cuya temática se centró en el funcionamiento de “los vasos comunicantes” entre Buñuel y Galdós, materia en que la cineasta era experta, y, por ello, había recibido el Premio Internacional de Investigación. Acompañaron a la autora en la citada mesa los profesores Román Gubern, Rafael Utrera, Luis Roca y Fernando G. Martín.


Direcciones electrónicas:

Documental Academia. Bellas Artes, Km. Cero.
Canal YouTube (https://www.youtube.com/watch?v=6q-r--fRWGw&t=25s) o en la propia web de la Academia.

Discurso de ingreso de Arantxa Aguirre Carballeira:
https://www.realacademiabellasartessanfernando.com/assets/docs/discursos_ingreso/Aguirre_Carballeira_Arantxa-2021.pdf

Ilustración: La académica Arantxa Aguirre Carballeira leyendo su discurso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.