Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS
Disponible en Filmin y Prime Video.

Cuando queremos iniciar a alguien en la valía, personalidad o estilo de un autor (sea de cine o de otro arte cualquiera) es normal y obvio que  lo hagamos citando sus obras más famosas, reputadas o exitosas. Si tenemos a un neófito que quiere saber cosas de Orson Welles no le vamos a nombrar It 's all true (su inacabado documental brasileño) o F for Fake (Fraude), uno de sus últimos largometrajes. Le nombraremos naturalmente su Ciudadano Kane, o Sed de mal, o Campanadas a medianoche... y si hablamos de David Lean sacaremos a colación El puente sobre el río Kwai o Lawrence de Arabia, o con Clint Eastwood apostaremos por Sin perdón o Million dollar baby, por ejemplo.

Y vamos ya a lo nuestro: si en vez de todos estos señores que hemos nombrado, estamos hablando de Don Alfred Hitchcock (otro afamado autor cinematográfico) seguro que ya mismo estamos nombrando Vértigo/De entre los muertos o Psicosis o Los pájaros. Y no aparecerán para nada Pero... ¿quién mató a Harry?, simpática comedia negra con Edmund Gwenn, y uno de sus escasos fracasos en taquilla, u otras más antiguas como Inocencia y juventud o 39 escalones.  En una tierra de nadie se quedan también títulos válidos pero sin el relumbrón de las más conocidas y cotizadas, y sería el caso de obras como La sombra de una duda, Matrimonio original, Pánico en la escena... o ésta que hoy nos ocupa, El proceso Paradine.
 
En ese momento Hitchcock se encontraba bajo contrato de David O. Selznick, el gran magnate que tenía olfato para buscar talentos y traerlos a sus estudios. Y eso hizo con el londinense, al que llevó a Hollywood para rodar Rebeca en 1940, marcando el futuro de casi todo el resto de su filmografía, primero con él y luego en otras productoras. Así, Selznick volvió a contratarlo siete años después para este film, rodado y ambientado en Gran Bretaña, y con el que se implicó hasta el punto de escribir el guión con Ben Hetch (no acreditado) y luego adaptado por Alma Reville, esposa de Hitch, siempre tomando por base una novela de 1933 escrita por Robert Hichens y de gran éxito. El contrastado blanco y negro de Lee Garmes o la adecuada música del gran Franz Waxman también son datos positivos para el film.

Hay fuentes que dicen (aunque parezca mentira) que a Selznick le costó esta cinta tanto dinero como su mítica Lo que el viento se llevó, por culpa de los parones, miles y miles de tomas, un guión desequilibrado, desavenencias entre el reparto... y el hastío de Hitchcock, que llegó un momento en que pasaba ya de todo y sólo quería hacer planos majestuosos y complicados para lucirse. La segunda mitad, el juicio, resultó la más enredosa y polémica, en un escenario único. La historia se centra en una dama de la alta sociedad londinense (y con mucha trastienda y puntos oscuros) acusada de asesinar  a su marido ciego, y defendida por un abogado que queda fascinado por ella, hasta el punto de echar por tierra su matrimonio.
 
Una historia llena de recovecos en la que los intérpretes son fundamentales. Y ahí llegamos a un punto en el que coinciden críticos e historiadores, el error de casting. Con una clara y evidente excepción, Alida Valli (que en rótulos iniciales sale al final del reparto como "Valli", que parece el nombre de una medicina o de una marca de café), la muy bella y elegante actriz italiana que Selznick quería convertir en una nueva Ingrid Bergman, y que tiene un  trabajo espléndido, desde la primera y significativa escena o cuando ingresa en la cárcel y la carcelera deshace su elaborado peinado. Los demás no dan la talla, desde un Gregory Peck increíble como fino, empelucado y elegante abogado inglés, a un primerizo e inadecuado Louis Jourdan. Mejor quedan los veteranos Charles Coburn, como abogado de la familia, el gran Charles Laughton como juez, y sobre todo Ethel Barrymore como su esposa, y que fue nominada al Oscar a la mejor actriz de reparto.

Titulada en México como Agonía de amor,  que no deja de ser un reflejo del personaje de Peck y sus vaivenes sentimentales entre su defendida y su querida esposa (una sensible -aunque fría- Ann Todd), sobre todo la cinta es antes que nada un ejercicio de realización virtuosa, como la aparición entre sombras del criado, Jourdan, o los planos cenitales en los interrogatorios del proceso -desmintiendo el tópico de "película de juicio"-, e incluso en lo argumental se salva la poca información sobre el asesinato en sí, y las también poco convincentes declaraciones de los personajes. Sobrenada la habilidad de un Hitchcock que al año siguiente se embarcó en el experimento de La soga (The rope), rodada en un escenario único, con planos secuencias de diez minutos, unidos por cierres en negro, como preparando ya la inminente madurez de los años cincuenta en su carrera.

Cuando se estrenó El proceso Paradine las críticas fueron negativas y la taquilla no respondió como otras veces con las películas del llamado maestro del suspense, acaso porque el público percibió un aire de artificiosidad en toda la historia. Se calificó enseguida como un "film menor" de Hitchcock, pero como dice un crítico en una web sudamericana, muchos querrían tener un film menor de este nivel, para convertirlo en su "obra maestra"...


(29-10-2023)


 


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125'

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El proceso Paradine - by , Oct 29, 2023
3 / 5 stars
Elegancia y sordidez