Enrique Colmena

Ayer sábado día 10 de febrero de 2024 tuvo lugar, en la ciudad de Valladolid, la gala de los 38 Premios Goya, galardones que entrega la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas de España. La gala fue dirigida por los Javis (Javier Calvo y Javier Ambrossi), que también la presentaron, junto a Ana Belén. Tres horas y cuarenta minutos después de su comienzo, la gala tenía un clarísimo ganador, La sociedad de la nieve, la película de J.A. Bayona que se llevó nada menos que 12 Goyas, históricamente la tercera cifra más alta de “cabezones” (nombre cariñoso con el que se conoce al premio Goya, una cabeza del pintor ciertamente voluminosa...) tras Mar adentro y Ay, Carmela.

Lo cierto es que la cosecha del cine español en 2023, que ha sido excepcionalmente buena en cuanto a calidad, podría haber hecho que los premios se hubieran disgregado y no hubiera un ganador claro, pero las cifras son tozudas, y los 12 Goyas de La sociedad... no dejan lugar a dudas. El film patrocinado (entre otras productoras) por Netflix, lo que permitió el astronómico presupuesto necesario, 60 millones de dólares, consiguió tanto la mayoría de los premios “gordos” como casi todos los llamados “técnicos”. Las categorías en las que se llevó el “cabezón” de turno fueron: Mejor Película, Mejor Dirección, Música Original, Dirección de Producción, Dirección de Arte, Sonido, Dirección de Fotografía, Montaje, Actor Revelación, Maquillaje y Peluquería, Efectos Especiales y Vestuario. Una auténtica avalancha de “cabezones”, casi al mismo nivel que los varios aludes de nieve a los que tienen que hacer frente los personajes protagonistas en la película.

Nos parece ciertamente merecida esta abrumadora catarata de premios para el film de Bayona, en tanto en cuanto, además de un notable film comercial, es también una gran película, sin adjetivos, que habla de resistencia, de emoción, de solidaridad, un gran trabajo que (ojalá...) se lleve también los dos Oscars a los que opta en la próxima entrega de los Premios de la Academia de Hollywood. En todo caso, fue injusto que otras películas, como Cerrar los ojos, la prodigiosa nueva cinta de Víctor Erice, se tuviera que conformar con un único (aunque tan merecido) premio, el de Mejor Actor de Reparto, para Jose Coronado, espléndido en su personaje del film. También fue injusto, o nos lo parece, que películas tan interesantes como Un amor, Chinas, Dispararon al pianista, o incluso Campeonex, se fueran de vacío.

20.000 especies de abejas, que algunas quinielas daban como posible ganadora de la noche, se tuvo que conformar con el segundo puesto en el podio, a una distancia sideral del film que (re)crea la tragedia del avión en los Andes en 1972. La ópera prima de Estíbaliz Urresola Solaguren consiguió tres premios, los relativos a Mejor Dirección Novel (para Estíbaliz, un premio bastante “cantado”), Guion Original (también para Urresola Solaguren) y Actriz de Reparto (para la veterana Ane Gabarain).

La avalancha de premios acumulada por La sociedad... provocó que el resto se tuviera que conformar más bien con migajas, como Robot Dreams, que consiguió dos “cabezones”, por los conceptos de Mejor Película de Animación y Mejor Guion Adaptado (este para Pablo Berger, también director de la deliciosa cinta). O corno, una de las sensaciones del año, se llevó el de Mejor Actriz Revelación, para la bailarina y neófita intérprete Janet Novás. Saben aquell, el peculiar biopic sobre el humorista Eugenio que se ha marcado David Trueba, logró el de Mejor Actor Protagonista para David Verdaguer, que ciertamente hace una gran creación de su personaje. Te estoy amando locamente, la estupenda dramedia de Alejandro Marín sobre el Stonewall sevillano, se tuvo que conformar con un galardón, el relativo a Mejor Canción, para Rigoberta Bandini. Y el film Que nadie duerma, entre el drama, la intriga y la comedia negra, se llevó el de Mejor Actriz Protagonista para Malena Alterio.

En cuanto al resto de premiados, citaremos la Mejor Película Iberoamericana, que fue para el documental chileno La memoria infinita, sobre el lacerante tema del Alzheimer, y la Mejor Película Europea, que fue a parar a la francesa Anatomía de una caída; ambos premios se antojan muy merecidos. Los galardones honoríficos fueron dos: el propiamente Premio de Honor, para el gran Juan Mariné (sugerimos la lectura del artículo Juan Mariné, director de fotografía, Goya de Honor 2024, del que es autor el catedrático Rafael Utrera Macías), operador de larga ejecutoria en el cine español y gran restaurador de nuestro patrimonio fílmico, y cuyo tributo realizó, sobre el escenario, el no menos grande José Sacristán, en un emocionado homenaje; y el Premio Goya Internacional, para la gran Sigourney Weaver, la inolvidable teniente Ripley de Alien y resto de films de la saga, además de un puñado de célebres y variopintas películas (El año que vivimos peligrosamente, Gorilas en la niebla, Armas de mujer, La muerte y la doncella, Avatar, El maestro jardinero...), que pronunció también un hermoso discurso, en el que habló de lo que le gusta el cine español y, sobre todo, dedicó el premio a María Luisa Solà, la actriz de doblaje que le ha puesto la voz en español durante prácticamente toda su carrera.

Por lo demás, la gala se alargó extenuantemente durante 3 horas y 40 minutos, batiendo probablemente la duración de todas las anteriores. Algo habrá que hacer, pero ver una gala de los Goya que tiene más metraje que Ben-Hur parece un disparate. Es cierto que esta vez los premiados, aparte de que agradecieran su “cabezón” hasta el sursuncorda, no se explayaron demasiado. Alguien ha apuntado a que quizá hubo demasiados números musicales, pero lo cierto es que, con independencia de que fueran muchos o pocos, nos parecieron, en general muy buenos, como el inicial Mi gran noche cantado en dos versiones consecutivas (chill out y cañera) por Amaia y Bisbal, o la sentida versión del Se acabó de María Jiménez, en las voces espléndidas de Niña Pastori, India Martínez y María José Llergo, en una exposición que sonaba mucho a un #MeToo a la española, o el homenaje a Concha Velasco que se marcaron los presentadores, Ana Belén y los Javis, cantando Mamá, quiero ser artista y La chica ye-ye, y, sobre todo, la estremecedora versión de Procuro olvidarte, la bellísima canción compuesta por Manuel Alejandro y su esposa Ana Magdalena, que cantaron a dúo el portugués Salvador Sobral y la española Silvia Pérez Cruz, como elegíaco fondo musical para el sentido homenaje a los fallecidos del mundo del cine español en el año 2023.

Por lo demás, nos pareció que la gala, que partió con una idea interesante, la de arrancar supuestamente con los Javis en el salón de su casa, en pijama y con palomitas para ver la gala, y que, con la irrupción en su supuesto hogar de Ana Belén en plan hada madrina, derivó hacia lo que llamaron “hacer la gala de sus sueños”, no resultó especialmente distinguida en su presentación, aunque brilló, eso sí, la actriz madrileña, que a estas alturas de la película (qué propia la frase hecha, dado el caso) es una extraordinaria maestra de ceremonias, a cuyo lado los Javis, lógicamente, palidecían.

En cuanto a las reivindicaciones, denuncias, críticas, etcétera, lo cierto es que la noche fue abundante en ellas, aunque casi siempre de refilón: el genocidio de Gaza, electricidad para el asentamiento chabolista de la Cañada Real, ver cine en los cines, contra la violencia sexual, mensajes de ánimo para Argentina, en pro del mestizaje... Almodóvar, presentando el premio a Mejor Película, fue el que más se fajó, denunciando acremente las desconsideradas y descalificatorias palabras del vicepresidente de la Junta de Castilla y León sobre el cine español. Y el presidente de la Academia, Fernando Méndez-Leite, en un discurso larguísimo, volvió otra vez al final a intentar que no se utilice el término “peli” en vez de película, empeño que nos parece bastante vano y, desde luego, infructuoso. Es más, seguramente, a partir de ahora, utilizaremos más lo de “peli”...

La nutrida presencia de políticos (el presidente del gobierno, una vicepresidenta, dos ministros, el presidente de la comunidad donde se celebraba la gala, alcalde de la ciudad, etc.) confirma el enorme interés que suscita la ceremonia, trending topic absoluto desde dos horas antes de su comienzo.

En definitiva, una nueva gala de los Goya de nuevo demasiado larga, con buenos números musicales, y una clarísima triunfadora (por más que algún medio “apaisado” haya querido ver una rendija en ese triunfo porque no se llevó el premio al Mejor Guion Adaptado, que ya son ganas de retorcer las cosas...), La sociedad de la nieve, que, como decíamos antes, ojalá se lleve también los dos Oscars a los que está nominada; y la deliciosa Robot Dreams el de Animación al que es candidata, por supuesto...


Ilustración: J.A. Bayona, con uno de los 12 Goyas que se ha llevado su película La sociedad de la nieve.