Como solemos hacer en CRITICALIA, todo es llegar los últimos días del mes de Diciembre de cada año y dedicamos un rato a mirar hacia atrás (sin ira, en este caso...) para ver, a nuestro parecer, cuáles han sido las mejores películas que nos ha sido dado contemplar durante estos 365 días del año 2021, que nos esperábamos mejor de lo que ha sido, el año de la recuperación del pandémico 2020, pero que finalmente, aunque mejor que el anterior (peor ya hubiera sido difícil...), tampoco ha sido para tirar cohetes.
Este año vamos a citar 20 títulos que nos han gustado de lo que se ha podido ver en salas, pero también en plataformas, que está claro que han venido para quedarse. Por supuesto, son títulos vistos por el firmante, que tiene, como todo quisque, una capacidad limitada para ver películas, por lo que a buen seguro que echas en falta, lector, otros títulos que has podido ver tú y que seguramente merecerían estar en esta relación. Pero las cosas son como son, y aquí está lo más granado de lo que, a nuestro juicio, se ha podido ver este 2021 en las variadas formas que la moderna tecnología permite.
También como otros años, vamos a clasificar estas mejores pelis del año por zonas geográficas, para una mejor comprensión y visión de la jugada (que diría el comentarista futbolero...).
España
Empezaremos barriendo para casa, que para eso es nuestra casa... La verdad es que nos parece que este ha sido un buen año para el cine español, con variedad de propuestas ofrecidas por cineastas veteranos y también noveles. Entre estos últimos nos ha gustado mucho La vida era eso, la ópera prima del madrileño David Martín de los Santos, un drama sobre el sentido de la vida y la posibilidad de recuperar el tiempo perdido, con una espléndida Petra Martínez que nos parece se va a llevar todos los premios a la mejor actriz del año; pero también la frescura de Chavalas, de la así mismo neófita cineasta catalana Carol Rodríguez Colás, llena de (estudiada) espontaneidad, una bocanada de aire fresco.
Pero no solo de novatos vive el cine español, sino también de veteranos como Fernando León de Aranoa, que este año ha convencido plenamente con su comedia negra (qué digo negra, nigérrima...) El buen patrón, una socarrona mirada hacia cierto tipo de empresario que hace de su capa un sayo con tal de salirse con la suya como sea (aunque “la suya” sea poner otra plaquita de alpaca en la pared...), con una interpretación antológica de Javier Bardem, que tiene también pinta de llevarse todos los premios del año. También veterana es ya Icíar Bollaín, la estupenda directora (y actriz, aunque esta faceta la tiene más bien abandonada) madrileña, que este año nos ha regalado esa preciosura que es Maixabel, un acercamiento lleno de una emoción contenida al mundo del terrorismo etarra y de sus víctimas, y de la posibilidad no tan remota de tender puentes de reconciliación entre posturas tan opuestas. Un andaluz, el almeriense Manuel Martín Cuenca, nos ha convencido también con su austera La hija, un drama entreverado de thriller, o viceversa, en puridad la historia de un abuso de poder y cómo defenderse de él.
Resto de Europa
En el Viejo Continente se sigue haciendo buen cine, incluso muy buen cine, y además prácticamente en los cuatro puntos de su geografía. Así, de la gentil Francia nos llegaron hasta tres pelis notables, a saber: Las cosas que decimos, las cosas que hacemos, un extraordinario drama romántico de Emmanuel Mouret, que pareciera el nieto putativo de Eric Rohmer, una delicada filigrana con historias de amor entrecruzadas, una auténtica delicia. En otra línea mucho más espectacular y fantástica, Leox Carax vuelve a sorprendernos con Annette, peculiarísimo musical entreverado de thriller, muy brillante aunque un tanto descompensado, con estrellas como Adam Driver y Marion Cotillard. Y Petite maman, que juega en una liga absolutamente opuesta, la de la sencillez, la sutileza, la austeridad formal, que no en contenido, la nueva apuesta cinematográfica de la estupenda Céline Sciamma.
De las frías tierras escandinavas nos llegó Otra ronda, la nueva película del ya veterano Thomas Vinterberg, una celebración de la vida espléndidamente matizada, con un Mads Mikkelsen al frente de un reparto en estado de gracia. Y de la pérfida Albión, también conocida como el Reino Unido, nos llegaron dos pelis muy atípicas, el hondo melodrama romántico y existencial Supernova, dirigido por Harry Macqueen, excepcional duelo de intérpretes del calibre de Stanley Tucci y Colin Firth, un sentido film sobre el amor cuando llegan las brumas del Alzheimer; y Spencer, rodado en coproducción con Estados Unidos y Chile, país este último que aporta al director, el singular Pablo Larráin, una visión distinta sobre Lady Di, en los días en los que la princesa de Gales decidió dar el zapatazo y empezar a vivir su vida y no la que le imponían en Palacio, con un matizadísimo trabajo de Kristen Stewart, que cada día nos gusta más.
Y de los Balcanes, de la castigada tierra de Bosnia Herzegovina (más una ristra de países europeos, ninguno de ellos de la antigua Yugoslavia...) nos llegó Quo Vadis, Aida?, lacerante drama basado en hechos históricos, presentando en pantalla con un demoledor “crescendo” la que la Historia conoce como la Matanza de Srebrenica, el asesinato a sangre fría de 8000 varones bosnias en julio de 1995, un film que, literalmente, duele, por la atroz felonía cometida en las mismas narices de las fuerzas de la ONU que deberían haber velado por los civiles inocentes que murieron simplemente por ser hombres y bosnios, pésima combinación en aquellos días y en aquella tierra.
Estados Unidos
Saltando el charco, encontramos hasta cuatro películas de producción yanqui, aunque, como imaginará el lector habitual de CRITICALIA, aquí no vamos a hablar del cine de plástico que hoy día suelen manufacturar las “majors”, sino de un tipo de cine más pequeño, también mucho más auténtico.
Como Nomadland, la hermosa, melancólica película de Chloé Zhao (qué lejos de su siguiente peli, Eternals, un encargo tan costeado como artificioso...), una mirada hacia la comunidad nómada norteamericana, los que no tienen un techo pero sí un hogar, aunque este tenga ruedas y su patio trasero sea toda Norteamérica, una mirada en absoluto enaltecedora de esa vida, pero sí mostradora de otra forma de vivir, de otra forma de afrontar la vida, tan distinta, con una absolutamente impagable Frances McDormand, una actriz que se debería llevar un Oscar por cada película que hace. O como The assistant, una sorprendente aproximación al fenómeno del #MeToo, hecho con una notable sutileza por Kitty Green, sin buscar el impacto en el espectador, sino contar los abusos a través de pequeños detalles que nos revelan la pavorosa maquinaria del depredador sexual enquistado en los centros de poder. Cine independiente entonces, como también lo es The killing of two lovers, sentido melodrama que se centra en un hombre separado que se debate entre las pulsiones violentas que le mueven a atentar contra su mujer y su nueva pareja, y las que le promueven a actuar civilizadamente, un film de Robert Machoian ciertamente muy especial, nada dado a posturas maniqueas ni a sensacionalismos.
La única película que, sin ser un film industrial al uso, sí tiene un empaque de producción de “major” (no en vano está presentada por Universal, comandando a otras pequeñas empresas, entre ellas Playtone, la productora de Tom Hanks), por presupuesto y por contar con una megaestrella como el mentado Hanks, es Noticias del gran mundo, a pesar de lo cual no discurre por los senderos que se podían prever en productos de este grosor económico, sino que nos cuenta una historia distinta, alejada de espectacularidades vacuas, un neowéstern que recupera sentidamente la mejor tradición de su género, la historia de dos desahuciados de la vida que habrán de aprender a entenderse, y no solo por la dificultad de hablar idiomas diferentes, en una nueva película de Paul Greengrass que ha alcanzado ya una altura como realizador ciertamente estimulante.
Asia y Oceanía
Saltamos ahora al otro extremo del mundo, al continente asiático y a la Oceanía del Pacífico, para cerrar este balance cinematográfico. En Asia nos encontramos con dos zonas claramente definidas y además más que dispares. Por un lado, el Irán de los ayatolás, de donde nos han llegado este año dos films que consideramos deben estar entre los mejores del 2021. El primero es Yalda, la noche del perdón, película dirigida por Massoud Bakhshi, que utiliza hábilmente los resortes del melodrama televisivo para hacer una acre denuncia de la situación de la mujer en su país, en una historia muy bien trenzada, en la que la tensión va creciendo a base de elementos puramente escénicos, o de diálogos, sin otros recursos, en un film modélico que mantiene el interés en todo momento, a pesar de centrarse en una situación única. Y también de la castigada Persia nos llega la lacerante Hijos del sol, film del veterano Majid Majidi, una mirada desolada sobre el fenómeno de los niños de la calle, que no son exclusivos de las favelas de Río o de las calles de Beirut, sino que se dan también, cómo no, en el muy intolerante Irán teocrático, en una historia que es a la vez la búsqueda de un tesoro y el doloroso paso de la infancia a la madurez, pero sobre todo un retrato de los marginados que, en toda sociedad, siempre están ahí, para vergüenza de la sociedad que se llama a sí misma civilizada.
Y del otro extremo de Asia, de Japón, nos llegó La ruleta de la fortuna y la fantasía, delicada filigrana de Ryûsuke Hamaguchi, autor con anterioridad de siete largometrajes de ficción (además de varios cortos y documentales), a pesar de lo cual este es su primer film estrenado en España, quizá gracias a haber ganado el Oso de Plata en la Berlinale. Se trata de tres historias sin relación entre ellas, si no es la sutileza que las tres desprenden, historias de amores y desamores, de trampas saduceas, de justicias poéticas, de encuentros inesperados que quizá lleven a relaciones duraderas... una deliciosa taracea de temas, de personajes, de situaciones, que nos descubre una voz poderosa y sutilísima.
Y de Oceanía, en concreto de Nueva Zelanda (nuestras antípodas, no hay nada más lejos de España...), nos llegó una también estupenda película, El poder del perro, un neowéstern también de una sutileza extraordinaria, la historia de un duelo desigual, pero también la historia de un secreto que será la clave para desenredar el grave problema que afecta al adolescente coprotagonista. Benedict Cumberbatch hace toda una creación, y no le andan a la zaga Kirsten Dunst y el joven Kodi Smit-McPhee.
Ilustración: Blanca Portillo en Maixabel, de Icíar Bollaín, una de las grandes películas del 2021