Va terminando ya, por fin, este “annus horribilis”. Hora es, entonces, como siempre a finales de cada año, de hacer un balance cinematográfico de lo mejor que han dado estos (en este caso, que para eso es bisiesto...) 366 días. Este año, evidentemente también por culpa de la pandemia que aún nos asuela, ha habido cambios sustanciales en la forma de ver cine: cerrados los cines, en España y en prácticamente todo el mundo, durante bastantes meses del año, y el resto (salvo los dos primeros meses y medio) con horarios y aforos reducidos, y miedo por parte de las distribuidoras de “quemar” material costoso (el caso de Tenet fue paradigmático), el público se giró inevitablemente hacia las ya entonces cada vez más pujantes plataformas de Vídeo bajo Demanda, que desde entonces han pasado de ser la opción subsidiaria a la principal. Así las cosas, habrá que ver qué ocurre en 2021 si (como todos esperamos, cruzando los dedos...) la pandemia afloja y comienza a ser un mal recuerdo. Está por ver si “el cine en los cines” recupera su papel preeminente (lo que tanto nos gustaría: pertenecemos a una generación que nació y creció con el cine en salas, con el complemento, siempre secundario, del cine en la tele) y las plataformas vuelven a su lugar anterior al covid-19, aunque mucho nos tememos que eso no sucederá. Parece que el personal le ha tomado el gusto a ver el cine en casita, en pantuflas y parando cuando plazca, con las pantallas cada vez más grandes y con mejores calidades de imagen y sonido. Ojalá nos equivoquemos, pero nos tememos que estamos ante uno de esos momentos en los que la Historia da un giro (no tan inesperado) y se cambia radicalmente de costumbre. Se verá a lo largo de los próximos años...
En cualquier caso, hoy nos ocupa revisar aquellos títulos que, a nuestro parecer, han sido los mejores del año, siempre teniendo en cuenta que esa selección se ha hecho respecto de las películas vistas por el firmante, aunque también en este caso no solo en salas de cine (este año con escasa cosecha, en cantidad y, ¡ay!, en calidad), sino también en las numerosas plataformas de VoD hoy por hoy disponibles. Como hemos hecho también en otros años, realizaremos nuestra compilación agrupando las películas por zonas geográficas.
España
¿Por dónde empezar mejor que por nuestro país? Pues lo cierto es que el año, cinematográficamente hablando, no ha sido malo para el cine español. Hasta 8 títulos tenemos de relieve, y eso no es frecuente. Además, las temáticas y estéticas han sido de lo más variadas. Hemos tenido, por ejemplo, un auténtico bombazo en Netflix, El hoyo, la distopía de Galder Gaztelu-Urrutia que imagina una sociedad en la que existe un lugar de estructura vertical en la que una plataforma desciende llevando comida, de tal manera que los que están arriba disfrutan de lo que quieren, quedando para los de abajo solo las sobras. Metáfora de las clases sociales, con evidentes reminiscencias del clásico del género Cube (1997), y con una mirada muy pesimista sobre el ser humano, fue un éxito total en su exhibición mundial a través de Netflix, haciendo famoso de la noche a la mañana a su protagonista, Iván Massagué que pasó a ser uno de los actores de moda.
En un tono muy distinto, Las niñas ha sido una de las sorpresas del año. Ópera prima de la aragonesa Pilar Palomero, presenta, en una historia criptoautobiográfica, los años de la incipiente adolescencia en la Zaragoza de los años noventa, con los miedos, las dudas, las frustraciones de un pequeño grupo de chicas, en especial de la protagonista, angustiada por su origen, que habrá de afrontar para empezar a convertirse en la adulta que finalmente será. Obra callada, hecha de pequeños detalles, de miradas y silencios, nos descubre a una directora de la que esperamos mucho, mucho...
De una neófita a un absoluto consagrado. El año que termina no ha tenido largometraje de Pedro Almodóvar, pero sí un magnífico cortometraje, su particular visión de La voz humana, en la que por primera vez ha rodado en inglés y también ha trabajado con una prodigiosa Tilda Swinton. Actualización del famoso monólogo de Cocteau, en la que el manchego, con buen criterio, nos presenta el conocido amor torrencial y arrebatado de la protagonista, pero también su capacidad para pasar página y hacer de esta tragedia solo un episodio más de la vida, no su final.
En el género del terror hemos contado con una sugestiva nueva voz, la del algecireño Ángel Gómez Hernández, que nos interesó (y mucho), y nos asustó (y mucho) con su Voces, un film de género que huye, con buen criterio, de los sustitos, de los cimbronazos musicales para infundir más sorpresa que miedo, de las tácticas del cine de casquería para dar más asco que horror. Con notable imaginación visual, un guion muy bien construido y una notable capacidad para aterrorizar solo con la fuerza de las imágenes, fue una de las más agradables sorpresas del año en el cine español.
Como lo ha sido el documental Antonio Machado. Los días azules, la segunda película de la sevillana Laura Hojman, un prodigio de didactismo, erudición y sensibilidad, exacta y lírica a la vez, en una perfecta mezcla que nos habla del poeta sevillano y su azarosa vida, su bellísima obra, su compromiso político, sus amores tan diversamente frustrados, su triste muerte en el exilio. Documental también, y cine andaluz también, es El viaje más largo, del onubense Manuel H. Martín, sobre la milagrosa peripecia de la expedición que inició Magallanes en 1520 y culminó Elcano en 1522, dando la vuelta al mundo por primera vez, aunque por el camino se dejaran a la mayor parte de los hombres que lo iniciaron. Con buen tono, amenamente contado, apoyándose en expertos pero también jugando con la animación, el film es una notable narración sobre aquella sin duda épica aventura, como probablemente haya habido pocas en el mundo.
En tono de dramedia nos ha interesado también la ópera prima (este año ha estado lleno de buenas primeras películas) del montador Pedro Collantes, El arte de volver, la historia en do menor de una joven actriz que vuelve a Madrid a una audición y se topa con su pasado, sin dramatismo, pero con humanismo, una película pequeña que se hace grande en su falta de pretensiones, en su historia de personas corrientes, de relaciones corrientes, de vidas corrientes. Y de un neófito a un veterano: Cesc Gay es ya uno de los pesos pesados del cine español, y lo ha vuelto a demostrar con la adaptación al cine de su primera obra teatral. Su título en cine ha sido Sentimental, y es una muy agradable, también ácida película sobre relaciones conyugales, con dos parejas cordialmente enfrentadas por cuestiones de sexo, convivencia, manías... un caramelito adulto que, por supuesto, no desdeña un cierto regusto amargo.
Resto de Europa
Del resto de Europa hemos seleccionado 6 títulos que nos han parecido interesantes e incluso muy interesantes. Entre estos últimos estaría la georgiana Beginning, un formidable drama que nos saca de nuestra zona de confort, haciendo que la protagonista sea miembro de una comunidad religiosa como los Testigos de Jehová, no precisamente los más apreciados de la fiesta... Prodigiosamente puesta en escena, con soluciones brillantes, innovadoras y perturbadoras, la película de la cineasta georgiana Dea Kulumbegashvili es una de las más producciones más impactantes del año.
En el otro extremo, el veteranísimo Roman Polanski nos ofrece El oficial y el espía, un relato clásico sobre un tema más clásico todavía, el famoso “affaire Dreyfus” que cambió la Historia de Francia a principios del siglo XX. Del mismo país galo nos llegó la lacerante Las golondrinas de Kabul, film de dibujos animados dirigido por dos mujeres, Zabou Breitman y Eléa Gobbé-Mévellec, sobre las vicisitudes de una pareja en el Afganistán regido con mano de hierro por la canalla talibán, en un film a la vez trágico y lírico, de bellísimo dibujo de tonos ocres. No será la única cinta de dibujos animados que nos ha interesado: ¿Dónde está mi cuerpo?, en una onda muy distinta, nos presenta el relato de las peripecias de una mano arrancada del cuerpo de un chico, que intentará volver a donde siempre estuvo, pegada a su brazo, en una película dirigida por Jérémy Clapin, llena de buenas ideas y de soluciones interesantes, transida de dolor y poesía.
De Alemania nos llegó la hermosamente dramática La profesora de piano, dirigida por Jan-Ole Gerster, la historia de una sexagenaria que, no habiendo triunfado como pianista en su juventud, pretende a toda costa hacerlo por persona interpuesta, a través de su hijo, en una película adulta, medida, que requiere de una actitud activa por parte del espectador. El Reino Unido presentó una nueva versión del clásico de Jane Austen Emma. (así, con punto al final...), deliciosa, elegante, irónica, con un punto de distanciamiento brechtiano pero, a la vez, tan austeniana como se esperaba, aquí de la mano de la fotógrafa y cineasta Autumn de Wilde (ese apellido marca...) y con la estrella emergente Anya Taylor-Joy y sus ojazos de tamaño “king size”.
América
De Estados Unidos hemos visto tres películas que nos han interesado. Una se puede considerar un “blockbuster”, bien que dentro de los términos del cine no palomitero: con coproducción británica, 1917 fue el “tour de force” de Sam Mendes para contarnos en tiempo real (más o menos...) y en un único plano secuencia (también más o menos...) un día en la vida de dos soldaditos del ejército inglés, en un virtuosísimo ejercicio de estilo que, es cierto, a veces se hacía algo aburrido por la única situación manejada, aunque es, sin duda, un espectáculo visual difícilmente olvidable. En el otro extremo del concepto cinematográfico, Nunca, casi nunca, a veces, siempre es un film pequeño, “indie”, dirigido por Eliza Hittman, sobre una adolescente embarazada y sus problemas para abortar en su muy conservador pueblo, su viaje a Nueva York, y las peripecias que habrá de acontecer, todo ello hecho como en do menor, con escenas inolvidables, como la del cuestionario que da título al film.
Y Mank, que sería el brillante artificio del “cine dentro del cine”, la historia puesta en imágenes por David Fincher sobre cómo se gestó el guion de Ciudadano Kane, contra la industria, contra Hearts, contra la forzosa abstinencia alcohólica del guionista, el Mankiewicz abreviado en el título, contra la egolatría de Welles, que lo dirigió y se coronó con la película. Y, ya fuera de Estados Unidos, en Canadá, nos interesó Matthias y Maxime, sobre la amistad, el amor, la culpa... en uno de esos brillantes y heterodoxos films tan a contra corriente que gusta hacer ese “enfant terrible” (ya no tan “enfant”, que tiene más de 30 tacos....) Xavier Dolan.
Asia
Del continente asiático nos han llamado la atención dos films: El huevo del dinosaurio tiene nacionalidad china y, lo que es más raro, también mongola, en cuya tierra se ambienta esta historia que comienza como un thriller, continúa como una especie de docuficción entomológica y termina siendo un formidable relato en la desolada taiga, en la que un soldadito habrá de ser auxiliado por una madura pastora, que será a la vez mater y amante del jovenzuelo, en un encuentro entre lo tradicional y lo moderno, lo telúrico y lo tecnológico, todo ello bajo la dirección del chino Wang Quan’an.
Y A land imagined, un curioso thriller entreverado de drama de otra cinematografía no precisamente numerosa ni habitual en Occidente, la singapuresa, un relato a horcajadas entre un país que busca crecer a costa del mar y los inmigrantes que son la carne de cañón en esta guerra no declarada para ampliar el angosto territorio insular, en un film a ratos abstracto, sutilísimo, extraño y claustrofóbico, con dirección de Siew Hua Yeo.
África
Del continente negro, pero también en gran parte musulmán, nos ha interesado Papicha, sueños de libertad, película argelina (con el concurso de la metrópoli Francia) dirigida por una mujer, Mounia Meddour, la historia de una jovencita que aspira a ser libre y vivir su vida en una época, la de la cruenta guerra civil que tuvo lugar en su país en los años noventa, no precisamente fácil para ello.
Ilustración: Una imagen de la georgiana Beginning, a nuestro juicio una de las películas más impactantes del año