CINE EN SALAS
La saga de los dinosaurios de Spielberg (sobre la novela de Michael Crichton) alcanza con este su séptimo segmento, dividida en dos tandas diferenciadas por un parecido título, pero también por el salto temporal que se dio entre la primera y la segunda. Esa primera la compusieron la primigenia Parque Jurásico (1993), El mundo perdido: Parque Jurásico II (1997) y Jurassic Park III (2001), con recaudación mundial decreciente, tras lo cual, a comienzos del siglo XXI, Spielberg y sus socios decidieron acabar con la franquicia, dada su menguante rentabilidad. Pero a mediados de la década de los años diez de esta centuria, tres lustros después, el modesto rendimiento de algunos “blockbusters” de la productora de Steven, Amblin Entertainment, aconsejó revivir la saga, y de ahí partió esa segunda tanda, con los títulos de Jurassic World (2015), Jurassic World: El reino perdido (2018) (por cierto, con nuestro J.A. Bayona a los mandos) y Jurassic World: Dominion (2022), que se suponía cerraba la franquicia en su totalidad, en un episodio en el que se mezclaban los personajes de las dos tandas, la prehistórica (nunca mejor dicho...) con la más actual.
Pero algunos sonoros castañazos comerciales recientes de Amblin, como la versión musical de El color púpura, o la veladamente autobiográfica Los Fabelman, han vuelto a sugerir la conveniencia de desempolvar (otra vez...) la saga jurásica, para volver a llenar las arcas...
Esta vez se ha tenido la buena idea de sustituir al más bien mediocre director anterior, Colin Trevorrow por el bastante más interesante Gareth Edwards (Monsters, The creator), y también recuperar a David Koepp, el excelente guionista de la primera peli de la saga, y ciertamente esos cambios se han notado: a ver, no es que sea la octava maravilla, pero sí es cierto que el film asciende algunos peldaños sobre la anterior, Dominion, que era bastante vulgar y previsible.
La historia arranca en nuestros días, en esa especie de mundo paralelo en el que viven los personajes de la saga jurásica, en el que supuestamente, desde hace más de tres décadas, tras el descubrimiento de que se podían clonar los viejos dinosaurios perdidos hace 65 millones de años, aquellos saurios gigantescos han vuelto a la Tierra, en condiciones cambiantes en cada nuevo capítulo. Aquí tenemos que el mundo, tras un primer e intenso interés por estos vestigios vivos de nuestro pasado, lo han desechado en pos de otros nuevos objetivos de usar y tirar... en ese contexto, conocemos a Martin, alto ejecutivo de una farmacéutica que propone a Zora, especialista en “conseguir cosas” (se entiende tirando a ilegales, y en sitios peligrosos), lograr muestras de tres dinosaurios vivos, para con ellas crear un poderoso medicamente que salvaría las vidas de muchos enfermos cardíacos. Se recluta también al doctor Loomis, poniéndole como zanahoria la posibilidad de ver, incluso tocar, los dinosaurios a los que tanto ama, y a un grupo de amigos mercenarios de Zora; a la expedición se unirá también, accidentalmente, un grupo familiar hispano, formado por el padre, Rubén, dos hijas, la joven Teresa y la niña Isabella, y el novio carajote de la primera, Xavier...
Como decimos, ha sido una suerte (en términos de estricto entretenimiento cinéfilo) encargar a Edwards y Koepp los mandos de esta nueva entrega. Koepp opta por un ejercicio que no es nuevo en la saga, cual es retomar algunos de los momentos álgidos de la primera entrega (a la que, de una forma u otra, vuelven todos...), pero inspirándose en ellos y no haciendo un mero refrito. Así, no es difícil rastrear algunas de las más famosas escenas de aquel primigenio Parque Jurásico, como la persecución del T. Rex en pos de nuestros protagonistas, solo que ahora está hecho en un contexto acuático, con nuestros héroes remando a toda pastilla sobre una humilde barca neumática, mientras el depredador les pisa, literalmente, los talones, o la muerte del villano (que todos sabemos que la va a palmar, y de forma horrible...), en la que Koepp, en el guion, y Edwards, en la puesta en escena, han optado por unir dos de las muertes más horribles de aquella primera entrega, condensándolas en una sola, para hacer que nuestro malo de turno (que, conforme a lo que toca en nuestros días, es un alto ejecutivo de una gigantesca corporación, obviamente sin escrúpulos ni alma) forme parte de la dieta de alguno de los depredadores tamaño edificio de cinco plantas que aparecen en la peli.
Hay, entonces, una vuelta a los orígenes, que por supuesto está bien siempre que no se busque mimetizar aquello, porque para copiarlo tal cual ya estaba el original, que siempre será mejor que todas las copias. Es cierto también que los personajes tampoco tienen mucho recorrido dramático, ni la familia hispana (que se adivina con padre separado y con las niñas a su cargo durante las vacaciones, con el novio de la mayor que, el pobre mío, no se sabe si es más tonto que imbécil, o viceversa, aunque cuando llega el momento dará la talla), ni la aventurera mercenaria que componen Scarlett Johansson, de la que sabemos poca cosa, y lo que sabemos tampoco nos interesa, ni el resto del elenco, como el científico paleontólogo, que tampoco es que sea un dechado de personaje.
Pero, claro está, aquí hemos venido a generar adrenalina con las escenas de acción y aventura, ciertamente hechas con gran habilidad, como la persecución marítima del primer dinosaurio al que extraer una muestra, o la parte final, que recrea la famosa escena de los velocirraptores de la primera parte, aunque ahora con otros bichos, y también de forma intensamente intrigante.
El conjunto es agradable, ameno, no insulta a la inteligencia del espectador y, como solemos decir los críticos, se deja ver. Teniendo en cuenta que es un producto que busca la comercialidad pura y dura, parece que con eso nos podemos conformar...
Evidentemente, ni Johansson, que es la estrella del film, ni el resto de los intérpretes se matan actuando, porque no se les pide eso, sino que digan sus papeles con cierta convicción, no les hagan repetir demasiadas tomas, y vámonos que nos vamos... Por cierto que Manuel García-Rulfo, el papá hispano que tiene que lidiar con sus hijas (y, sobre todo, con el novio de la mayor, más flojo que Bartolo...), se nos parece mucho, aunque en feo, al Russell Crowe de su buena época, el de Gladiator o Master and Commander...
(07-07-2025)
134'