La historia de Elia Kazan es la de un inmigrado griego en Estados Unidos (que retrató en su formidable América, América) que triunfó en su país de adopción como director teatral y cinematográfico, pero que también conoció los sinsabores de la repulsa cuando, en los años cincuenta, acosado por el Comité de Actividades Antiamericanas presidido por el senador McCarthy, denunció, para salvar su carrera, a varios de sus colegas de Hollywood que eran, como él, miembros del Partido Comunista Americano. Esa oprobiosa delación le acompañaría ya para el resto de su vida y de su filmografía, llena de grandes películas, de Pánico en las calles (1950) a Un tranvía llamado deseo (1951), de Viva Zapata (1953) a Al este del Edén (1955), de Esplendor en la hierba (1963) a El compromiso (1969).
Curiosamente, esta La ley del silencio (1954), además de una notabilísima película, es también, de alguna manera, una reivindicación de la delación cuando esta se considera estrictamente necesaria, por lo que en su momento se creyó ver en ella la expiación por su actitud ante el Comité McCarthy. La historia que se nos narra es precisamente la de un pobre diablo, Terry, antiguo boxeador que se gana la vida como estibador en los muelles neoyorquinos, donde es testigo de las fechorías del jefe del sindicato, un auténtico cacique cuya palabra es ley y contra cuyos métodos mafiosos se enfrentará cuando se enamora de la hermana de una de las víctimas del felón.
Después de tantos años, más allá del supuesto mensaje de autoexculpación de Kazan que podría contener La ley del silencio, lo que queda es la fuerza impresionante de las imágenes, un filme límpido a pesar de su turbia historia, la de un pobre hombre que un día, contra toda esperanza, decide hacer frente a la mafia sindicalista que rige los destinos de su barrio, de su ciudad, de su vida.
La película ganó, muy merecidamente, 8 Oscars, entre ellos los de Mejor Película y Dirección, además de los de Actor Protagonista (Marlon Brando, inconmensurable, como siempre, recibiendo aquí una de las dos grandes palizas épicas que recibió en el cine; la otra es la de La jauría humana, claro está...) y Actriz de Reparto (Eva Marie Saint, en su debut en la gran pantalla, aunque ya tenía amplia experiencia en la televisión). Estuvo nominada también a otras cuatro estatuillas; el hecho de ser ese año, claramente, la ganadora de los Premios de la Academia, se pudo interpretar como el implícito perdón de sus colegas por su conducta ante las huestes de McCarthy, pero lo cierto es que, en el fondo, Hollywood nunca le perdonó su traición.
(25-04-2021)
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