Enrique Colmena

Este 8 de marzo, como en los últimos años, vamos a hacer también un repaso a la presencia de las mujeres en el mundo del cine, singularmente en las tareas de dirección, que se reputa la de mayor nivel dentro del proceloso mundo del audiovisual, en tanto que se suele atribuir a esa figura la autoría de la obra cinematográfica o televisiva (ya sabemos que eso es relativo, pero vale pare entendernos).

Las personas interesadas en consultar nuestros anteriores artículos similares pueden hacerlo pulsando en los siguientes enlaces, relativos a los años correspondientes: 2019, 2020, 2021, 2023.

Habrá que decir pronto que el porcentaje de películas actualmente en cartel dirigidas por mujeres ha crecido un poco sobre el del año anterior, que fue de un raquítico 14%. No es que el 19% de este año sea como  para tirar cohetes, pero al menos parece apuntar una tendencia al alza que, aunque está muy lejos de lo que se podría considerar aceptable (lógicamente, en torno al 50%), sí que parece positivo. Efectivamente, de los 58 títulos que actualmente están en proyección en las carteleras de España (datos obtenidos de la página de FilmAffinity), solo 11 están dirigidos por mujeres. Eso sí, entre esos 11 títulos hay varios que tienen apreciable interés, y en ellos nos vamos a centrar fundamentalmente en estas líneas.

Así, es el caso de Las cuatro hijas, la curiosísima docuficción de la cineasta tunecina Kaouther Ben Hania, que juega muy inteligentemente con ficción y realidad, en una lacerante denuncia de uno de esos temas (la captación de mujeres por la canalla yihadista para que sean sus servidoras sexuales o, en el mejor de los casos, las sojuzgadas madres de sus hijos) que parecen haberse olvidado con la caída (loados sean los cielos...) de estos gentiles hideputas con ideas medievales bajo el turbante.

También Vidas pasadas, de la cineasta surcoreana-canadiense Celine Song, es una buena muestra de estupendo cine, una película hecha de silencios y de palabras, de nostalgias, de futuros que pudieron ser pero no fueron, de renuncias y afectos, una pequeña (o gran...) maravilla. Habrá que hablar también de otra de las grandes pelis del año, Anatomía de una caída, entre el drama conyugal y el thriller judicial, otra joya dirigida por una mujer, la francesa Justine Triet, que se ha llevado todos los premios habidos y por haber, estando nominada a 5 Oscars, que se entregan el próximo domingo día 10.

El maestro que prometió el mar es una de las películas españolas que han llamado la atención este año, sobre un maestro republicano en los años previos a la Guerra Civil, quizá en la estela de películas clásicas de temática parecida como La lengua de las mariposas, en un film que ha concitado elogios y nominaciones, dirigido por la cineasta barcelonesa Patricia Font. También ha concitado elogios y críticas unánimemente positivas la película Tótem, dirigida por la mexicana Lila Avilés, una mirada infantil sobre un mundo, su mundo, que se desploma hacia el caos.

Ha sido también muy elogiada Not a pretty picture (literalmente “No es una película bonita”), film de 1976 estrenado ahora en cines, dirigido por la veterana Martha Coolidge, una cineasta generalmente encuadrada en el cine comercial puro y duro, pero que en aquel documental se abrió en canal, relatando la violación de la que fue objeto 12 años atrás, siendo menor de edad, por parte de un compañero de clase.

Habrá que citar también, por supuesto, Barbie, el film de Greta Gerwig que ha conseguido el milagro de parecer estar a la vez a favor y en contra de la muñeca por excelencia, además con la bendición de Mattel, la empresa que la fabrica, a la que la jugada le ha salido sobresaliente: no solo ha sido el film más taquillero del año (siendo Mattel coproductora), sino que además la muñeca rubia y larguirucha se ha relanzado en los mercados, y de qué manera...

Priscilla es el biopic de la mujer de Elvis Presley, hecho desde su visión, con dirección de la talentosa hija de Francis Ford Coppola, Sofia Coppola, si bien en esta ocasión nos parece que no ha dado en la tecla (como sí dio, por ejemplo, en la estupenda Lost in translation).

El resto de films dirigidos por mujeres actualmente en cartel son películas mayormente comerciales sin mucho interés, pero es bueno también que las reseñemos, porque, por supuesto, ellas también pueden hacer perfectamente, como sus colegas varones, cine estándar, cine que aspira, legítimamente, a ser un entretenimiento sin más. Hablamos de Madame Web, dentro del ya un poco jartible universo de los superhéroes, filmado por la directora norteamericana S.J. Clarkson; Patrick, animación en 3D de evidente corte infantil, puesto en escena por la canadiense Sophie Roy; y Políticamente incorrectos, la nueva comedia disparatada de la cineasta vasca Arantxa Echevarría, que alterna los productos independientes y valiosos (Carmen y Lola, Chinas) con estos otros divertimentos alimenticios, con la declarada intención de hacer caja.

Este año, como novedad, vamos a inaugurar una nueva línea en nuestra revisión del cine hecho por mujeres; ya hemos visto el material que hay en cartelera dirigido por féminas, pero nos parece que sería bueno también echar un vistazo a las más relevantes pelis realizadas por mujeres que, desde el pasado marzo de 2023, se han podido ver en las carteleras de España.

Es curioso, pero la abrumadora mayoría de esas películas de interés dirigidas por mujeres tienen nacionalidad española, lo que no puede ser más que una estupenda noticia. Así, 20.000 especies de abejas, con dirección de la vasca Estíbaliz Urresola Solaguren, nos encandiló con su temática (la disforia de género a la temprana edad de 8 años), pero, sobre todo, por la forma tan sensible de exponerlo, en una historia en la que todos tendrán que aprender a ver las cosas de otra forma: la propia personita en cuestión, pero también toda su familia, desde su hermano mayor (el primero que da el paso de aceptarlo como es) hasta su madre y su abuela.

Tampoco es manca, y también viene de la periferia española (esas zonas –Cataluña, País Vasco, Galicia, Andalucía—donde bulle la creatividad, aparte del habitual polo de Madrid), O corno, una peli gallega dirigida por una vasca, Jaione Camborda, afincada en la tierra de Rosalía (de Castro, no la cantante catalana...), otra sensible historia de nuestro pasado, a vueltas con el nacimiento de bebés pero también de los embarazos voluntariamente interrumpidos, un film donde el paisaje y la sociedad rural galaicas son elementos esenciales en la historia.

Desde Madrid, pero con sello de cine independiente, nos llegó Chinas, un acercamiento pudoroso y cómplice de Arantxa Echevarría al fenómeno de las comunidades del país de Mao afincadas en España, una historia a tres bandas magníficamente contada, tres miradas distintas sobre la sociedad española vista con ojos rasgados.

Desde Cataluña (que no Barcelona) nos llegó la autoficción Creatura, original de Elena Martín, que se pone además al frente del film como protagonista, una velada autobiografía ficcionada en la que aparece el espíritu de Electra, aquella que amaba a su padre y detestaba a su madre, pero ahora en el Empordà; no iba a ser siempre en las mágicas tierras de Grecia, donde nació la civilización tal y como la conocemos...

Y, aunque Isabel Coixet es catalana, se ha ido a la Rioja profunda, al agro mesetario español, para filmar Un amor, adaptación de la novela homónima de Sara Mesa, una historia de taimado acoso por parte de los lugareños, pero también de búsqueda de su lugar en el mundo por parte de la protagonista, una estupenda Laia Costa.

Y de Andalucía nos llegó Mamacruz, con dirección de la venezolana (afincada hace años en la tierra de Lorca y Velázquez, de Aleixandre y Machado) Patricia Ortega, todo un canto a la sexualidad a las edades provectas en las que el común de los mortales piensa que las pajarillas ya no piden ser alegradas, con una excelsa Kiti Mánver que, extrañamente, no fue nominada al Goya, pero a cambio, tan justamente, se llevó el Premio Carmen y el Premio ASECAN a la mejor actriz.

Del resto del cine dirigido por mujeres que nos ha interesado en estos últimos 365 días (366 este año, que para eso es bisiesto) se reparten entre Hispanoamérica, que se lleva la parte del león, y Europa, Francia, en concreto, que se apunta un titulito al menos. En Hispanoamérica nos encontramos con Empieza el baile, la película argentina dirigida por la bonaerense Marina Seresesky, una muy apañada historia de amores y tangos, siguiendo a una vieja pareja de exbailarines (y algunos satélites...) por la Argentina profunda, una agradable “road movie”, también en el fondo una “feel good”, una peli para sentirse bien, pero que no desdeña presentar algunas aristas afiladas.

De Chile nos llegaron dos producciones: una es La contadora de películas, de esa nacionalidad, pero dirigida por una cineasta danesa, Lone Scherfig, una cinta que tiene algunos rasgos que la remiten al boom hispanoamericano y, más evidentemente, a films que proclaman su amor al cine, como es el caso de la popularísima Cinema Paradiso. Y del país andino nos llegó también el documental La memoria infinita, dirigida por Maite Alberdi, sobre el infierno del Alzheimer, pero también sobre el amor a todo trance, una directora que ya nos gustó mucho hace unos años con El agente topo.

En cuanto a la aportación francesa a este cine hecho por mujeres en los últimos doce meses, debemos citar Las dos caras de la justicia, un film de Jeanne Herry sobre la justicia reparadora, una película que reconcilia con el ser humano, a pesar de todo lo que vemos en los telediarios...

Ojalá que el año que viene dupliquemos, al menos, los títulos que traigamos a la edición 2025 de estas “Miradas de mujer en el 8-M”. Ojalá, aunque me parece que todavía tardaremos algún tiempo en que no sea necesario escribir ya estos textos, porque la igualdad entre hombres y mujeres, por decirlo a la bella manera cernudiana, no sea ya un deseo sino una realidad.

Ilustración: Una imagen de la estupenda película Las cuatro hijas, dirigida por la cineasta tunecina Kaouther Ben Hania.