En conmemoración del cuadragésimo aniversario de la Constitución Española hemos visto ya en el anterior capítulo las a nuestro juicio mejores películas españolas que se hicieron durante el decenio 1978-1987. En esta nueva entrega haremos lo propio sobre los más interesantes films que se hicieron en España entre 1988 y 1998.
1988
Fue este un año de cine español bastante estimable, además con una diversidad de temáticas notable. Así, Carlos Saura, en la busca de caminos que venía efectuando desde que, una vez muerto el dictador e instaurada la democracia, ya no tenía sentido su críptico cine antifranquista, hará El Dorado, ambiciosa aventura sobre la megalómana peripecia de Lope de Aguirre, conquistador que se embarcó en una expedición en busca de la mítica ciudad del título, con influencias del film de Werner Herzog Aguirre, la cólera de Dios (1972), aunque con un sonoro fracaso comercial. Algo similar ocurrió, aunque con tema muy distinto, con la adaptación al cine de la novela de Ernesto Sábato El túnel, realizada por Antonio Drove, con reparto internacional, vistosa, muy cuidada, pero cuya acuciante mirada hacia los celos enfermizos no encontró complicidad con el público. Francisco Regueiro, nuestro cineasta más críptico, hace Diario de invierno, con Fernando Rey en el papel de Dios, que ya son palabras mayores. Otro de nuestros exquisitos, Gonzalo Suárez, rueda Remando al viento, visión muy personal sobre el encuentro de los poetas Byron, Shelley y Mary Wolstonscraft.
Con temática más celtibérica encontraremos Espérame en el cielo, comedia satírica de Antonio Mercero que fantaseaba con la posibilidad de que Franco pudiera haber tenido un doble tanto por motivos de seguridad como para facilitarle movimientos no oficiales, con un estupendo Pepe Soriano como el dictador (y su doble...) y un no menos formidable José Sazatornil “Saza”. También con tema hispano tendremos El Lute II. Mañana seré libre, entonada segunda parte sobre la historia del quinqui más buscado del franquismo, de nuevo bajo la férula de Vicente Aranda. En clave de comedia se rodó Pasodoble, de José Luis García Sánchez, con guion propio y de Azcona, y un repartazo: Fernando Rey, Antonio Resines, Juan Diego... Pero la que seguramente fue la película del año sería Mujeres al borde de un ataque de nervios, que confirma la valía de Pedro Almodóvar, una comedia en estado de gracia que se llevará todos los premios habidos y por haber, y, además de encumbrar (otra vez) a Carmen Maura, descubrió nuevos valores interpretativos como María Barranco y Rossy de Palma.
1989
En este año Saura sigue con su particular búsqueda de nuevos temas; pondrá entonces en pantalla a San Juan de la Cruz, el poeta místico, en La noche oscura, con un Juan Diego soberbio como el famoso religioso, cumbre de la poesía española. Antonio del Real adapta una novela de José Luis Sampedro, El río que nos lleva, bronco relato rural, con un Alfredo Landa muy lejos del fenómeno del “landismo”. Cambiando totalmente de registro, Fernando Trueba abandona la comedia para hacer el drama entreverado de thriller El sueño del mono loco, con reparto internacional encabezado por Jeff Goldblum. Josefina Molina pondrá en la pantalla Esquilache, en la que veremos los hechos que condujeron al motín que supuso el fin político del valido de Carlos III, con Fernando Fernán Gómez como el primer ministro italiano. Fernán Gómez, por su parte, como director, presenta El mar y el tiempo, mirada en retrospectiva cargada de melancolía, con una espléndida Rafaela Aparicio.
Vicente Aranda vuelve a versionar a Juan Marsé en Si te dicen que caí, que no tuvo buena acogida de público a pesar de ser una notabilísima disección de la sociedad barcelonesa de la postguerra. En el apartado de comedia brillaron dos películas: Las cosas del querer, de Jaime Chávarri, de corte musical, libremente inspirada en los personajes de Lola Flores, Manolo Caracol y Miguel de Molina; y El vuelo de la paloma, de García Sánchez, una especie de Madame Bovary de resabios madrileños, con una notable Ana Belén. Aunque otra vez la película del año, sobre todo de cara al público, aunque también de crítica, será la nueva apuesta de Pedro Almodóvar, ¡Átame!, con evidentes referencias al Wyler de El coleccionista.
1990
Magra cosecha la de este año; casi todos los Goyas se los llevó ¡Ay, Carmela!, la versión que sobre la obra teatral de Sanchís Sinisterra hizo Saura, de nuevo cambiando de tema, con una pareja de excelente química, Andrés Pajares y Carmen Maura. Bigas Luna proseguía con sus intelectualizadas películas de corte erótico, adaptando la novela de Almudena Grandes Las edades de Lulú. El navarro Montxo Armendáriz, por su parte, confirma su alejamiento de los temas euskaldunes haciendo Las cartas de Alou, sobre el lacerante asunto de la inmigración. Y en Andalucía Paco Periñán rueda Contra el viento, sobre el escabroso tema del incesto, con Antonio Banderas y Emma Suárez.
1991
Tampoco fue abundante la cosecha del cine español de interés durante este año. De las mejores, sin duda, Amantes, un triángulo escrito con sangre por Vicente Aranda, con algunas de las mejores imágenes que se hayan filmado en el cine hispano de la década, con unos sublimes Victoria Abril, Jorge Sanz y Maribel Verdú. Muy entonada fue también la versión que Pilar Miró hizo de Beltenebros, la novela de Antonio Muñoz Molina, con Terence Stamp; y la visión que sobre el inmortal mito hispano hizo Gonzalo Suárez en Don Juan en los infiernos, con Fernando Guillén como el famoso burlador; la película que consiguió mayor número de Goyas fue El rey pasmado, visión un tanto paródica de la España del Siglo de Oro, a las órdenes de Imanol Uribe, con un Gabino Diego como un (físicamente) muy apropiado Felipe IV. Otro vasco, Enrique Urbizu, hará su primer thriller, Todo por la pasta, que descubrirá un talento genuino para ese género; Antonio Resines tendría aquí su primer personaje dramático; y Almodóvar, fiel a su cita anual, hace Tacones lejanos, tragicomedia de divas y jueces travestidos, con Marisa Paredes y Miguel Bosé.
1992
En el año de los fastos de conmemoración del V Centenario del descubrimiento de América se hicieron dos versiones de aquel acontecimiento, ambas con participación en la producción de España, aunque solo una, 1492: La conquista del Paraíso, de Ridley Scott, tuvo interés; fue el año de Belle époque, de Fernando Trueba, que no solo ganó varios Goyas, sino también el segundo Oscar para un film español; mirando hacia atrás, el catalán Jaime Camino hace El largo invierno, secuela de su famosa Las largas vacaciones del 36, estimable crónica de la postguerra española, con un reparto cosmopolita: Gassman, Rochefort, Hurley...; Arturo Pérez Reverte es versionado por primera vez en El maestro de esgrima, con dirección de Pedro Olea y con Omero Antonutti y Assumpta Serna como protagonistas; Gonzalo Suárez atacaba de nuevo con La reina anónima, en clave de comedia surrealista; como comedia era, pero no surrealista sino más bien romántica, Amo tu cama rica, una de las periódicas resurrecciones de Emilio Martínez-Lázaro, en este caso para descubrirnos a Pere Ponce y, sobre todo, a la estupenda Ariadna Gil; y Bigas Luna proseguía su revisitación de temas españoles con Jamón, jamón, que supondrá otro gran descubrimiento, el de Penélope Cruz.
1993
Este será el año de la revelación de Álex de la Iglesia, que llama la atención con su comedia de ciencia ficción Acción mutante; Vicente Aranda, por su parte, nos regalará dos películas, como casi siempre entonces sobre temas amorosos y/o eróticos: la adaptación de otro nuevo Juan Marsé, El amante bilingüe, y un guion propio, Intruso, en ambos casos con Imanol Arias, convertido entonces en su actor fetiche; el maestro Luis Berlanga hará Todos a la cárcel, premonitoria comedia coral sobre los desmanes de la corrupción de la clase política; mientras tanto, Saura sigue buscando caminos y hace ¡Dispara!, thriller de violación y venganza; el cine andaluz presenta una nueva versión de la obra teatral de los hermanos Machado, La Lola se va a los puertos, de la mano de Josefina Molina; Pilar Miró hace El pájaro de la felicidad, drama existencial sobre el paso del tiempo y la influencia de la violencia; Francisco Regueiro pone el foco en el pasado en Madregilda, su última película, visión surrealista de los entresijos de la postguerra española; y el siempre interesante Mario Camus mira también hacia atrás, en este caso sobre el terrorismo, en Sombras en una batalla, con una formidable Carmen Maura como actriz dramática.
1994
No fue este año pródigo en títulos de interés en el cine español. Entre ellos estuvo Días contados, triunfadora en los Goyas, estimulante adaptación de la novela de Juan Madrid que llevó a cabo Imanol Uribe, y que descubriría a Candela Peña; llamó la atención Justino, un asesino de la tercera edad, comedia negra, un poco berlanguiana, dirigida por dos cineastas que se hacían llamar La Cuadrilla; Vicente Aranda seguía explorando los terrenos de la dependencia erótica en La pasión turca, versión al cine de la novela de Antonio Gala, con una notable Ana Belén; en clave de comedia, Manuel Gómez Pereira consigue uno de sus primeros éxitos con Todos los hombres sois iguales, sobre la lucha de sexos; y también comedia es, aunque en otro registro, Mi hermano del alma, revelación de Mariano Barroso como director, historia del típico familiar pelmazo, que llegó muy bien al público, sobre todo por los actores Juanjo Puigcorbé y Carlos Hipólito.
1995
Gómez Pereira vuelve a dar en la diana con su comedia Boca a boca, que introduce elementos novedosos como las líneas telefónicas eróticas; El día de la bestia consagra a Álex de la Iglesia, tanto en los Goyas como en taquilla, en una tragicomedia apocalíptica; Montxo Armendáriz parece haber abandonado el cine vasco al adaptar la mesetaria Historias del Kronen, novela de José Ángel Mañas, crónica desabrida pero verosímil de cierta juventud de la época; desde Cataluña triunfa en toda España El porqué de las cosas, sobre relatos de Quim Monzó, con dirección de Ventura Pons; la madrileña Azucena Rodríguez se revela con la estupenda Entre rojas, mirada serena y de notable pulso sobre políticas encarceladas en Yeserías durante el franquismo, con una fantástica Penélope Cruz; aunque quizá la película del año sea Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, debut en la dirección del guionista Agustín Díaz Yanes, un thriller entreverado de crónica social (o viceversa), con un notable tándem femenino, Victoria Abril y Pilar Bardem; otro de los descubrimientos del año será el de Daniel Calparsoro con Salto al vacío, prometedor debut que después no se ha consolidado; Fernando Trueba, tras el Oscar, se fue a los USA a hacer Two much, comedia que juega con el siempre agradecido (aunque un tanto tópico) tema de los hermanos gemelos, con Antonio Banderas ya lanzado en el país del Tío Tom; y Almodóvar nos llega con La flor de mi secreto, sentido melodrama, de nuevo con Marisa Paredes.
1996
No fue mala la cosecha del cine español de este año. Así, Pilar Miró triunfa en los Goya con su adaptación del clásico de Lope El perro del hortelano, con una pareja de excelente química, Emma Suárez y Carmelo Gómez; este será el año de varios descubrimientos, como el de Alejandro Amenábar, que llama poderosamente la atención con Tesis, irregular pero atractiva e intrigante; también se descubrirá al hermano de Fernando Trueba, David Trueba, con su comedia generacional La buena vida; y se revela como director Fernando León de Aranoa con su Familia, brillantísimo artefacto guionístico; también es el año de la primera película de Isabel Coixet, Cosas que nunca te dije, rodada en los USA, que descubre un prometedor talento para contar esquinadas historias de amor; y también será el año de consagración de Gracia Querejeta, la hija de Elías Querejeta, que hace El último viaje de Robert Rylands; por su parte, el productor Gerardo Herrero, ya con una incipiente carrera como director, consigue una de sus mejores cintas, Malena es un nombre de tango, sobre la novela de Almudena Grandes; Vicente Aranda consigue rodar un proyecto largamente acariciado, Libertarias, la historia de un grupo de mujeres soldados durante la Guerra Civil, ambiciosa y percutante; por su parte el clásico Mario Camus disecciona certeramente la clase media en Adosados; y Gómez Pereira triunfa de nuevo entre público y crítica con su ácida comedia dramática y romántica El amor perjudica seriamente la salud.
1997
Amenábar confirma su talento con la intrigante Abre los ojos, sobre temas tales como la belleza física y las vidas virtuales; desde Cataluña Ventura Pons nos vuelve a interesar con su dramática Actrices, con divas de la altura de Núria Espert y Rosa Maria Sardà; Emilio Martínez-Lázaro, siempre todoterreno, afronta la dramedia generacional en Carreteras secundarias; Ricardo Franco consigue su mejor película con La buena estrella, donde logra actuaciones memorables de sus protagonistas, Antonio Resines, Maribel Verdú y Jordi Mollà; el argentino Adolfo Aristarain, rodando en España y con temática hispana, hace Martín (Hache), sobre la paternidad y las relaciones de pareja, contando con tres intérpretes excepcionales, Federico Luppi, Cecilia Roth y Eusebio Poncela; Secretos del corazón será quizá la película del año, una delicada historia de reminiscencias bucólicas puesta en escena por Montxo Armendáriz; Mario Camus vuelve a dar en la diana con la melancólica El color de las nubes, con una gran Julia Gutiérrez Caba; y Almodóvar, fiel a su cita, nos trae Carne trémula, historia irregular pero curiosa, en clave de thriller.
1998
Isabel Coixet confirma su talento con el drama romántico de época A los que aman; Fernando León de Aranoa, por su parte, gana los Goyas con Barrio, crónica de la juventud marginal criada extramuros de la opulencia del Primer Mundo; José Luis Garci adapta exquisitamente El abuelo, historia de Galdós en la que desagrada el tono filo-aristocrático, pero con notables interpretaciones de Fernando Fernán Gómez y Cayetana Guillén Cuervo; El milagro de P. Tinto será, además de un éxito de taquilla, el descubrimiento de Javier Fesser como director, una historia muy lunática que, sin embargo, conectó muy bien con el público; Fernando Colomo hace una de sus últimas buenas películas, el drama Los años bárbaros; pero la obra maestra del año, a nuestro juicio, es el drama romántico Los amantes del Círculo Polar, de Julio Medem, con una pareja de fecunda química, Fele Martínez y Najwa Nimri; las comedias más interesantes del año serán Cha-cha-chá, de Antonio del Real, en clave de enredo; y La niña de tus ojos, costeada y de época, dirigida por Fernando Trueba, sobre los rodajes de equipos españoles en la Alemania nazi durante la Guerra Civil española.
Ilustración: Maribel Verdú y Jorge Sanz en una imagen de Amantes (1991), de Vicente Aranda.
Próximo capítulo: En el 40 aniversario de la Constitución: las mejores películas españolas de la democracia (III). 1999-2008