Pelicula:

Tras el fracaso de 007 al servicio secreto de Su Majestad (1969), fracaso solo en términos de prestigio (George Lazenby se demostró como un craso error al ficharlo como Bond, no dando el personaje en absoluto), porque en taquilla funcionó bien (con 7 millones de dólares de presupuesto, alcanzó los 82 millones de recaudación; fuente: The-numbers.com), Harry Saltzman y Albert Broccoli, los propietarios entonces de los derechos para el cine de las novelas bondianas de Ian Fleming, requirieron de nuevo los servicios de Sean Connery, al que tuvieron que convencer para que volviera a ser, de nuevo, el agente 007, con la condición, impuesta por el actor escocés, de ser la última vez que lo hiciera. Curiosamente, pasados 12 años, el propio Connery se traicionaría a sí mismo al protagonizar de nuevo al agente del doble cero en el remake de Operación Trueno, titulado muy apropiadamente, dado el caso, Nunca digas nunca jamás (1983).

Aquí tenemos a Bond intentando en las primeras escenas acabar de una vez por todas con el archimalvado Blofeld; cuando parece que lo consigue, James es llamado a la sede del MI6, donde le encargan un asunto de contrabando de diamantes que al agente del doble cero le parece un tanto escaso de enjundia para que sea el servicio secreto británico quien investigue el tema, pero M le convence diciéndole que detrás hay más de lo que parece, y que puede peligrar la economía internacional si, como se sospecha, alguien está intentando monopolizar el mercado de diamantes en todo el mundo. Bond es enviado a Holanda haciéndose pasar por un contrabandista profesional. Allí conoce a una experta en el tema muy apropiadamente llamada Tiffany, como la célebre joyería neoyorquina. Entre tanto, empiezan a aparecer muertos relacionados con los diamantes, y la sombra del supuesto Blofeld ya difunto, que parece proyectarse sobre este asunto, hace sospechar que quizá no estuviera tan muerto como parecía...

Guy Hamilton ya conocía la serie; no en vano fue el director del segundo episodio de la saga, James Bond contra Goldfinger (1964), uno de los más entonados de la primera etapa bondiana, y en la que quedaron establecidas definitivamente las características del “universo Bond”. Pero Hamilton no era tampoco un gran director, sino un artesano apañado, y su trabajo en este Diamantes para la eternidad fue el de un aplicado profesional que sacó adelante el proyecto aseadamente, como se le pedía, con buenos resultados en taquilla (116 millones de recaudación a nivel mundial, con un presupuesto de 7,2 millones; fuente: IMDb), manteniendo la esencia de la franquicia y poco más.

Eso sí, hay algunos puntos de interés en el film, como los (como era y es habitual) preciosos títulos de crédito iniciales, originales, como todos los de aquella primera época, de Maurice Binder, que juega muy creativamente con el tema central, los diamantes, pero también con los gatos (símbolo de Blofeld, el archimalvado), y, lógicamente, con las siluetas femeninas que son un fijo en este tipo de rótulos iniciales, siendo las mujeres de bandera uno de los elementos esenciales de la serie 007.

Hay otras curiosidades, como la pareja de villanos que pasaporta con gentileza a los que les estorban, y que en principio parecen sacados de un capítulo de Benny Hill, aquel inglés gordito y rijoso que hizo cientos de episodios humorísticos durante varios decenios del siglo XX; esta pareja son dos ingleses que, según se deduce por algunos comentarios e imágenes, son homosexuales; el hecho de que sean los dos villanos más crueles del film (incluso por encima del malo por antonomasia, Blofeld) podría hacer pensar en una cierta homofobia por parte de la película; su castigo final, con dolorosísima muerte en ambos casos, podría reafirmar esa impresión. En cualquier caso, estamos en 1971, y falta un año todavía para que, en 1972, William Friedkin, en Los chicos de la banda, diera por primera vez en cine comercial una visión de personajes gais normales, sin ser objeto de chanza ni de repulsa. Por cierto que uno de esos dos personajes gais, el interpretado por Potter Smith, tiene en la película toda la pinta de un Santiago Segura joven...

Como novedad, quizá aquí Bond tiene más detalles de humor irónico de corte moderadamente picante de los que habitualmente presentaba en films anteriores. También, conforme a los tiempos (principios de los años setenta, cuando se inicia el destape epidérmico en el cine mundial), las chicas Bond lucirán bastante palmito e incluso velados desnudos, alguno de los cuales volaron en la versión que se exhibió en España, “gracias” a la Censura...

También hay que señalar en el haber del film algunas de las escenas de acción del film, en especial la que se desarrolla íntegramente en el interior de un angosto ascensor de una vivienda residencial, con Bond y el malo de turno arreándose leñazos en apenas un metro y medio cuadrado, y en una primera instancia con el propio Connery batiéndose bravamente el cobre, aunque después ya parece que es sustituido por el doble de acción correspondiente.

Otra curiosidad que no nos resistimos a comentar es el hecho de que los diamantes a los que siguen la pista Bond y los archimalvados son camuflados en un momento dado en... una lámpara de brillantes, a la manera en la que, unos años más tarde, lo haría también Hitchcock en Family plot (La trama) (1976), su última película.

Tendremos también algunos ingeniosos gadgets (al menos para aquella época), como una huella dactilar falsa fabricada para que Bond parezca que es otra persona (esto suena a influencia de la famosa serie televisiva Misión imposible), y vibrantes persecuciones en coche, en especial la muy vistosa que tiene lugar en Las Vegas, pero también la que, a bordo de una especie de vehículo espacial (bastante parecido al usado por Armstrong y Aldrin en su famoso paseo lunar en 1969), llevará a cabo Bond en el desierto, perseguido por los villanos de turno.

Por último, entre las curiosidades, aquí hay también algunas escenas en el espacio exterior, con una nave espacial, como ya ocurría en uno de los títulos bondianos anteriores, Solo se vive dos veces, aunque afortunadamente aquí los F/X son algo mejores que los de aquella película, que eran horribles.

Connery, por supuesto, muy seguro y sólido en su personaje, que ya tenía perfectamente interiorizado. Jill St. John compone una chica Bond bastante potable, primero mala, después (como todas...) enamoradísima del escocés sin “kilt” que las seduce sin (literalmente) despeinarse...

(11-05-2024)


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120'

Año de producción

Diamantes para la eternidad - by , May 11, 2024
2 / 5 stars
Connery se despide de ustedes (o no...)