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El cómic del Hombre Murciélago, Batman en inglés (con el que es conocido generalmente), ha pasado desde finales de los años ochenta, época en la que se puede datar su configuración canónica en cine, por diversas etapas en su adaptación a la gran pantalla. Tim Burton le confirió el tono que ya no le abandonaría, mucho más sombrío y oscuro que las anteriores y tan coloristas y más bien cómicas versiones (véase, por ejemplo,Batman: La película, de Leslie H. Martinson, rodada en 1966). Batman (1989), primera de esta serie, ya presentaba las características que se han mantenido, aunque con evoluciones, hasta nuestros días: más oscuro, más adulto, con un Hombre Murciélago poderoso y carismático, pero también con un (o unos) villano(s) no menos potentes, como el extraordinario Joker que compuso en aquel primer capítulo Jack Nicholson. Batman vuelve (1992) confirmó la valía de la propuesta, aunque las sucesivas entregas, Batman forever (1995) y, sobre todo, Batman y Robin (1997), ya sin Burton a los mandos, confiadas al mediocre Joel Schumacher, con protagonistas poco adecuados para el papel central y una barahúnda de villanos de medio pelo, fueron decepcionantes.
Hubo que esperar casi un decenio hasta que la franquicia resucitó con Batman begins (2006), encargada ahora a un cineasta emergente, Christopher Nolan, que profundizó en el tono sombrío de la historia y, sobre todo, dotó a su protagonista de un trágico pasado que le atormentará y se convertirá en uno de los “leit motivs” de la serie cinematográfica. Nolan llegará a la perfección en esa nueva perspectiva, en ese Batman adulto, con El caballero oscuro (2008), el epítome del cómic intelectual en el cine, en el que el Hombre Murciélago de su trilogía, un estimable Christian Bale, habrá de vérselas con uno de los mejores villanos de toda la franquicia, el Joker que compuso estremecedoramente Heath Ledger, desde entonces el canon para cualquier malo de cómic que se precie. El caballero oscuro. La leyenda renace (2012) cerraría vigorosamente la tríada nolaniana, confiriendo a Batman el carácter que no le ha abandonado ya, un héroe atormentado por su pasado pero también por su (in)capacidad para restaurar definitivamente la justicia en Gotham, y además cada vez más puesto en cuestión por una opinión pública que, a lomos de las “fake news” (sí, por lo visto en el mundo fantástico también menudea esa basura...), le percibe más como un villano que como un superhéroe.
A partir de ahí, DC Comics, dueña del copyright, y Warner, su socio en cine, a la vista del gran éxito económico de la fórmula iniciada por la rival Marvel en Los vengadores (2012), agrupando a sus héroes en películas cada vez más espectaculares, deciden crear su propio grupo de tipos enleotardados, con las referencias de su propiedad: Superman, Wonder Woman, Aquaman, Cyborg, Flash... y Batman, claro. La primera versión, que no incluía a todos esos personajes, será Batman v. Superman: El amanecer de la justicia (2016), y la segunda La liga de la justicia (2021), ambas con dirección de Zack Snyder y con Ben Affleck como el Hombre Murciélago. Como los resultados no fueron precisamente los deseables (en especial en la segunda de ellas), se vuelve ahora, en esta The Batman, a lo que podría llamarse el canon Nolan.
La acción se desarrolla, como siempre, en Gotham, donde Batman prosigue su cruzada contra el Mal (así, con mayúsculas), aunque generalmente sean delincuentes de poca monta. Pero de repente empiezan a aparecer excelentísimos cadáveres (como diría Francesco Rossi), altos funcionarios del gobierno de la ciudad asesinados vesánicamente y con mensajes en plan adivina, adivinanza, dirigidos a Batman. El Hombre Murciélago, bajo el que se esconde el multimillonario Bruce Wayne, solo cuenta con el apoyo del teniente Gordon, de la Policía de Gotham, uno de los pocos “maderos” honrados de una urbe corrompida; inopinadamente, también recibirá el apoyo, no sin reticencias, de una superheroína, Catwoman, una mujer gato de felinas maneras. Los asesinatos de ilustres se suceden, como las adivinanzas, todas enviadas por el villano del film, que responde al nombre de Enigma...
Lo cierto es que nos ha parecido un acierto volver al tono nolaniano, el del personaje atormentado y dubitativo, con las tribulaciones sobre el carácter de sus actos en pro de la justicia y con la rémora de ese pasado que sigue torturándolo, con la muerte de su padre a manos de un (al parecer) chorizo de poca monta, aunque quizá eso no fuera exactamente así. Con una trama que tiene mucho de cine negro, de intriga criminal que recuerda poderosamente el “film noir” clásico, con sus corruptelas a alto nivel, en el que los prohombres de la ciudad, en su mayoría, formarán parte también, mediante el cohecho y la extorsión, de ese sindicato del crimen que, en la sombra, gobierna Gotham, el film mantiene el tono adulto conferido por la trilogía de Nolan y es claramente deudora de ella; también en el “look”, en un film en el que casi siempre es de noche, en el que casi siempre llueve inmisericordemente.
Matt Reeves, el director, se hizo un nombre a los mandos de aquella original Monstruoso (2008), interesante aportación al venero de “found footage” o archivo encontrado, y después revalidó esa buena impresión con dos de las entregas de la nueva trilogía simiesca, El amanecer del planeta de los simios (2014) y La guerra del planeta de los simios (2017). Aquí consigue un producto sólido, bien narrado y con la factura irreprochable del cine “mainstream” norteamericano: un ejército de técnicos de primer nivel es metafísicamente imposible que haga una mala película... Reeves, además, se permite algunos toques visuales interesantes, de “artista”, como la imagen invertida de Batman acercándose al Pingüino, en cámara subjetiva que aparenta ser la mirada del villano, mientras éste le espera dentro de su coche reventado tras una extraordinariamente espectacular persecución de tráfico; o la escena en la que Batman lucha contra una serie de secuaces armados con metralletas, filmada a oscuras, de tal manera que solo las ráfagas de esas armas iluminan fugaz e intermitentemente el plano, asistiendo el espectador con esa tan peculiar luz a la lucha del Hombre Murciélago contra los malos.
Aunque, como siempre en el cine moderno, al film le sobra como mínimo un cuarto de hora y, sobre todo, tiene dos pecados capitales que menoscaban sus valores cinematográficos, que los tiene. A nuestro entender, ha sido un error (como, dicho sea de paso, nos temíamos...) confiar el papel de Batman a Robert Pattinson; el actor inglés, aunque ya hemos visto en algunos films (Cosmópolis, The king, El faro, Tenet) que está alejándose afortunadamente del pasteleo de la saga iniciada por Crepúsculo, lo cierto es que no lo vemos en el papel del Hombre Murciélago: es como si fuera una mala copia de James Dean, con sus neuras y sus comeduras de coco, interpretando a un personaje carismático como pocos; Nolan lo dotó de trastienda, pero Reeves, entendemos que por culpa de la inadecuación de Pattinson para el rol, lo convierte en un héroe depresivo, un tipo con permanente mirada de cordero degollado (hasta con la máscara se le nota...), al que entran ganas de mandarlo al psicólogo a ver si así se le curan los traumas infantiles...
Pero hay un segundo pecado capital en el film, la elección del villano: Enigma, “per se”, es uno de los más interesantes malos de la serie de Batman, un tipo de inteligencia superlativa que se comunica con el superhéroe a través de adivinanzas, un individuo de una crueldad sin límites, con una capacidad para hacer el mal de la forma más sádica y laberíntica en la que solo el Joker podría rivalizar con él. Pues aquí le han encargado ese personaje a Paul Dano, actor de cara gordezuela, como de pan de kilo, con unas gafitas de pasta que le confieren el aspecto no sé si de pagafantas o de friqui. Y es que Dano, por lo demás interesante actor, no parece capaz de hacer algo peor que pegarse un cuesco en público... Así es difícil creerse que este mindundi de gafitas demodé ponga a Gotham contra las cuerdas con refinadas acciones de crueldad y sadismo infinitas...
Aparte de Pattinson y Dano, de los que ya hemos dicho todo lo que había que decir, nos ha gustado recuperar a John Turturro, grande como siempre, y apreciar el buen trabajo de Jeffrey Wright, aquí el personaje honrado que siempre tiene que haber en las pelis de Batman (mayormente, para no abrirnos las venas cuando salimos del cine...). Y Zoë Kravitz, con un matizado trabajo, recuerda mucho físicamente a otra de las actrices que hicieron este mismo papel, la Halle Berry de Catwoman (2004). Colin Farrell está, literalmente, irreconocible como el Pingüino, bajo un maquillaje (físico o digital, que ahí no entramos) que hace de él otra persona (bastante menos agraciada, es cierto...).
(10-03-2022)
175'